Capítulo 7

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Desperté poco a poco y lo primero que me encontré fue mi habitación hecha un verdadero desastre, no le di importancia y fui al baño a lavarme los dientes y arreglarme un poco el cabello. Caminé hasta mi armario y tomé lo primero que vi, unos pantalones negros y una playera roja con un gatito en el estampado, cuando me hube vestido salí de mi cuarto y me dirigí a la cocina, esperando ver a mis padres allí, pero no estaban. Fruncí el ceño mientras sacaba mi celular para ver la hora. 6:47 am. ¡Mierda! Cogí mi mochila y una chaqueta al azar, ni siquiera me había percatado de que era tardísimo, ahora tendría que correr si quería llegar al colegio antes de que fueran las siete en punto. Salí como loca del edificio y en mi desenfrenada carrera casi tiro a una señora que venía con sus dos hijos a mitad de la calle.

De todos modos, ni siquiera había escuchado el despertador sonar, ni mi madre se había preocupado por ver si ya estaba preparándome para irme a la escuela; eso era lo más raro. Al tiempo que caminaba a paso veloz me puse la chaqueta, la mañana estaba un poco fría y el cielo parecía nublarse con cada paso que daba. Me colgué la mochila al hombro y comencé mi carrera. Por suerte, la escuela estaba a unas pocas cuadras de donde yo vivía, así que no tardé tanto en llegar como había creído. Jadeando saqué de mi bolsillo trasero mi teléfono y revisé la hora. 6:57 am. Vaya que había superado mi récord, además la adrenalina aún corría por mis venas cuando llegué a la entrada del edificio principal. Aún tenía el celular en las manos cuando sentí que mi cabeza chocaba contra algo duro, escuché a lo lejos el impacto de ésta con la puerta de uno de los casilleros. Inmediatamente me llevé ambas manos a la frente, retrocediendo debido al dolor que me recorría todo el cuerpo.

-¿Estás bien?- escuché, sin embargo la voz parecía estar dentro del agua.- ¿Nina?- emití un leve gemido al reconocer su voz; intenté enfocar mi vista para poder verlo mejor, poco a poco sus ojos, de un tono verde con una pizca de gris, hermosos, fueron apareciendo ante mí, en sus labios se posaba una tímida sonrisa. Michael. De un momento a otro, todo cobró sentido, acababa de golpearme la cabeza contra el casillero de Michael por venir haciendo estupideces en mi teléfono. Por un momento, estuve a punto de comenzar a reír, pero el dolor atravesó mi cabeza como un rayo, haciéndome volver a llevarme las manos a ésta.

El panorama a mi alrededor cambiaba constantemente, casi como si me estuviera moviendo, porque en realidad, estaba caminando, los brazos de Michael por detrás de mis hombros, guiándome. No sabía con certeza a dónde nos dirigíamos, sin embargo no puse oposición alguna. Varios pasillos y vueltas después, nos hallábamos en la entrada de la enfermería.

-¿Qué hacemos aquí?- logré decir, apenas consiente de lo que hacía. Vaya que eres idiota, Nina. Mandé a callar de inmediato la vocecita de mi cabeza, sabiendo que si seguía hablando, el dolor aumentaría. No alcancé a escuchar las palabras que Michael y la enfermera compartieron, ya que estaba intentando calmar la tormenta que se desataba dentro de mí debido al roce del cuerpo de Michael con el mío. A los pocos segundos ambos entramos a la enfermería y él me puso cerca de una de las camas que se encontraban ahí, con un pequeño saltito me subí a ella. Michael desapareció de mi vista por unos momentos, para después regresar e intentar quitar mis manos de mi cabeza.

-Espera... sólo déjame... no te muevas... quita las manos... ya estás bien...- balbuceó, dejando escapar una ligera risita que me causó un escalofrío, cosa que no pasó desapercibida para él.- Sé que está frío, pero te ayudará- dijo. Fue entonces que me percaté de lo que intentaba hacer, sostenía en la mano una bolsa con hielos y con la otra trataba de quitar mis manos de mi cabeza; poco a poco las bajé y las entrelacé en mi regazo. Al sentir el hielo hacer contacto con mi cabello, gemí un poco.- Lo siento- dijo en voz baja, cerré ligeramente los ojos, dejando que el frío sustituyera lentamente al dolor. La cama se hundió un poco y, abriendo un ojo, pude ver que Michael se había sentado junto a mí, aún sostenía la bolsa contra mi cabeza, esta vez con un poco más de presión.

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