Cada chico que yo molestaba intentado encontrar en en ellos algo semejante a mis novios literarios habían desaparecido completamente de mi vida, nunca he sabido nada más de sus existencias, ni siquiera sus nombres. Pero esa vez fue diferente, ese chico se encontraba delante de mí con su aspecto perfecto y angelical, revelando su nombre, algo que nunca pedí saber.
—¿En que lío te has metido Zoe?_—Por cierto, se te ha caído esto mientras huías —señaló hacia lo que sostenía en su mano
_No podía ser_
Mi agenda amarilla con unos búhos en su portada se hallaba en la mano de ese desconocido, en sus páginas escribía la lista de deseos que comencé hace mucho.
Cumplir todo lo anotado en esa lista se había convertido en mi razón de vivir, parecía algo estúpido pero para mí era muy importante; sentir esa satisfacción de que si moría mañana no me arrepentiría de no haber hecho cosas que deseaba hacer; por muy tontos he insignicantes que parecían esos deseos, esas tonterías me mantenían con ganas de seguir respirando, algo que normalmente se me antojaba pesado.
Esa agenda era algo muy personal, ni siquiera a mi madre le había permitía leerla y solo rezaba para que ese chico no haya husmeando en sus páginas.
—No se te ocurrió leer nada ahí ¿verdad? —pregunté con la esperanza de que su respuesta fuera un 'no'
—De ahí saqué la información para encontrarte
_Diganme que no escuche eso, tal vez si fumé porros de verdad y no me acuerdo_
Pensar en que alguien leyó el contenido de esa lista me ponía muy furiosa. Este tío conoció mis anhelos, anhelos que solo una persona como yo podía tener.
—¿Acaso no te enseñaron en tu casa a no revisar las cosas de los demás? —mi paciencia empezaba a acabarse, de seguro pensó que estaba loca
—No lo tomes a mal, yo solo queri...
—¿Por qué rayos tuviste que leer la maldita lista?—pregunté con rabia
—Ey —dijo colocando sus varoniles manos sobre mis hombros para calmarme —solo la leí para para saber dónde hallarte y devolver tu agenda —añadió
—¿Es que no podías preguntarme?
—Tal vez, si no hubieras huido —hablaba como si fuese demasiado obvio, y pues, tenía razón
—Te agradezco por devolverla —dije intentando sonar amable —ahora si me permites, déjame atender a mis clientes, por favor —manifesté al ver a una chica observando los grandes estantes desde la puerta
—Pues yo llevo un largo rato aquí y tú sólo me has gritado sin atenderme de forma profesional ¿así tratas a tus clientes? —expresó alzando un poco la voz para provocarme
La jóven que entró en la librería hacía unos minutos observaba meticulosamente la sección de fantasía hasta que se giró hacia nostros; la pobre no pudo evitar escanear el cuerpo de Noa de arriba a abajo abriendo sus ojos como platos al notar la perfección que yacía en él, que situación tan incomoda se estaba comiendo con la vista al chico posicionando delante de mí, ella le saludó extremadamente nerviosa y él angel le respondió con una sonrisa.
_Mi chico literario la hubiese mirado con indiferencia_
—¿De verdad quieres comprar algún libro? —inquirí volviendo a la conversación de antes—creí que solo habías venido a devolver mi agenda
—Sí, claro que lo haré —manifestó con una mirada divertida en sus ojos
—¿Te gusta leer? —pregunté esperanzada de que su respuesta fuese sí
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Las heridas de Zoe
RomanceElla era una chica llena de heridas, llena de sonrisas rotas corriendo tras sus deseos para encontrar las ganas de vivir. Él era el antídoto, la cura para los rasguños que se habían marcado en la piel de Zoe.