☃️5. Nochebuena☃️

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Camelia

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Camelia

Cada vez faltaba menos para la nochebuena y todavía no conseguía los regalos que deseaba para mi familia. Sé muy bien que lo material no es lo más importante, pero aún así se había vuelto una tradición dar obsequios, quería llevárselos al menos a los más pequeños. Por otro lado no quería causar el fin del reino solo por un regalo. ¿Por qué al menos la profecía no dijo a quién le daría el regalo peligroso? De ese modo tendría cuidado solo con un regalo y no con todos.

—¿Quieres volver a la tienda? —preguntó Olwen esperando en la sala de mi casa como cada mañana desde que llegó.

—No, y no iré hoy.

—¿Te sientes mal? —preguntó, acercándose para tomar mi temperatura con una mano.

—Solo agotada —dije y me alejé antes de que pudiera tocarme.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

—No lo sé, ah lo tengo. Que tal si me cuentas como pasan la Navidad en tu familia.

—¿Qué? ¿Por qué quieres saberlo?

—Es solo curiosidad, quiero saber cómo son tus navidades. ¿Qué regalos te dan? ¿Qué tradiciones tienen? ¿Cuál es tu postre navideño favorito?

—Ah bueno, es qué... —hizo una larga pausa.

—¿Qué pasa? No quieres decírmelo, ¿está bien si primero te cuento sobre mi familia? —pregunté sin esperar una respuesta.

Decidí contarle las tradicionales navideñas de mi familia. Después de todo supuse que como ángel de nieve, él ya debía saber gran parte de los detalles de la navidad tradicional. Me preguntaba cómo eran las navidades para los ángeles y la suya personal, ¿tendría una reunión con su familia? ¿usaría magia para algo que no fuera el trabajo?

Para mi familia era muy típico y hogareño. Todos la pasábamos en familia durante el día desayunando panetón y chocolate caliente con una película o música navideña a todo volumen. Por la tarde nos dividimos en dos grupos. Yo los llamaba el grupo peque, con los más pequeños y dos guardianes a su cuidado, ellos veían películas y jugaban juntos en la sala o el jardín. Mientras que el grupo de los grades, se encargaba de cocinar, resguardar los obsequios y terminar de limpiar la casa. Por la noche en la cena cada uno tenía sus propias formas de pasar la navidad, algunos bailan, otros dormían esperando abrir sus regalos al siguiente día. Una vez mi prima pequeña se quedó despierta para abrir el suyo, pero apenas dieron las doce se quedó dormida junto al árbol, tenía solo siete años.

—...Otra tradición solo se da una vez en cada año bisiesto. Hacíamos intercambio de regalos por sorteo, creo que será el próximo año —terminé de contarle, esperando que eso rompiera el hielo y quisiera hablarme de su propia historia.

—Suena interesante, en especial la parte de los peques —sonrió y se rió con aquella frase.

—Bueno, yo ya te conté todo sobre mi familia, es tu turno, ¿o acaso no quieres decirme?

—No es eso, lo cierto es que no recuerdo nada antes de ser reclutado y durante las fiestas suelo pasarla en el trabajo haciendo papeleo.

—¿Qué? Eso es imposible. ¿Qué hay de tu familia? —pregunté sorprendida al escucharlo.

—Bueno, verás cuando alguien se convierte en ángel de nieve no solo pierde contacto con su familia, también pierde el recuerdo de ellos y de las personas cercana. Esas personas también olvidan nuestra existencia. Ese es el precio de la magia de hielo que posee un ángel de nievo, debemos vivir recluidos en la torre de magia sin ningún lazo afectivo —explicó Olwen tratando de disfrazar sus sentimientos con una débil sonrisa.

—¿Por qué? —La pregunta salió de mis labios sin permiso.

No era mi intención seguir metiéndome en un pasado que parecía incomodarlo, pero no sabía cómo procesar aquello. Resultaba que no sabía nada sobre los ángeles de nieve como pensaba.

El destino de su magia era muy solitario y yo solo pensaba que eran arrogantes y vanidosos. La magia que poseían y su estatus eran elevados y muy respetables, pero ¿Por qué nadie hablaba de todo los sacrificios que hicieron por culpa de esa magia?

—Es peligroso para un ángel de nieve tener una familia. Es como el hielo que solo se da en invierno, es alegre si dura poco. No puede ser eterno o el mundo caería en una era de devastación —comentó volviendo a fingir aquella sonrisa triste.

No sabía que decirle, así que solo me quedé callada por un momento, pero entre más lo pensaba no me parecía correcto. Mientras lo observaba, un pensamiento fugaz pasó por mi mente. Si seguía callada tenía el presentimiento de que me arrepentiría más tarde; así que me acerqué e hice lo único que en lo que pude pensar, extendí mis brazos y lo abracé.

Fueron solo segundos, cuando me aparte desvíe la mirada de inmediato. De algun modo presentía que él también hizo lo mismo por inercia.

—Tengo una idea, ¿vamos a la plaza? —pronunció Olwen antes de que yo pudiera decir otra cosa.

—¿Ahora?

—Para mañana es tarde —respondió tomando mi mano para salir con prisa de casa.

Continuará...

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