-El tren de los recuerdos perdidos

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Los cuatro fueron engullidos por las sombras y cayeron de rodillas en frente de un establecimiento. Percy, Annabeth y Grover, agarraron sus estómagos y vomitaron en el suelo. Aíra sintió unas horribles nauseas y si antes se sentía débil por lo que le hizo a la furia, ahora sentía que no tenía una pizca de fuerza en su cuerpo.

-¡Andromeda!-le regañó Annabeth cuando se recuperó.-¡Te dije que nada de viajes entre las sombras! Es demasiado peligroso para el usuario hacer viajes si no sabe controlarlo ¡y aún más con tantas personas!

-Estoy... estoy bi-ni siquiera pudo terminar la frase, la vista se le nubló y a lo lejos escuchó la voz de ellos gritar su nombre antes de caer inconsciente.

Lo bueno de caer inconsciente, fue que el malestar que sentía, desapareció. ¿Lo malo? Era una semidiosa, las pesadillas la invadieron automáticamente.

Se encontraba en la sala de su casa. Había papeles y archivos por todos lados. Vio un pizarrón con un mapa en el cual señalaba distintos destinos con fotos de ella en algunos puntos.

Frente al pizarrón, vio a su padre... tenía un aspecto deprimente, su pelo estaba más largo que antes y todo desordenado, su atuendo que siempre trataba de llevar lo más impecable posible, estaba todo desarreglado, se notaba que no habia dormido en días debido a las enormes ojeras que tenía, seguramente tampoco había estado comiendo como debía.

-Que es lo que no estoy viendo... piensa Spencer.-lo escuchó susurrar. Una sensación de culpa la abordo, quería estar con el, abrazarlo y no soltarlo nunca más. Quería contarle todo lo que había pasado y lo que había descubierto... pero no podía hacerlo.

-Mira que lamentable está.-dijo una voz desconocida haciendo que a Aíra se le helara la sangre.-Si haces lo que te digo, puedo ayudarte a que su vida no sea tan lamentable.

-¡¿Quien anda ahí?!-grito Aíra queriendo moverse pero algo la retuvo en su lugar. De repente sintió una corriente fría recorrer su nuca y una respiración a su espalda.

-Tu existencia es una maldición para todos.-le susurró la voz.-Solo míralo.-Aíra levantó la vista hacia su padre el cual tiraba de su cabello con fuerza mientras se gritaba a sí mismo que siguiera pensando.- ¿viste como todos te miraron en el campamento? ¿No estás molesta?-dijo aquella voz con todo burlón.

-Déjame en paz...-dijo Aíra apretando con fuerza los puños y cerrando los ojos. Quería despertar, no soportaba mas esa imagen de su padre y esa voz.

-Mira lo que le pasó a tus amigas.-dijo aquel hombre.-una murió ¿no? ¿De quien es la culpa?

-Yo... yo no...-la respiración de Aíra era cada vez más pesada, sentía un nudo en la garganta.

-Los hijos de tu padre siempre atraen eso.-dijo el hombre.-Si haces lo que te digo, te ayudaré a que esa maldición que cargas no sea tan pesada. ¿Crees que serás aceptada por los dioses o incluso los semidioses? No, solo yo puedo darte un lugar.

-Déjame en paz...-dijo Aíra llevando sus manos a sus oídos, no quería seguir ahi, quería despertar. Sentía una presión enorme en su pecho.

-¡Miralo!-le grito haciendo que esta abriera los ojos y observara con su padre empezaba a romper todas sus cosas mientras se gritaba todo tipo de cosas a sí mismo.-Todo es por tu culpa.

Aíra despertó de golpe cuando sintió una bofetada impactar en su mejilla y su frente chocó con la de alguien. El aire le faltaba y sentía unas horribles ganas de llorar, un enorme nudo amenazaba con desatarse en su garganta para darle comienzo a los sollozos.

-¡Auch!-se quejó Percy sobando su frente.

Aíra levantó la vista y ahí estaban sus amigos mirándola con preocupación. Miró a su alrededor, parecían estar en una especie de sótano y ella tenía sus manos amarradas.

𝑭𝒂𝒊𝒓𝒚𝒕𝒂𝒍𝒆 - 𝑷𝒆𝒓𝒄𝒚 𝑱𝒂𝒄𝒌𝒔𝒐𝒏 [𝟏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora