once

1K 143 11
                                    

TaeHyung había cerrado la persiana metálica hasta la mitad, las luces del comedor principal estaban apagadas y solos los focos colgantes de la barra daban claridad al resto de la cafetería, que se encontraba totalmente vacía. Había sido una tarde demasiado larga para su gusto, normalmente a las ocho de la noche la gente deja de entrar para pedir cafés, a menos de que sean esos típicos clientes que tienen los turnos nocturnos en sus trabajos y pasan por allí pidiendo un café para llevar. Por el contrario, nadie se asoma siquiera por las cristaleras.

El trabajo del Omega ahora es más fácil, solo tiene que guardar en las cámaras heladas todo aquello que sobró del día, apagar las luces de la cocina, dejar la barra recogida y la cafetera preparada para primera hora de la mañana. Nunca tenía un horario de salida muy claro, SeokJin se quejaba de su larga estadía en la cafetería después del trabajo y muchas veces le recriminaba que no hacía falta quedarse tanto tiempo, sobre todo porque su vida no se puede resumir en estar allí encerrado.

Pero es que TaeHyung no está realmente solo en la cafetería cuando baja la persiana.

—¿Te queda mucho? —Inquirió meloso el alfa detrás del mostrador, el castañito podía apostar que le había visto hacer un puchero junto con una mueca de sofoco y rodó sus ojos al verle arrastrar la cara por el cristal.

—Si has venido a presionarme en mi trabajo, te recomiendo que te vayas a tu casita y te prepares una infusión... —Masculló en un tono algo más sofocado de lo normal, cargaba con tres cajas de helados y tenia tan mal temperamento con el Alfa que no quería prescindir de su ayuda.

—Puedo ayudarte. —Señaló en una dulce entonación, saliendo de su sitio rodeó lo que le quedaba de barra y fue directo a las cámaras de la cocina.

Conocía el trabajo y había hecho lo mismo por un par de meses así que sabía lo que se debía hacer, mas sin embargo no contó con el mal genio del Omega castaño que con las cejas fruncidas y las comisuras de sus labios caídas le volteó a ver.

El día no había marchado de forma pacíficamente caótica como suele hacerlo, todo fue diferente desde la hora de apertura. En un día normal, habría hecho cuarenta cafés por la mañana y unos treinta para llevar, las consumiciones se acabarían casi al medio día y él repondría toda la vitrina de galletas y muffins sobre las doce, lo que le daba una ventaja para abastecerse con todo para el turno de la tarde.
Lo raro es que a primera hora tenía una fila que daba la vuelta completa al edificio hasta doblar por la cuadra más cercana, fácilmente podría decirse que hizo unos cien cafés de ocho de la mañana a doce del medio día, sin contar todos los que preparó para llevar. Se quedó sin magdalenas y porciones de tarta a las once.

—Me da la impresión de que has tenido muchísimo trabajo hoy... ¿estoy en lo cierto? —El Alfa mastica las palabras despacio y se piensa bien cada cosa antes de decirla, teme que el Omega quiera sacar toda esa frustración del día proporcionándole algunos golpes con las cajas de helado.

—El trabajo es lo de menos, puedo repetir esto todos los días. —Habla con un aire de sabiduría y una pizca de rencor, JungKook se aleja de la puerta con un par de dudas— El problema eres tú...

Oh, debió suponerlo.

—¡Solo dije que la tarta de zanahoria estaba muy buena! —Se defiende y ve cómo el Omega deja las tarrinas de helado sobre la cámara fría, al menos no sufrirá daños por un bloque congelado, pero entonces le ve agarrar el palo de la fregona.

—¡Dijiste exactamente el lugar de la cafetería sabiendo que vendría una barbaridad de gente a pedirla! —Alza el tono de voz mientras tantea el peso del trapeador, ajustando cuidadosamente sus dedos sobre el grosor del palo, tiene que tener un buen agarre para golpear a su víctima.

—¡No dije que vinieran!

—¡Eres famoso, si dices la marca del papel higiénico que usas, tus fans lo agotarán en cuestión de minutos!

careful, sweetheart | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora