-Aíra Andromeda

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Tal y como Jennifer le había advertido. Cuidar a una bebé no era nada fácil. En especial a esta bebé.

Dos años pasaron desde que Spencer tomó esta decisión. En ese tiempo se percató de que la pequeña era diferente al resto. Así que procedió a llevarla a hacerse análisis para saber con exactitud que le pasaba, aunque el ya se hacía una idea gracias a sus conocimientos.

THDA ( Trastorno Hiperactivo por Déficit de Atención ) y dislexia. Esto le hacía mil veces más difícil el trabajo, pero a pesar de todo, nunca se arrepintió de su elección.

En la escuela llegó a ser discriminada tanto por los niños como por los maestros. No podía leer y mantenerse quieta mucho tiempo. No era su culpa, pero los maestros y sus compañeros no lo entendían.

Tuvo que ser transferida de escuela, alrededor de cinco veces en cuatro años. La primera vez fue porque había agarrado a una serpiente que le doblaba el tamaño ocasionando que sus compañeros se asustaran y corrieran del terror. Algunos afirmaban que la serpiente estaba viva hasta que ella la tocó.

-Lo sentimos señor.-hablo la directora de la institución. Le dedicaba miradas asqueadas a la chica que estaba sentada al lado de su padre con la cabeza abajo y muy apenada.- No podemos educar a su hija aquí. Asusta a los demás niños y ya a su edad debería saber leer y escribir con normalidad como los demás de su edad.

-No es su culpa. Sufre dislexia y eso le dificulta ese tipo de cosas.-le reclamo Spencer.-Usted es una profesional ¿no?

-Señor Reid, le pido que se calme...-le pidió la mujer fingiendo amabilidad.

-Como profesional en educación, usted debería tener más tacto con respecto a este tipo de situaciones. Y por cierto estoy calmando y para usted es Doctor Reid.- Aíra nunca había visto a su padre de esa manera. Se le notaba la cólera y el enojo por la situación. Cosa provocada por ella, lo cual la hizo sentir culpable.

-Doctor Reid... Por favor le pido que se retire. Ya le entregamos sus papeles, además...-La mujer se tomó una pausa y volteó a ver a Aíra con molestia.- esa niña solo trae problemas a donde vaya.

Esas palabras se clavaron en su corazón como estacas. Y fueron grabadas en su mente. En ese entonces tenía solo 6 años.

-Perdón...-dijo Aíra en un tono súper bajo. Se sentía fatal. Solo lograba traerle más problemas a su padre el cual ya muchos tenía con su trabajo.

Spencer se detuvo al escucharla. Se agachó hasta estar a la altura de ella y la miró a los ojos con una dulce sonrisa.

-No fue tu culpa ¿Okey? Ellos no pueden ver lo especial que eres. Todos somos diferentes a nuestra manera, así que no dejes nunca que esos comentarios te afecten. No es tu culpa que pasen esas cosas, simplemente eres diferente a ellos y eso está bien. Ya encontraremos otras escuelas.-El mayor le revolvió el cabello y la atrajo hacia el en un abrazo.

Para que Aíra pudiera contrarrestar su THDA, la dejaba tener todo tipo de actividades extracurricular. Tales como, esgrima, karate, tiro con arco, canto y hasta natación. Cualquier cosa que la ayudara con su hiperactividad y que a ella le interesara practicar fuera del horario de clases, lo haría. Le servía para distraerse y tampoco era como si tuviera amigos con los cuales salir a divertirse.

Nunca consiguió amigos en la escuela. Según estos ella daba miedo y hasta se llegó a hacer un rumor en su escuela de que era una especie de monstruo que repele a las personas.

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Spencer por fin consiguió un internado en el cual la aceptaron. Esto le daría mayor facilidad de hacer su trabajo, aunque no significaba que descuidaría a su hija, claro está.

𝑭𝒂𝒊𝒓𝒚𝒕𝒂𝒍𝒆 - 𝑷𝒆𝒓𝒄𝒚 𝑱𝒂𝒄𝒌𝒔𝒐𝒏 [𝟏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora