🍁Verdades que Duelen XXVII🍁

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Las despedidas son dolorosas y, más teniendo en cuenta que jamás volverás a ver a esa persona. Caminaba hacia la salida y, mientras avanzaba algo invisible, me tomaba de los pies tratando de obligarme a miras atrás a regresar. Muchos conocen esa sensación como negación, no quería aceptar la muerte de Anderson porque seguía estando tan vivo en mi corazón.

──¿Estás lista? 

Interrogó al verme tan renuente a no caminar hacia el aeropuerto, me tragué el nudo en mi garganta y asentí. Nathan cogió las maletas bajándolas de su auto. La niñera se llevó a Adrián dejándome sola para poder despedirme.

──No me gustan las despedidas

Acepté con lágrimas, a punto de salir. Nathan se limitó a abrazarme y antes de irse depositó un casto beso en mi cabeza.

──Esto no es una despida, sino un hasta pronto, cuídate mucho bonita

Dejé atrás esos ojos bonitos y llenos de amor en Londres, incluyendo mi corazón, dije que Aria debía morir y así fue. Ella murió con Anderson ese día y Tamara tuvo la valentia para renacer con más fuerzas que nunca.

El viaje fue largo y cansado, pero por fin estaba en mi casa. Después de tantos años, todo parecía seguir igual: las paredes eran las mismas, sus mismos colores, las mismas flores, el mismo aroma. Entré a la casa y, por desgracia, la primera persona que encontré en la sala fue a mi querida hermanita.

──¿Quién eres y qué haces en mi casa?

Se levantó del sofá llena de intriga y me recorrió con la mirada buscando algo familiar en mí . Me acerqué y le tendí la mano, obviamente la rechazó.

──Soy amiga de Sofía, mi marido y yo nos separamos y ella me ofreció un lugar en su casa mientras consigo dónde vivir 

──Así que la zorra esa ya se cree la señora de la casa, pues, está equivocada. Yo soy la señora y no, no quiero que te quedes aquí, así que te me largas. En este mismo momento, vamos fuera de aquí y llevate tu mugrosito contigo, que mi casa no es una beneficiencia

──Amiga, hasta que llegas estaba esperándote. Veo que ya te están atendiendo 

Intervino Sofía.

──Si la señora de la casa ya se encargó de darme una calidad bienvenida

Asegure con una enorme sonrisa mientras ella terminaba de bajar las escaleras, recordé que Sofía también había tenido a su bebé, solo que unos dos meses antes me siento terrible por no haberle llamado ni felicitado, pero saber que esa niña es hija del hombre que algún día estuvo a punto de ser mi esposo me pone mal los recuerdos vuelven y el pasado sangra.

──Quiero que se largue de mi casa, esto no es un hotel 

Musitaba, colérica, la pelinegra, ignore sus miles de insultos y subí con Sofía a su habitación. Junto a su cama estaba la cuna de la bebé. Ella se dio cuenta de lo que veía.

──Amo a Leandro de verdad no hay mentiras, esta vez y creo que él también siente lo mismo, ya sabe la verdad, le dije que es su hija y sus ojos se iluminaron como dos estrellas, la quiere, quiere a nuestra hija y eso Valentina no lo acepta ha intentado deshacerse de Alejandra de muchas formas por eso pedí que la trajeran aquí así puedo estar con ella a todas horas 

Mis pies me llevaron hasta la bebé, tenía los mismos ojos de su padre, pero sin duda era idéntica a Sofía.

──Es preciosa 

Le acaricié las pequeñas mejillas rosadas.

──Y el pequeño Adrián debe ser usted, no, qué cosita tan bonita

Ambos bebés crecerían juntos y serían mejores amigos como Sofía y yo, a pesar de todo lo que nos separó ahora, eso mismo nos une de nuevo.

Me instalé en mi antigua habitación y me encargué de dejarle un correo bien detallado a Franko. De toda la verdad, mi verdad esperaba que me entendiera y que me ayudara porque, a partir de ahora, mi mayor preocupación es hundir a Dexter.

El bebé estaba con la niñera, ya lo había ido a ver, no recibía ninguna respuesta de Franko y su silencio comenzaba a preocuparme. Por suerte, mi móvil sonó; era él; con temor lo llevé a mis oídos.

──Recibí tu correo...

Sopese sus palabras esperando que lo que siguiera fuera bueno.

──Todo lo que escribí es real, yo soy Tamara Gibson y viene para vengarme de ustedes

Afirme la puerta se abrió en par y Valentina entró vuelta loca a la habitación.

──Aria-Tamara, ── soltó Franko confundido ── ¿Sigues ahí qué pasó que fue ese ruido?

──Franko, te llamo después, ── colgué intente hacercarme a mi hermana pero se alejo ── Valentina, soy yo, tu hermana

──Mi hermana está muerta, muerta

Sus ojos se habían tintado de rojo, creí que lloraría, pero no lo hizo, estaba furiosa.

──Estoy viva, no morí en el incendio, logré escapar, tuve que esconderme para que la policía no me encontrara

──Si lo sé, eres una delincuente, una ladrona. No solo me robaste a mis padres, también provocaste su muerte, eres una asesina

──Estás desvariando, estás loca, nunca logré entender porque me odias tanto, nuestros padres nos querían a las dos por igual

──No ellos te querían a ti, a la perfecta Tamara y Valentina, a ella no le prestaban atención, siempre era le segunda después de ti ni siquiera después de que te fuiste, pude ser la primera, solo hablaban de ti y aun después de muertos te siguieron prefiriendo te lo dejaron todo te dejaron la empresa la mitad de la casa no es nada comparado con la limosna que recibí el día del accidente iban camino al aeropuerto iban por ti y se murieron fue tu culpa que ya no estén 

Caí al suelo, mi corazón se quemaba por dentro. La sangre había comenzado a hervirme de rabia, no por mi hermana por mí; ella tenía razón, todos los que me rodeaban acabaron mal por culpa mía. Están pagando por mis errores.

──Ahora entiendes por qué te odio, ya sabes la verdad, haznos un favor a todos y desaparece

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──Ahora entiendes por qué te odio, ya sabes la verdad, haznos un favor a todos y desaparece

──No── se detuvo antes de llegar a la puerta ── no voy a irme, no hasta que consiga refundir al verdadero ladrón en la cárcel, porque yo soy inocente y cuando lo haga no vas a volver a saber nada de mi ni de tu sobrino 

──El pequeño bastardito, sí supe de los revolcones con tu jefe 

No lo aguanté, le di una cachetada, se llevó la mano a la mejilla aún en shock.

──Solo esto faltaba que me golpearas, que vas a ser después matarme 

──Con mi hijo no te metas 

Sus ojos brillaron jamás había visto el odio personificado, y menos pensé que lo vería en mi hermana. Me cogió las manos y la tomé de la camisa; de pronto, comenzó a gritar como loca.

──¡Ayúdenme! ¡Auxilio, me quiere matar! ¡Ayúdenme! ¡Suéltame!, ¡Suéltame! ¡Ayuda! ¡Está loca!

──¿Suéltame qué estás haciendo? 

Traté de liberarme de su agarre, pero me fue imposible, tenía demasiada fuerza.

──Voy a hacer que te largues de mi casa porque ya no hay lugar para las dos aquí y después de sacarte a ti voy a deshacerme de esa mocosita y su mamá 

Contigo Sí (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora