Tal vez solo era mi miedo a que las personas que más quería desaparecieran, pero sentía que algo no iba bien, que no volvería a ver a Noa y por mucho que tratase de negarlo tenía su mirada todo el tiempo en mi mente.
—Lo sentimos, no responde —ya no sabía cuantas llamadas le había hecho y no contestó ni una sola, pero no podía darme por vencida
—¿Zoe? —al cuarto tono oí su voz
—Sí, soy yo, solo..., solo quería saber si todo iba bien —dije muy nerviosa, es que, si tal vez no había contestado mis otras llamadas es porque no necesitaba que le molestase
—Necesitaba hablar con alguie, no, con alguien no, contigo, te extrañaba, no contesté las otras llamadas porque estaba muy ocupado cuidando de mi madre, sosteniendo su mano... —y todos los miedos que sentía él los eliminó con unas simples palabras
—¿Cómo está ella? ¿Es muy grave?
—Ratona... —sentí que las palabras de repente se le cortaron y me dolió muchísimo escucharle así —fue un intento de asesinato, alguien la golpeó y trato de matarla, está inconsciente, esperamos que despierte pronto —entonces él se puso a hablar, a desahogarse sabiendo que yo le escucharía, a mostrarme sus preocupaciones para que yo pudiese ayudarle —pero ¿quién va a querer matarla? ¿Y si él asesino vuelve? Tiene graves lesiones ¿y si no despierta? ¿Qué haré? Ella decidió ser mi madre, y lo fue de verdad ¿Cómo podré sentirme bien sin ella? —hubo una pausa en la que solo escuché soyosos, mi ángel de sonrisa celestial estaba llorando
—¿Noa? voy a prepárate algo para que comas y llego en unos minutos, no voy a dejarte solo, nunca —otra promesa por la que seguro aquí...
****
Llegué a casa; para mi suerte mis padres no estaban y eso significaba paz, me quité la ropa de trabajo y me coloqué mi pulover ancho con pantalón corto y comencé a preparar una tarta de chocolate, lo único que quería era llegar a donde Noa y decirle que no estaba solo, sostenerle entre mis brazos para que no se derrumbara, porque Nathan me mostró lo valioso de estar ahí para otros, y yo quiero estar para ese chico que parece un ángel pero es tan vulnerable como un ser humano.
Un rato después la tarta ya estaba hecha, olía tan bien... tomé mi chaqueta y salí para tomar el taxi. Estaba en la acera del frente cuando le vi en la puerta del hospital, quería correr hasta él, y justo en ese momento sonó mi teléfono, era Noa
—Ya estoy... —trate de avisarle de que me encontraba justo enfrente pero me interrumpió bruscamente
—Pensándolo bien, no quiero que te aparezcas aquí— su voz era fría...
—¿Por qué? ¿Pasa algo?
—Solo no quiero que vengas
—Pero... yo quiero estar junto a ti
—¡Dije que no vengas! No tienes que estar junto a mi porque yo no te necesito
No pude decir nada más, la línea se cortó y aunque él no hubiese colgado no creo que yo tuviese fuerzas para contestarle nada más, volví a meterme en el taxi y le pedí que me dejara en un parque cercano, no me volví para verle cuando me marchaba.
Mi mente comenzó a pensar, a hacer preguntas, incluso antes de llegar y después de media hora caminado en un lugar solitario:
¿Por qué Noa? ¿Por qué? ¿Por qué tuviste que actuar así? Seguro yo..., seguro por mí..., es que mi presencia...; en cada pensamiento la culpable de todo era yo porque en ese momento no conocía sus verdaderas razones para que yo no pisara ese hospital.
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Las heridas de Zoe
RomanceElla era una chica llena de heridas, llena de sonrisas rotas corriendo tras sus deseos para encontrar las ganas de vivir. Él era el antídoto, la cura para los rasguños que se habían marcado en la piel de Zoe.