Ese hombre al que había llamado padre toda la vida estaba en la entrada del hospital esperándome muy inquieto, traté de ser natural y hablarle como si no supiera que sus manos estaban manchadas de la sangre de las personas a las que más había amado en la vida.
—¿Noa donde estabas? No quise tomar una decisión sin ti para decidir si cremar el cuerpo de tu madre o enterrarlo.
El cuerpo de mi madre... me recorría un escalofrío al pensar en que yacía muerta en una camilla, pálida y fría sin poder mirarme a los ojos, sin ese calor que me transmitía al darme un abrazo cada cinco minutos, joder quisiera decirle lo mucho que la necesitaba.
—Vamos a enterrarla —traté de sonar firme pero la voz se me quebrabá, no era nada fácil —junto a Nathan
—Me parece buena idea, entremos, está en la morgue
Vi como de los ojos de ese tipo saltaban lágrimas que él intentaba contener y me dieron unas ganas enorme de gritarle en su cara que él no tenía derecho de llorar por ella cuando él mismo fue su asesino, pero tenía que controlarme, todavía no era el momento, muy pronto le gritaría que lo despreciaba tanto como una vez lo admiré.
****
Su sepultura, una lápida con su nombre, no... no, ella... mi madre, mi madre estaba bajo tierra y mi pecho se desgarraba ¿Cómo se describe este dolor? No podía soportarlo, no podía, se me atragantaba cada lágrima necesitaba llorar y desahogarme y no salía ni una gota.
No sabía cuanto tiempo había permanecido allí, de pie, observando su nombre grabado en una piedra, todos se habían ido y solo quedabamos ese hombre y yo.
¿Por qué? ¿Por qué la mataste? Quise preguntarle cuando me dijo que era tarde, pero de mi boca lo único que salió fue un rotundo 'no me iré a ningún lado' él se marchó con rostro afligido y me dejó.
—Madre... madre te juro que pagará por lo que le hizo a Nathan y a ti, te lo juro... —sabía que ella no podía escucharme pero aún así le hablé a la tierra que cubría su cuerpo —y ten por seguro que te extrañaré con cada vena, con mis riñones, en cada órgano estará tu risa porque el alma no es suficiente para guardarte en ella, joder mamá ¿cómo voy a sobrevivir ahora? Me quedé incluso sin mi padre ¿Cómo pudo hacernos eso? Mamá te estoy necesitando justo ahora, solo... solo debías sostenerme en tus brazos —mis soyosos se hacían más fuertes, lloraba con el pecho, sentía que me vaciaba —¿Recuerdas cuando papá me decía que los hombres no lloran? Yo iba corriendo a tus brazos porque contigo si que me podía permitir no llorar, y joder mamá ¿por qué tengo que ser huérfano otra vez? Lo siento mucho, mucho, pero duele también recordar al hombre que me crió, él decía que yo era su niño valiente y ahora... ahora necesito valentía para meterlo tras las rejas —mis manos se cerraron en puños y comencé a dar golpes a la tumba hasta que me sangraron los nudillos, tomé la usb que llevaba en el bolsillo y salí de ahí, porque se lo debía a mi madre, a mi hermano, a Zoe, me lo debía a mí, ese hombre iba a recordar día tras día todo lo que hizo hasta que ardiera por dentro y no tuviera a nadie a su alrededor para apagar su fuego
Me encaminé a la comisaría con los ojos enrojecidos, con los puños sangrientos y con toda mi vida derrumbándose a cada paso que daba. Me sentía decidido, firme, pero se me paralizó todo al verme frente al oficial Fuentes quien estaba atendiendo el caso de Ester Smith; mi madre.
—¿Le sucede algo señor Harrison?
Sentí que las palabras se me atragantaban en la garganta, apreté fuerte la usb que sostenía en mi mano y la coloqué sobre la mesa a la vista del oficial Fuentes. Él la observó con gran interés y la señaló para que le dijera que era eso.
—Ya no busque más oficial, el archivo dentro de esa usb deja claro quien era el asesino, no solo de mi madre, sino, también de Nathan
—¿De dónde sacó esa usb?
—Eso no es relevante, haga su trabajo por favor
El oficial me miró detenidamente y después de unos largos segundos se fue a otro despacho con la usb en la mano. Yo no sabía como respirar, solo quedaba esperar pacientemente a que lo declararan culpable.
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Las heridas de Zoe
RomanceElla era una chica llena de heridas, llena de sonrisas rotas corriendo tras sus deseos para encontrar las ganas de vivir. Él era el antídoto, la cura para los rasguños que se habían marcado en la piel de Zoe.