Capitulo 30

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Una semana después:

La manada Sork estaba de fiesta, era el cumpleaños de su Luna. Sam le había pedido a su hermana que organice algo para Liz, por lo que la loba había decidido hacer una gran cena para la familia y baile todo a lo grande. Sabía que su amiga era alguien muy querida por todos los integrantes de aquella manada, por lo que decidió invitar a todo el mundo luego de la cena familiar. Ver a su hermano al fin aceptar su destino, comprender que jamás podría luchar con lo que la diosa les impone, hacía que Shadai y su familia tuvieran paz. Sabía muy bien que Sam no cambiaría su forma tan tosca, sus instintos asesinos a la hora de atacar, la única que veía aquella faceta dulce era Liz, nada más aquella preciosa mujer podía obtener el lado tierno y vainilla de su hermano.

Miró en dirección al campo de entrenamiento, sonrió ampliamente al verlos ahí, siendo ellos mismos, sin dejar de lado lo que tanto les gustaba, desafiarse con cada célula.

era ya una costumbre que habían tomado en los últimos días, les fascinaba entrenar juntos, sobre todo a Sam que no quería que tocaran a su mujer así sea para entrenar, pero de todas maneras él tenía que soportar como ella se ponía aquella ropa ajustada para entrenar a las mujeres, había luchado bastante la pelirrojas para que al fin el Alpha machista aceptará que las mujeres servían para muchas cosas, que ellas podían hacer más, no solo darles hijos y limpiar sus mugres.

—¿Estás ansiosa por tu fiesta de cumpleaños?.— sus ojos ámbar recorrieron cada rincón del cuerpo femenino, su delicado cuello, sus tetas subir y bajan ante la intensidad de la respiración, paso su lengua por sus labios deseando lamer cada parte de su hembra.

—¡Si, veré a mis padres y hermana!.—

su voz salió con una muy palpable emoción, caminó hasta ella y rodeó su cuerpo con sus enormes brazos.

— Luego de la cena te llevaré a un lugar especial.— hundió su nariz en el cuello femenino y luego pasó su lengua por la suave piel. — ¡Harémos lo que hace mucho tiempo deseo hacerte!.— un gemido salió de los labios de Liz, anhelando que llegue la hora para recibir aquella sorpresa.

Una hermosa noche era lo que se vivía en aquella hermosa mansión, Sam y Liz se encontraban en el centro de la pista de baile que habían colocado en el jardín, bailaban con sus cuerpos pegados, el vestido en color esmeralda hacia que todas las curvas de la pelirroja se marcarán con fuerza, un escote que le daba una vista perfecta al lobo.

—¿En qué momento podré sacarte de este lugar y hacer de ti todo lo que deseo?.— sus ojos se anclaron, rebelando en ellos el deseo y la necesidad de unirse.

—¡Quiero que me saques en este instante!.— susurro muy cerca de sus labios, ella sentía su centro húmedo, toda la noche se había sentido así, su Alpha se había encargado de mantenerla así, colaba su enorme mano por debajo de la mesa, subiendo por sus piernas, para luego hundir sus dedos en su vagina. Sam le había exigido que no llevará bragas, que deseaba tener acceso a su jugoso coño cuando el quisiera.

La tomó de la mano y salieron de aquel lugar, dejando a los invitados disfrutar de la velada.

Caminaron hasta la camioneta todo terreno, se montaron en ella y emprendieron viaje hasta la sorpresa que Sam le tenía.

Habían recorrido una buena distancia, sumergiéndose en el camino boscosos, estaban bastante alejados de la manada, pero no sé sus tierras.

—¿Cuánto falta?.— preguntó con ansiedad, aquello hizo que una sonrisa se dibujara en el rostro de Sam, la miro de reojo, deseando follarla ahí mismo, pero había decidido que no sería así esa noche, luego se la follaria en otras partes.

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