Capitulo 27

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Liz sujeto la mano de Sam, quien estaba sintiendo la rabia recorrer su sistema, había notado como aquella maldita se burlaba de ellos, los ojos de la morena habían tomado un color extraño, sus colmillos sobresalían de su boca. Sam quería arrancarle la cabeza, se arrepentía no haberla matado antes, se soltó del agarre de su Luna, corriendo con furia hasta la mujer que se encontraba en el medio de la celda.

—¡Sam detente!.— gritó la pelirroja, viendo como la morena se puso de pie en el momento que el lobo ingreso a la celda, corrió hasta él y se lanzó sobre el enorme cuerpo del pelirrojo, comenzando así una lucha, la morena tenía fuerza y las habilidades que todo vampiro podían tener, sin muchas técnicas de lucha ella derribaba al enorme hombre, pero eso no era por su buenos movimientos, sino porque el alma y cuerpo de Sam estaban débiles, Drake no estaba siendo uno con él, la marca no fue completada y cada sentido se debilitaba.

*¡Liz ataquemos ahora!* Dijo Calista en la mente de Liz, quien de inmediato dejo salir su loba y corrieron a la escena de la pelea, llegando en el momento en que los dientes de la vampira se enterraban en el cuello de su Alpha, un rugido salió de la garganta de Calista y se fue sobre la vampira arrancándole la cabeza, el cuerpo sin vida cayó en el piso y Liz volvió a su forma humana, corriendo hasta donde se encontraba Sam, encontrandolo inconsciente y todo su cuello y pecho bañado en sangre.

—¡Kerr, maldita sea Sam, abre tus ojos!.— miró en todas las direcciones encontrando una larga chaqueta, corrió hasta ella y cubrió su desnudez, para así salir en busca de ayuda, el pulso de Sam estaba disminuyendo, eso la estaba desesperando. No comprendía porque aquello estaba sucediendo, él era un Alpha, era fuerte y era imposible que lo derribaran. —¡Kerr!.— gritó logrando así que todos los que estaban en el campo de entrenamiento se girarán en su dirección, el vampiro corrió hasta ella, al darse cuenta que la pelirroja estaba desesperada, sus manos manchadas en sangre llamo la atención de todos en el lugar.

—¡Esa maldita zorra atacó a Sam!.—gritaba desesperada mientras corría nuevamente hasta las celdas. Kerr comprendió a quien se refiere y salió tras ella, Sam estaba en peligro, el vampiro sabía muy bien que aquel par de lobos estaban débiles y sintió pena por su amiga, al saber que podría perder a su compañero, aquello era injusto, él sabía cuánto ella había esperado por aquel idiota. Se sintió culpable cuando la vió de rodillas frente al cuerpo inconsciente de su compañero, gritó el nombre de dos de los guerreros e inmediatamente pidió ayuda para llevar al Alpha a la mansión.

—¡Lucila, Dioniso!.— gritaba desesperada Liz, necesitaban al médico de la manada, pero ella solo pensaba en estar cerca de él. El matrimonio llegaron de inmediato.

—¿Qué sucedió?.— pregunto una muy alterada Lucila.

—¡Lo atacó la maldita chupasangre!.— gritó entre el llanto, mientras subía las escaleras, con sus suegros tras ella, que con solo mirarse habían comprendido el porque su hijo había salido gravemente herido.

Dejaron el enorme cuerpo del lobo sobre la cama, todos se encontraban preocupados en aquella habitación, Kerr caminó hasta los padres de Sam y luego de una reverencia les hablo, con una preocupación palpable.

—Señor y Señora Walton, él se encuentra débil, creo que deben informarle a Liz cuál sería la única salvación.— sin decirme más, caminó hasta la puerta. Liz lo miró, para luego dejar salir aquellas palabras cegada por la irá y el dolor. Dispuesta a todo por destruir al culpable.

—¡Organiza todo el ejército, quiero ir a matar a ese maldito!.—el solo asintió con su cabeza y salió, con su mente nublada por la irá, él siempre se sentiría en deuda con todos los lobos que lo ayudaron en su peor momento, por lo que aquella guerra le correspondía, en aquel momento el pensamiento de entregarse había desaparecido, ya no se ocultaria, por lo qué caminó hasta el campo de entrenamiento y comenzó a dar órdenes, aquel día iría a recuperar lo que era suyo, iría a tomar lo que le pertenecia. Y siendo conciente que aquella especie merecía todo su apoyo, él mataría al maldito que destruyó su familia y a quién le estaba intentando robar la felicidad a su familia.

(****)

Narra Liz:

Siento mi corazón latir con fuerza, no puedo perder a este Imbécil, no ahora que todo comenzaba a estar bien. Mataré a ese maldito vampiro, le arrancaré su pescuezo, quemaré su asqueroso cuerpo. Maldita arpía que lo atacó, maldita seas tú Sam, ¿Porqué caiste en sus provocaciones?, ¿ Porqué no me escuchas, porqué sigues siendo tan idiota?.

*-Liz, busca soluciones. ¡Vamos luego le pateamos el culo a nuestro Alpha!.-* seco las lágrimas que mojan mis mejillas y me pongo de pie, mientras miro al doctor y a mis suegros.

—¿Qué se debe hacer?.— mi voz sale temblorosa, me duele el alma, el corazón y mi cuerpo, siento mis manos sudar. Hace unas horas lo tenía sobre mi haciéndome el amor y ahora está en aquella cama herido, escucho su corazón, está débil. Soy consciente de las miradas entre el doctor y mis suegros. —¡Hablen!.— les exijo.

—Liz, cariño solo vemos una solución a todo ésto.— Lucila, se nota afectada, claro que lo está. Su hijo está en esa cama con su corazón débil.

—¿Cuál?. ¡Hablen, no quiero perderlo!. ¿Él, él podría convertirse en uno de ellos a causa de aquella mordedura?.—

—¡No, eso no pasaría jamás Luna!. Pero sí puede quedar en un sueño profundo. Al ser un Alpha el veneno no causa el mismo efecto...

—¡Por la diosa, doctor diga de una vez que debo hacer!. Puedo escuchar como se debilita su corazón.— cortó su explicación que sinceramente ya no me interesa, solo quiero que él abra sus ojos y diga alguna de sus idioteces.

—Debe marcar a su compañero, nuestro Alpha está débil a causa de no haber completado su unión.— miro a mis suegros y luego a Sam, esto al gran macho no le va agradar, ser yo la primera en márcalo, pero no me interesa.

—Necesito estar a solas, por favor. Déjenme con Sam.— Lucila besa mi frente, para luego dejarnos solos. Camino hasta la enorme cama, para luego sentarme sobre sus piernas, su rostro está pálido, sus labios se ven de un color morado, observo las pecas de su cuerpo que tanto me fascinan. Miro en dirección a su herida y luego en la dirección contraria a su cuello, justo en el sitió dónde debe estar mi marca, tragó saliva con dificultad, se suponía que este momento tendría que ser especial.

-*¡Liz, debemos hacerlo!.-* Calista está desesperada y sintiendo la misma falta de aire que estoy experimentando yo, puedo sentir un leve dolor en mi pecho, se que todo tiene que ver con lo que está pasando con Sam.

— ¡Te amo!.— susurro sobre sus labios, para luego dejar un beso en ellos, sintiendo el frío tras pasar mi piel. Beso su cuello, para luego bajar lentamente hasta la zona que está entre la clavícula y parte de su cuello, el lugar exacto donde lo marcare para que todo el mundo sepa que tiene dueña.

Dejo salir mis colmillos, paso mi lengua sobre la zona,mis fosas nasales se inundan de su aroma adictivo, paso una de mis manos sujetan su cabeza por debajo, elevándolo un poco. Cierro mis ojos y con fuerza muerdo su piel, sintiendo el sabor metálico de su sangre. —¡Eres mío Sam Walton y yo soy tuya!.— susurro sobre su piel, sintiendo mi cuerpo débil, mi pulso se eleva a un ritmo que jamás había experimentado, la ventana de la habitación se abre con brusquedad, dejando ver así una luz que me deja sin visión, cuando un soplo caliente golpea mi rostro, pierdo la fuerza de mi cuerpo, callendo sobre Sam.

—¡Eres la fuerza, el sustento, el amor, la felicidad y la luz para tu Alpha y tu pueblo Liz White, Luna de la manda Sork!.— mi vista es inundada por una luz blanca con destellos azules, aquella voz y presencia no me causan temor, se que es nuestra diosa. un soplo tibio es lo último que percibo al quedar inconsciente sobre el cuerpo de Sam. 


TORMENTA Y PODER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora