Lo primero que hice fue correr hacia el baño, donde sabía que tenía un botiquín de primeros auxilios, pero cuando me dispuse a salir me percaté de que Michael me había seguido y ahora se encontraba recargado en el marco de la puerta. Señalé la tapa del inodoro, dándole a entender que se sentara ahí; tomé un trapo, humedeciéndolo un poco con agua, intentando no ver sus ojos a través del reflejo del espejo. Pasados unos segundos me senté en el borde de la bañera, frente a él y con una mano temblorosa comencé a limpiar su nariz. Al primer contacto se retiró con una mueca de dolor en la cara, pero después se volvió a acercar, cerrando los ojos y frunciendo el ceño cada vez que el trapo tocaba alguna parte herida.
-Lo siento tanto- murmuré con la voz completamente quebrada, haciendo que sus ojos se abrieran, mirándome con preocupación. Con un suspiro tembloroso intenté concentrarme en lo que estaba haciendo, pero mi mano temblaba tanto que lo único que hacía era lastimarlo aún más.
-Estoy bien- susurró al tiempo que me quitaba el trapo de las manos con delicadeza y él mismo intentaba detener la sangre que manaba de su nariz. Sabía que estaba a punto de llorar, ya podía sentir las lágrimas agolpándose en mis ojos, así que para distraerme lo tomé de la mano, haciendo que se levantara y llevándolo al lavamanos. Abrí el grifo e introduje su mano al agua lentamente para después frotar con mis dedos sus nudillos llenos de sangre y morados debido a los golpes. Solté un suspiro de nuevo, pero esta vez salió como un sollozo lastimero, por lo que Michael cerró su mano sobre la mía, uniéndolas en un cálido apretón que me reconfortó bastante. Fue cuando las lágrimas rodaron por mis mejillas que sus ojos encontraron los míos a través del espejo. Con un ligero movimiento me hizo volverme hasta que estuvimos cara a cara; no me di cuenta del momento exacto en el que el agua dejó de correr entre mis dedos, siendo sustituida por el contacto de los brazos de Michael alrededor de mi espalda. Sin pensármelo dos veces escondí la cabeza en su pecho, sintiéndome totalmente aliviada por su cercanía.- ¿Tienes hielo?- preguntó de repente, haciéndome volver a la realidad de golpe. Asentí, saliendo de su agarre y dirigiéndome a la cocina, donde puse un par de hielos en un trapo limpio para después regresar al baño.
-Ven, deberías recostarte un rato- dije tomándolo de la mano y guiándolo a mi habitación. El color rojo se apoderó de mi rostro cuando vi el desastre que tenía por pieza, había muchas cosas tiradas por todos lados, la ropa sucia ya no cabía en el bote, platos con restos de comida de hace semanas adornaban mi repisa, eso sin mencionar la cama completamente deshecha debido a las prisas de aquella mañana. Al notar mi expresión Michael soltó una pequeña risita, pero después de haber echado una ojeada al lugar se sentó a la orilla de la cama, junto a la pequeña mesita de noche. Yo tomé asiento en la silla frente a mi también desordenado escritorio lleno de papeles y tareas. Intenté no hacer contacto visual con Michael, por temor a que la sangre volviera a subir a mi cara, así que me dediqué unos buenos minutos a mirar mis zapatos de manera incómoda.
-Creo que necesito eso- los pies de Michael ahora formaban parte de mi campo de visión, por lo que volteé a verlo; sonreía con un singular brillo en los ojos, claramente divertido por la situación. Fue entonces que me percaté que miraba el trapo que yo aún sostenía en mi mano. Reí, el rubor cubriéndome por completo, y se lo tendí; acto seguido él regresó a la cama.
-Voy a llamar a los chicos, les diré lo que pasó y que estás aquí- me levanté y con un suspiro me dirigí a la puerta.
-¿Nina?- me volví con las cejas ligeramente levantadas.- ¿Podrías no decirles lo que sucedió?- vaciló un poco, apartando la mirada. Ladeé la cabeza, sabía que se enfadarían conmigo si nos les decía y lo descubrían por su cuenta, en especial Luke, él seguro me aplicaría la ley del hielo por al menos 15 minutos, no podía arriesgarme a eso.
-¿Estás seguro?- pregunté con los labios ligeramente apretados, a lo que él solo asintió.- Está bien- salí de la habitación con un suspiro. En realidad con "llamar a los chicos" me refería a llamar a Ashton, él sería, o al menos eso esperaba, quien menos importancia le daría a todo el asunto y no preguntaría por más detalles de los necesarios. Respondió al segundo timbrazo.
ESTÁS LEYENDO
Amnesia
FanfictionDespués de verse en el peor accidente de su vida, Michael Clifford intentará reconstruirse; cuando está por juntar todas las piezas del complicado rompecabezas, se da cuenta de que hay una que no cuadra por completo. Nina Stone, la chica que parece...