Prólogo

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La lluvia caía, empapándome el cabello; ambos temblábamos, al tiempo que intentábamos meternos dentro del edificio. Estallamos en carcajadas cuando Michael se resbaló al entrar en el elevador. Se levantó rápidamente y me fulminó con la mirada, para después darme una de sus bellas sonrisas. Pulsó el piso 3 y las puertas se cerraron. Le acaricié el cabello, su tono azulado, teñido de negro debido a la lluvia, le quedaba bastante bien. Él hizo lo mismo con el mío, posando una de sus manos en mi nuca y atrayéndome para darme un beso en la mejilla. Salimos del elevador entre abrazos y risas, las llaves cayeron varias veces de mis manos antes de lograr abrir la puerta de mi apartamento.

Mis padres no regresarían a casa hasta la media noche, tenían una fiesta de negocios; de cualquier manera, a ellos no les importaba que Michael se quedara conmigo por las noches, ellos sabían, y yo también, que él no era de ese tipo de chicos.

Dejamos las chamarras, empapadas, en el perchero, para después sentarnos en el sillón. Michael tomó el control remoto y encendió la televisión, yo me levanté para preparar chocolate caliente, sin duda era más que necesario, ambos estábamos helados. Regresé al sofá con dos tazas humeantes, le entregué una a Michael y me senté junto a él. No había nada bueno en la televisión, así que la apagó. Se giró hasta quedar de frente a mí, tomó un trago de su chocolate y dejó la taza en la pequeña mesita que teníamos enfrente, para después quitarme la mía y dejarla a un lado de la suya.

Fruncí un poco el ceño, no entendía qué estaba a punto de hacer; su mano viajó hasta mi cara y su dedo índice se colocó sobre mi nariz. Sonreí y él también. Llevé mi dedo a su nariz y él la arrugó de una manera tierna. Bizqueó en un intento fallido de ver mi dedo. Ambos reímos. En un rápido movimiento agarró mi dedo entre sus dientes, pasados unos segundos estallamos en carcajadas. Me miró directo a los ojos; los suyos, de un tono verde con una pizca de gris, eran hermosos.

Fue entonces cuando algo dentro de mí se rompió. Debía decírselo. En este momento. Lentamente mis ojos se llenaron de lágrimas, intenté reprimirlas, pero no pude. Michael primero frunció el ceño, sin entender lo que sucedía, sin embargo me tomó de las manos.

-¿Nina?- susurró, sus cejas curveándose hacia arriba. Solté un sollozo y apreté sus manos con las mías.- ¿Qué ocurre?- su frente contra la mía, mis ojos cerrados. Pasamos así unos minutos, hasta que me armé de valor para decirle la verdad; para partirle el corazón.

-Michael...- tomé aire.- Me voy...- no pude terminar la frase, pero eso bastó para que él se levantara y me mirara con extrañeza.

-¿Qué?- soltó un jadeo.

-Lo siento... mi padre... consiguió una... universidad...

-No...- se arrodilló frente a mí, cogiendo mis manos con fuerza.- No, no, no...- pegó su frente a la mía, como si quiera tenerme cerca. Respiré pesadamente, debía contarle todo.

-Transfirieron a mis padres a otras oficinas; les pedí quedarme aquí, pero me dijeron que no podrían soportarlo, y yo tampoco. Hace dos días mi padre me enseñó una universidad muy buena en Canadá, no muy lejos de donde viviremos.- solté el aire lentamente.- Me voy, Michael.- cuando terminé, él se levantó de inmediato. Fue hasta la puerta y tomó el pomo con fuerza, pero después arremetió contra ella con un débil puñetazo. Al volverse, sus ojos estaban inyectados en sangre, las lágrimas contenidas.

Me encogí en el sofá, la culpa me carcomía y no sabía qué hacer, qué decir. Michael volvió a acercarse, tomando mi cara entre sus manos, sus ojos encontraron los míos.

-No... no te puedes ir... no ahora... no así...- las lágrimas cayeron por sus mejillas y yo no pude contenerme. Me levanté y lo abracé con todas mis fuerzas, él correspondió a mi gesto, pero sus hombros rebotaban contra mi cuerpo. Ambos llorábamos, incapaces de controlarnos. Mi cabeza en su pecho y sus brazos rodeándome por completo, cubriéndome del resto del mundo. Me separé de él, respirando entrecortadamente, pero un poco más calmada.

-Michael...- pronuncié su nombre, disfrutando cada letra, cada sílaba.

-Nina...- susurró, poniendo todo su dolor en esa pequeña palabra; mi nombre. Lentamente, nuestros labios se unieron en un beso suave, ambos intentando llevarnos un poco del otro. Me levantó ligeramente del suelo y el beso se tornó apasionado, desesperado. Su llanto se mezclaba con el mío, sus sollozos matándome por dentro; sin embargo, lo necesitaba, necesitaba desahogarme, demostrarle en ese beso que aunque no estuviésemos juntos, él siempre iría conmigo. De golpe, él se separó.

-Lo siento...- me soltó y pasó una mano por su cabello.- No puedo...- antes de volver a llorar, caminó rápidamente a la puerta y salió. No reaccioné hasta pasados unos segundos; lo seguí, debía impedirle que se fuera, decirle lo que sentía, hacer lo que fuera necesario para que se quedara. Salí dando trompicones y alcancé a divisarlo entre la gente que pasaba por ahí. Corrí, el viento helado abrazándome los brazos, mi aliento formando una capa entre nosotros, impidiéndome verlo. Corrí más rápido, mis piernas ardían con cada paso que daba; mi corazón se quebraba con cada segundo que pasaba. Paré en seco.

-¡Michael!- grité. Él se volvió y se llevó ambas manos a la cabeza.

Y todo se volvió negro...

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¡HOLA! PUES ESTE ES EL PRÓLOGO DEL FANFIC DE 5SOS BASADO EN LA CANCIÓN "Amnesia". ESPERO LES GUSTE MUCHO Y SIGAN LEYENDO.

NO SE OLVIDEN DE VOTAR Y COMENTAR. GRACIAS.

SAM

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