🍁Getaway XXV🍁

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El pequeño Adrián dormía plácidamente en mis brazos, era tan chiquito y frágil cuando Valentina nació, aún era muy niña, así que no recordaba nada sobre cómo se cuidaba un bebé, por ello Franko se encargó de recomendarme una buena amiga suya que era enfermera se dedicaba a cuidar personas mayores y en algunos casos bebes deje a Adrián con la niñera tenía que ir a la oficina para tratar de arreglar el asunto de Dexter le di un suave y rápido beso en la frente a mi bebé antes de irme.

──Cuídalo mucho, por favor, no te separes de él ni un segundo

──No sé preocupe, señora, su bebé está en buenas manos, váyase tranquila

¡Tranquila! Con Dexter asechandome no creo. 

──Aria, el señor Franko te espera en tu oficina junto con tu abogado

──Bien, cancela todas mis juntas y no me pases ninguna llamada, excepto si se trata de la niñera

Azucena asintió y corrí a mi oficina. Con estás corridas no necesitaré más un gimnasio. Ambos hombres se pusieron de piel al verme llegar.

──Buenos días, señores, ya hay noticias

──La firma es real, Dexter tenía razón

Afirmó mi abogado. Mis ojos buscaron ayuda en Franko, no podía dejarle todo a Dexter.

──Yo mismo estuve presente en el peritaje caligráfico, es la firma de Anderson

No puedo convivir más con el asesino del amor de mi vida, me volvería loca, entonces lo entendí.

──Voy a vender mi parte 

Los hombres se quedaron perplejos ante mis palabras.

──¿Estás segura de eso?

──Aceptémoslo, esta empresa ya no es ni el diez por ciento de lo que era antes, estamos arruinados, además ahora tengo un hijo y por él voy a deshacerme de todo lo que me até a Londres, incluyendo esta empresa y no traten de convencerme de lo contrario, la decisión está tomada

──¡En hora buena! 

──Es la mejor desicion

«Qué bueno que no trataron de tenerme».

──¿Robles te puedes encargar, por favor?

──En este momento me pongo a trabajar

Mi abogado se despidió y salió, dejándome a solas con Franko. Le hice un gesto para qué se sentará de nuevo.

──Franko, quiero pedirte que me ayudes con algo, quiero proteger a mi bebé por si algo llegará a pasarme, quiero poner todos mis bienes a su nombre 

──Nada va a pasarte, pero tienes razón. Es mejor estar precavidos. Ya también estoy tramitando el papeleo para demostrar que Adrián es hijo de Anderson y así poder descongelar sus cuentas y recitar todo su dinero 

Un balde de agua fría cayó sobre mí con la sola mención de la muerte de Anderson, esa palabra últimamente la iba a escuchar más veces de lo que desearía.

──Gracias por todo lo que estás haciendo por nosotros

Agradecí, realmente ha sido un gran amigo. No entiendo por qué Anderson jamás me habló más de el cómo Franko lo hace con él.

──¿A dónde planeas irte después de vender las acciones?

──A mi casa en Manchester, allá me esperan mi hermana y su marido 

Mentí en parte de la historia, aún no sabía que yo era la mujer que su mejor amigo metió a la cárcel siendo inocente, aunque el mayor responsable fue Dexter. A él no le importó más que evitar que la imagen de la empresa y su apellido acabasen manchados y envueltos en un escándalo, a pesar de que aprendí a perdonarlo y sobrellevarlo, sigue doliendo.

Sigue presente el remordimiento por haberle dejado enamorarse de una mujer que ni siquiera existía.

──Anderson sabía de ellos 

──Jamás preguntó y yo nunca pude decírselo. No me llevó muy bien con ella la última vez que la vi, nos dijimos cosas horribles la una a la otra 

──Si cambias de opinión, no dudes en decírmelo, iré a visitarlos cuanto pueda 

──Ojalá sea muy seguido, mi pequeño necesitará a su Tito para que le cuente las maravillosas historias de su padre 

──Cuenta con ello, si Anderson estuviera aquí, me cocería la boca y me tiraría al mar con las manos atadas y una piedra enorme amarrada a los pies 

Reímos por un buen rato hasta que tuvo que irse y lo lamente. Por qué era cuando estaba sola, que todo el peso del mundo recaía sobre mí y estaba obligada a cargarlo sin ayuda. 

La hora de la comida había llegado, no tenía ánimos de salir a ningún lado, así que ordene una pasta a la Carbonara del mismo restaurante en donde Anderson me había pedido que me casará con él, lleve mis manos a mi pecho en dónde se hallaba escondido entre mi camisa el anillo que me dio colgando de una cadena a forma de collar de esa forma lo tendría siempre cerca de mí.

La comida llegó, olía riquísimo, pero no podía pasar más de dos a tres bocados. Me dejé caer hacia atrás en la silla y cerré los ojos que estaban por derramar lágrimas. Las obligué a regresar cuando escuché a Nathan llamando a la puerta.

──Pasa está abierto

Asomó la cabeza con una gran sonrisa en los labios.

──¿Cómo te va jefa? Puedo acompañarte a almorzar

──¿Y tu comida? 

Entro por completo en la oficina y pude notar los envases de desechables que traía en las manos. No pude evitar sentir cosquillas en el estómago, pero ignoré aquello como todas las demás cosas en estos días.

──Pasta a la Carbonara, se huele desde afuera. ¿Te gusta la comida italiana?

──Si está buena 

Nathan comenzó a devorar su comida mientras yo solo le veía, se detuvo y clavó su mirada oscura en mí, aparte rápidamente los ojos de él y los detuve en la pared blanca de mi oficina.

──No piensas comer, se enfría 

──La verdad es que no tengo apetito

──Es por Anderson, ── la sola mención de su nombre me estremecía ──recuerda que tu bebé te necesita fuerte 

«Tienes que ser fuerte es lo que todos me decían, pero cuando no tienes donde aferrarte, es complicado mantenerte en pie sin caer al vacío».



Contigo Sí (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora