Capítulo 6

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Llegué a mi casa y abrí la puerta. Mis padres no estaban, así que fui directo a mi habitación y me deshice del vestido y los zapatos, me puse unos pantalones cortos y mi playera de Green Day favorita; me dejé envolver por las sábanas hasta que las lágrimas inundaron mis ojos. Michael había estado esta tarde con Joanne...sollocé y abracé con fuerza mi almohada. Me acurruqué en mi cama, intentando no pensar en lo que había sucedido, cuando mi teléfono me sacó de mi ensimismamiento. Ni siquiera miré la pantalla, sólo descolgué.

-¿Hola?- susurré, mi voz ronca debido al llanto, escuché un largo suspiro al otro lado de la línea.

-Nina- comenzó Daniel- ¿estás bien?- preguntó con cautela. Contuve las ganas de gritarle por haberme dejado tirada, sin embargo tenía conciencia de lo que yo había hecho, así que no podía reclamarle nada.

-Sí- dije aclarándome la garganta. Silencio.

-Lo siento- le oí murmurar. - No debí haberme portado así contigo, es sólo que...

-Lo sé, entiendo- le interrumpí; no me hacía falta una explicación.

-No, Nina, de verdad lo lamento- prosiguió- no reaccioné, sólo seguí mis instintos, fue algo estúpido, pero, por favor, perdóname- finalizó. Él tenía razón, debía perdonarle, la causante del problema había sido yo, no él.

-No tienes porqué disculparte, Daniel. Fue mi culpa- suspiré lentamente. Pasaron unos minutos de silencio, algo incómodos, hasta que él lo rompió.

-Oye, sé lo que sientes por él, y que es extraño volverle a ver, después de todo lo que sucedió- murmuró esto último.- Pero entiéndeme a mí también, hacía tres meses que no te veía, que no sabía nada de ti; ni siquiera me llamaste cuando llegaste, simplemente te olvidaste de mí.- dijo lentamente.

-No me olvidé de ti, Daniel, es sólo que...- Estuve un poco ocupada con la mudanza, pensé de inmediato, lo malo es que esa no era la verdad; sí que me había olvidado de él, no fue algo intencional, sino que mi mente divagaba constantemente con Michael, con volver a verlo, con tenerlo cerca de nuevo.- Estuve un poco deprimida las primeras semanas- mentí y al instante sentí la culpa creciendo en mi interior.

-Dime que no...- se calló, no tenía que decir más, sabía a qué se refería.

-No- respondí de inmediato.

-Qué bueno- dijo él, su voz se notaba un poco incómoda, la conversación había dado un giro extraño. Daniel carraspeó ligeramente antes de volver a hablar.- ¿Podemos vernos mañana? Ni siquiera pude darte tu regalo.

-¿Regalo?- pregunté con una sonrisa expandiéndose por mis labios.

-Es de parte de Emily.- le oí sonreír también.

-Por cierto, ¿cómo está ella?- dije, hacía mucho que no veía a Emily, tampoco había hablado con ella, debido a la universidad, estaba bastante ocupada. A Emily la había conocido la segunda semana de mi estancia en Canadá, vivía a tres cuadras de la casa de mis padres y la veía todas las mañanas; un día me la encontré de camino a clase de matemáticas y desde entonces nos convertimos en amigas. Cuando me fui, ella se enojó un poco, pero después lo comprendió; sinceramente esperaba que viniese con Daniel, pero le tenía pánico a los aviones, y no era una buena idea volar de Canadá hasta Sídney.

-Más o menos- contestó Daniel.

-¿Por qué?

-Reprobó literatura- rio-le haces mucha falta, no entiende nada y dejó el examen en blanco- dijo con tono burlón.

-Deberías ayudarla.

-No, sabes que también soy un asco en esa materia- ambos reímos. De repente escuché la puerta principal abrirse, mis padres habían llegado.

-Debo irme, Dan; mis padre están aquí- dije, él soltó un suspiro.

-Vale, nos vemos mañana- esperé a que se cortara la llamada, pero pasamos varios segundos en silencio.- Te quiero, Nina- soltó de repente; me quedé helada. ¿Qué se supone que debía responder? No seas estúpida, sólo dilo, gritó una vocecilla dentro de mi cabeza.

-Hasta mañana- dije y corté la comunicación rápidamente. Salí de mi habitación y saludé a mis padres con un gesto de la mano.

-¿Llegaste hace mucho, querida?- preguntó mi madre al tiempo que colgaba su abrigo en el perchero.

-Mmm... no- dije.

-¿Tienes hambre?- preguntó papá dirigiéndose a la cocina, asentí con la cabeza y él puso manos a la obra. Regresé a mi cuarto y volví a abrasar mi almohada; mis padres se quedarían sólo tres días más, así que después de eso me quedaría sola de nuevo, pero eso no estaba en mis planes. Sabía que las cosas se pondrían mal si nadie estaba conmigo, así que, antes de arrepentirme, le mandé un mensaje a Daniel.

¿Dónde te estás quedando?

NINA

A los pocos minutos vibró mi celular sobre la mesita de noche.

En un hotel que está como a cinco cuadras de tu casa.

DAN

Mis padres se van en tres días.

NINA

¿Estarás bien?

DAN

No lo sé.

NINA

Te veo en tres días ;)

DAN

Vale ;)

NINA

Ya duérmete, cariño. <3

DAN

Descansa, gordo. <3

NINA

No puedo esperar a verte mañana :D Te quiero <3

DAN

Lancé un suspiro ante el último mensaje, dejé mi celular en la mesita de noche y me acurruqué aún más en la cama, esperando por la cena. A los pocos minutos entró mi madre con un plato que contenía tres quesadillas que devoré en cuestión de segundos, era lo que mejor se le daba a mi padre. Cuando hube terminado llevé mi plato a la cocina y me lavé los dientes, preparándome para dormir. Volví a recostarme y poco antes de quedarme dormida, mi celular vibró de nuevo.

¿Podemos vernos mañana?

M.

AmnesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora