catorce

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La cafetería estaba por cerrar de cara al público.

Habían un par de mesas sin recoger, la persiana metálica se hallaba a la mitad para impedir que algún cliente se colara a última hora, también había un par de luces encendidas para permitirle ver lo justo mientras se encargaba de la limpieza de la cocina.

TaeHyung llevaba bastante bien el trabajo solo. Se organizaba con tiempo por las mañanas antes de salir de casa y al entrar en la cafetería a primera hora, priorizando tareas y aplazando algunos detalles para después, ya controlaba muchísimo mejor el servicio matutino y se relajaba notoriamente al mediodía, retomando el ajetreo en la hora de la merienda. Es agotador. Cualquier trabajo que requiera tantas horas de servicio al cliente es estresante y agotador.

Aún si sus noches son largas para descansar, el Omega expande el tiempo en la cafetería para no estar en su casa. Desde que se mudó a un departamento pequeñito y alejado de JiMin y YoonGi, no tiene motivos realmente importantes para desplazarse a su casa cuando la hora de cierra le pisa los talones. Se queda limpiando la cocina, recogiendo el salón y organizando la barra, sabe que SeokJin se pasa algunas veces para verificar el almacén y el inventario para reponer esenciales, así que usa de excusa sus visitas para tener todo limpio.

Ya había terminado de limpiar las mesas del salón, estaba por encender el lavavajillas cuando escucho la persiana metálica repiquetear a lo lejos, logrando que rápidamente voltease a ver.

La silueta de un hombre parado al lado de la entrada fue un poquito impactante para el Omega que tardó en reconocerlo tanto que el susto que se llevó casi logra desestabilizarlo en su sitio.

—¡Está cerrado! —Gritó limpiándose las manos en el delantal, aún tenía la expresión asustada en el rostro al dirigirse a los interruptores.

Los aporreó todos, alguno tenía que encender la luz principal del salón.

—Hyung... —Murmuró el azabache acercándose a la barra.

Esta vez TaeHyung tardó menos en reconocer la voz.

Cómo no reconocerla. Si los últimos cinco días estuvo evitando ese encuentro. Cómo no impacientarse con ese timbre de voz único. Si desde que empezó a ignorarlo, no hace más que reproducir sus videoblogs en bucle desde la televisión del salón.

Cada vez que JungKook se cruza por su mente, sus mejillas ganan un vergonzoso color rojo y su dignidad se despedaza un poquito más en su pecho.

No tiene una vía de salida en ese momento. La única salida de emergencia que existe en la cafetería es la entrada principal y para llegar a ella, tendría que esquivar a JungKook de camino. Podría huir en dirección a la cocina, encerrarse en los vestuarios y no salir hasta la mañana siguiente, con suerte podría acomodarse en el armario de la limpieza.

—¿Hyung...

Su cuerpo no reaccionaba.

—Lo siento, JungKook...

Sus palabras salieron vacilantes.

—No tienes que pedir perdón, Hyung. —Dijo y el Omega escuchó cómo empujaba la puerta de la barra para pasar— Quiero hablar contigo.

TaeHyung se giró apenas.

Le vio con su ropa de universidad, la mochila en la espalda y una sudadera en su antebrazo. Aquella imagen juvenil y despreocupada hizo que TaeHyung se lamentara todavía más. Le había pedido algo tan indecente a un chico que aún no acaba sus estudios, un joven que tiene pasatiempos diferentes a los suyos y sobretodo, alguien que no está interesado en él en lo más mínimo.

Tal vez JungKook le ve como un hermano mayor, una persona en la cual confiar, alguien a quien acudir cuando se sienta mal. Y él le falló.

—Quiero ayudarte en tu celo. —Declara— No quiero que te pase nada malo, no podría perdonármelo.

El castaño ladea solo un poco la cabeza, no hay indicio de burla en sus palabras y en su rostro no logra encontrar esa vergüenza que él siente cuando le escucha decir lo primero.

—¿Qué...

—Cuando me lo pediste, no me esperaba algo así. —Dice y relame sus labios con rapidez antes de volver a hablar— Pensé que me veías como a un niño al que cuidar, siempre estás hablando de tu vida pasada como un Omega casado y supuse que para mí eso era un futuro lejano, pues sigo en una etapa muy por debajo a la tuya. —Hace una pausa cuando le ve retroceder— Pero ese día, me diste a entender que no es así... ¿cierto?

El corazón de TaeHyung desordenó sus pulsaciones sin querer, un tipo de nervios diferente le atacó sin esperárselo y se llevó una mano a boca para evitar decir una estupidez. En su mente habían cosas sensatas y asertivas para decir. Un listado enorme de próximas excusas. Tal vez alguna mentira para camuflar esos nervios y no exponer unos sentimientos que estuvo reteniendo durante mucho tiempo.
Su problema no era confesar que le gustaba JungKook.

Su problema era su forma de amar.

¿Podría solamente gustar de JungKook si este le asiste durante su celo?

¿De qué manera podría evitar enamorarse si la cosa llegase a ser compatible?

No quería equivocarse otra vez, JungKook era muy joven para él.

—Entendiste mal, JungKook. —Su voz amenazó con romperse pese a sonar firme— Cuando te dije que me ayudases, no es para que te acuestes conmigo, es para que te quedes en mi casa y me impidas salir en ese estado...

No era cierto.

Y JungKook apreció esa cobija mentirosa tapando sus propias palabras de hace unos días.

—No creo haber entendido mal, TaeHyungnie Hyung. —Musitó al mismo tiempo que se acercaba un par de pasos, el aroma del Omega era más intenso ahora, delatando su próximo celo— Me pediste que te ayudara en tu celo porque no querías acostarte con un desconocido.

—P-Por eso... yo...

—¿Quieres que me quede en tu casa durante tu celo, pero solo a vigilar tu puerta?

—S-Sí.

JungKook detuvo sus pasos cerca del castaño, viéndole encogerse de hombros a la vez que apartaba la mirada, totalmente cohibido. Aquello solo lograba confundirle.
Desde que se conocieron hasta ahora, ha tratado de hacerle ver que le gusta.
Tal vez la diferencia de edad logró asustarlo en su momento, sobretodo le daba vueltas cuando TaeHyung comentaba sobre su pasado, sobre sus experiencias como "el omega de alguien", asustándose cuando la expresión del castaño era triste y lejana. Parecía un recuerdo pesado y doloroso, una carga que aún llevaba en su corazón. Dio por hecho que TaeHyung era mucho más maduro que él y, aunque lo sea en su mayoría, le gana en experiencia.

En contraposición, habían detalles minúsculos que le hacían revivir una tenue llama de ilusión en su corazón. Como cuando el Omega se acerca demasiado a él, aún sabiendo que puede impregnarse de su aroma, o cuando le suelta halagos cariñosos y usa apodos familiares que le hacen sentir consentido y cercano. O acciones más íntimas como Alfa y Omega, esos acercamientos y toques, sus miradas coquetas y ese jugueteo continuo que le hace estallar de nervios.

JungKook no sabe clasificar esos sentimientos.

Nunca ha estado enamorado de verdad.

—Retractaste tus palabras solo un segundo después, ¿por qué lo harías si solo querías que cuidara de ti desde fuera? —Inquirió y quiso sostener la mano del castaño, se lo pensó hasta que TaeHyung se cruzó de brazos y alzó sus ojitos en su dirección.

Y ver ese brillo en sus luceros fue para JungKook una clave para dejar de entender a su corazón.

¿Por qué seguía presionando ese tema si no sabía a qué le llevaría todo eso? ¿No le tenía miedo a una respuesta?

¿Es que, a caso, quería atenderlo de verdad en su celo, si no había tenido relaciones sexuales anteriormente?

—JungKook... —Susurró.

—Dime, Hyung, ¿qué me falta para que me puedas ver como un Alfa?

Y TaeHyung quiso arriesgarse.

—¿Podrías asistirme durante mi celo si te lo pido?

—Lo haré tan bien que no querrás buscar a nadie más, Kim TaeHyung.

careful, sweetheart | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora