Capítulo 8

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-Nina- escuché mi nombre por el pasillo y cuando me volví, los brazos de Daniel me tomaron por sorpresa. Sonreí un poco, sintiéndome extraña, no me gustaba que hiciera ese tipo de cosas en público, sin embargo, a él le encantaba.- ¿Nos vamos?- tomé su mano, caminando hacia la salida de la universidad.- Dame eso- dijo cogiendo mi mochila con cuidado de no tocar mi brazo, al parecer, él aún creía que estaba roto.  

       Caminamos hasta su casa en completo silencio, simplemente tomados de la mano. Él sabía cómo me sentía, entendía perfectamente que mi absurdo intento de suicidio no había hecho más que ponerme en peor estado. Aunque no quisiera admitirlo, lloraba todas las noches, casi no comía, no lograba conciliar el sueño y mi cabeza siempre estaba a punto de explotar. Daniel había tenido que pasar una semana entera en mi casa debido a que ni siquiera me quería levantar de mi cama. Retomé la escuela hacía apenas unas dos semanas, sin embargo aún tenía problemas, era por eso que Daniel me buscaba todo el tiempo, para no dejarme sola.

       Una vez que llegamos a la puerta de entrada de su casa, adornada al frente por un jardín perfectamente cuidado, él sacó sus llaves, abrió la puerta y me dejó entrar. Fuimos directo a la cocina, donde nos encontramos a su madre, Wendy.

-Hola, Nina- me saludó con un beso en la mejilla, yo me limité a mover la mano un par de veces. Daniel se acercó a ella y le dio un abrazo, para después contarle nuestros planes para esa tarde. Ella estuvo completamente de acuerdo y después de dejar nuestras cosas en su habitación, nos dirigimos al cine.

       Vimos una película romántica, aunque la verdad ni siquiera le estaba prestando atención, ya que minutos antes de que comenzara, había recibido un mensaje de texto.

¿Cómo estás, Nina?

ASH

       No pude responderlo. Llevaba mucho tiempo sin hablar con los chicos; las primeras seis semanas habíamos estado en contacto, pero después de que se enteraron que me había tirado del edificio de la universidad, no volvimos a hablar. Mi cabeza le daba vueltas a ese maldito momento, aún sin poder creer que realmente aquello me hubiera pasado por la cabeza, simplemente no había sido para nada lógica mi manera de pensar; Calum lo había asociado con el estrés y el cansancio debido a todo lo ocurrido, pero yo sabía que eso no tenía absolutamente nada que ver, además en ese instante mis cinco sentidos estaban funcionando a la perfección.

       La mano de Daniel sobre la mía me sacó de mi ensoñación. Fuimos a tomar un café a su cafetería favorita, mas no hubo tema de conversación. Regresamos a su casa y nos fuimos directo a su cuarto. Me acosté en su cama, mientras que él se dedicaba a usar su celular sin siquiera dirigirme una simple mirada. De la nada, mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo trasero, lo saqué y lo llevé a mi oído.

-¿Hola?-dije con la voz algo ronca.

-Nina…- me levanté de golpe de la cama, con un nudo en el estómago; intenté decir algo, pero las palabras habían abandonado mi boca por completo.

-¿Nina?- Luke, reconocería su voz en cualquier lugar. Me recobré de la impresión y me percaté de que Daniel estaba frente a mí, mirándome con el ceño ligeramente fruncido. Me tomó por los hombros y me hizo sentarme de nuevo en la cama.

-Sí, soy yo…- logré balbucear. Escuché un largo suspiro al otro lado de la línea.

-Lo siento, no quería que esto pasara, estuvimos todo el día al pendiente, es solo que…- silencio- ¿Qué?- más silencio- No es cierto, no puede ser…- se escuchó un largo suspiro al otro lado de la línea.

-¿Nina?- Ashton-Lo siento, te hablo luego, ¿vale?- se cortó la comunicación. Miré mi teléfono en mi mano, completamente inmóvil.

-¿Nina?- Daniel tomó mi cara entre sus manos- ¿Qué ocurre?- preguntó con cautela, removiendo lágrimas de mis mejillas; ni siquiera me había percatado que había comenzado a llorar.

-Era él…        

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