Estaba encerrada en mi cuarto, encerrada en mis pensamientos mirando el techo, llevaba tres días llorando sin poder dejar de hacerlo, pero mejor soltarlo que mantenerlo reprimido.
Seguía sin saber de Noa desde la última vez que lo vi, su madre había muerto, yo más que nadie entendía que necesitaba espacio, alejarse de todos y chocar con la realidad, así como yo después de ver a Sara soltar mi mano y quedarse inmóvil, después de la noticia de que habían asesinado a Nathan, un asesinato dónde nunca se halló el culpable.
Tenía la boca seca, me había metido en mi cueva y no había salido desde la noche anterior, no tenía hambre pero sí sed, a pesar de mis pocas ganas de tener que dar explicación a mis padres y soportar la cara preocupada de mi madre me dispuse a encaminarme a paso lento a la cocina.
—Hola Zoe —dijo mi padre, él sabía que si me preguntaba como me sentía no le respondería y le agradecí no haberlo hecho
—Hola papá —contesté con pereza, él se volteó hacia mí, debes en cuando se ponía a ver las noticias y criticar cada cosa que oía, hoy estaba muy callado pero yo no tenía fuerzas para preguntar
Tomé mi vaso con agua y me encaminé hacia mi dormitorio otra vez y justo cuando iba a cerrar la puerta las palabras de la periodista resonaron en mi cabeza como un fuerte estallido.
—Después de tres años se descubre quien fue el causante de la muerte del jóven Nathan quien falleció a la edad de veinte años, su padre, fue su asesino, confesó que había tratado de matar a su hijo adoptivo, Noa, pero sus matones se equivocaron de persona y fue la vida de su verdadero hijo la que arrebataron. En el día de ayer se descubrió también que fue quien asesinó a su mujer, Ester, ya que ésta descubrió unas pruebas que lo incriminaban de la muerte de su amado hijo legitimo, antes de morir ella le dio a su otro hijo una usb que contenía esas pruebas, y fue él quien movió los hilos y estuvo dispuesto a hacer justicia por su familia y encerrar al hombre que lo había criado. —mi mente no sabía como procesar la información, su padre fue el asesino..., su padre, y Noa era...
Quería gritar, quería correr, un volcán estaba estallando dentro de mí, Nathan, mi amor, mi cielo, ese chico me había salvado, era parte de mí ¿y qué pude hacer yo? ¡Absolutamente nada! Si esa noche tan solo no me hubiese llevado a nuestro lugar, si esa noche no me hubiera acompañado a casa tal vez él... ¡Maldita sea mi vida! ¡Maldito el día en que Nathan se fue de mi lado! ¡Joder! Y Noa... me había permitido enamorarme de él sabiendo que era el hermano del hombre al que nunca dejaría de amar, había bailado, había leído, y había comenzado amar al hermano de quien yo más deseaba en éste mundo.
—Zoe, hija... —mi madre me sostuvo el rostro, mi padre tomó la revista del sofá y comenzó a hecharme aire
—Mamá Nathan... yo...
—Hija, ya se hizo justicia, ahora ese maldito que le hizo eso a tu príncipe se pudrirá en la cárcel
—No, yo..., yo tengo que irme, Nathan..., Noa...
No escuché ni una palabra más, me apresuré al umbral y corrí hacia la carretera, las lágrimas no me dejaban ver por donde caminaba pero mis pies sabían bien adonde me llevarían, se sabían cada piedra del camino que recorría a ese lugar.
Me faltaba el aire, se me encogía el pecho, algo me oprimía por dentro, quería gritar, necesitaba gritar, solo unos pasos más...
El edificio se divisó frente a mí, el único en toda la redonda, ahí, ahí había pasado los mejores días de mi vida, con Nathan. Subí las escaleras sin disminuir velocidad y llegué a la azotea tan rápidamente como el día en que descubrí que Nathan había muerto, siempre venía aquí.
—¡Nathan! ¡Te amo! —grité hacia el vacío que se veía alrededor del edificio, las estrellas bailaban a mi alrededor —Te lo juro... ¡Te amo! ¡Nunca habrá nadie como tú! ¡Mi príncipe! Solo tú... ¡Cántame otra vez te lo ruego! Quiero dormirme en tus brazos, Nathan... ¡Sé que no puedes verme y que tu cuerpo es polvo pero tu olor todavía está aquí! Es como si te sintiera conmigo ¿sabes? Si este lugar se desplomara yo quisiera caer con él ¡Lo siento chico perfecto! Lo siento y te siento todavía muy dentro de mí... ¿Cómo se deja de amar a la única persona a la que amaste de verdad?
Mis rodillas fallaron y sin poder sostenerme caí al piso como soldado herido y sí que estaba herida... desde el alma hasta los huesos, desde su nombre hasta el mío, desde lo que fuimos y lo que nunca más podríamos ser...
Dicen por ahí que el alma de las personas sigue viviendo en el más allá, yo no concuerdo con esa idea pero sí creo que las personas nunca mueren cuando permanecen en la mente de quién más los ama y tal vez el día que yo muera lo haga para siempre pero Nathan..., mi príncipe seguirá viviendo conmigo hasta mi último suspiro como lo prometimos una vez, y él..., él lo cumplió y yo lo haré también.
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Las heridas de Zoe
RomanceElla era una chica llena de heridas, llena de sonrisas rotas corriendo tras sus deseos para encontrar las ganas de vivir. Él era el antídoto, la cura para los rasguños que se habían marcado en la piel de Zoe.