Olwen es un ángel de nieve, enviado para vigilar a Camelia.
Él debe impedir que ella compré un regalo de Navidad, que podría causar muchos accidentes en cadena durante las fiestas.
Su misión es clara, pero ni él mismo sabe que regalo es el causante...
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Camelia
El búho blanco volvió a aparecer durante esa noche. Todavía no sé si fue un sueño o parte de la realidad en la que aún estaba medio dormida, pero estaba segura de haber escuchado campanadas en la ventana antes de verlo.
Eran como si esas campanadas fueran el sonido de sus alas al tomar vuelo. Cuando asome la cabeza por la ventana pude verlo acercarse, se poso en el balcón de mi habitación con un mensaje atado a una sus patitas. Se parecía mucho a una paloma mensajera que mencionaban los libros de historia de mi padre.
Tomé la nota y la abrí sin mucho cuidado, pero en lugar de palabras me encontré transportada observando un antiguo recuerdo que ya había olvidado. En aquella imagen veía a mi yo de siete años.
Lo recordaba vagamente fue una de las navidades en casa de la abuela, había salido con mi hermana y mis primos, pero me alejé persiguiendo una mariposa de nieve. Por suerte sabía el camino de regresó y no estaba perdida, pero encontré a un niño que si parecía estarlo. Él miraba a todos lados como buscando algo en el suelo, sus manos se veían rojas al igual que su nariz, así que decidí acercarme.
Le pregunté si estaba perdido, él negó rápidamente y siguió caminando, pero no avanzó mucho. Cuando su estómago sonó fuertemente retrocedió aceptando que lo ayudará. Ambos llegamos a casa de la abuela, mi hermana había salido a buscarme junto algunos tíos, todos estaban muy preocupados y cuando les conté sobre el niño supieron que sus padres también estarían buscándolo.
Nos quedamos juntos por dos días, mis padres estaban buscando a los padres del niño, pero parecían que salieron del planeta buscándolo. Pasamos tiempo juntos mientras esperábamos que se contactaran con su familia. En el recuerdo que se mostraba frente a mí, escuchaba las historias que compartíamos.
Le contaba que quería ser un elfo navideño de Santa cuando creciera, mientras que él pretendía ser un centinela al cuidado del taller en el Polo Norte. Esos eran los trabajos de los personajes de una serie de televisión que veíamos por la tarde mientras jugábamos en la sala.
Pasamos mucho tiempo juntos, hasta que sus padres se contactaron para que regresará con ellos. Al parecer estuvieron buscándolo con ayuda del consejo galáctico. Al final nos despedimos, pero tiempo después lo volví a ver, su rostro se me hacía familiar. Fue cuando trate de escapar de una avalancha al pie del monte nevado en donde vivió mi familia una temporada. Ese fue el último recuerdo que tuve de él.
Continuará…
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