Confesiones.

29 4 1
                                    


Con los ojos cerrados, Taehyung avanzó a ciegas hacia la luz.
El corazón me dio un vuelco y empecé a correr hacia él.

-¡Taehyung!-

Solo cuando abrió los ojos y estuve lo suficientemente cerca para empezar a comprender lo que estaba viendo, me di cuenta de que no estaba ardiendo en llamas. Alzó la mano de nuevo, con la palma hacia mí, y yo me tambaleé al frenar y a punto estuve de caer de rodillas.
La luz manaba de su piel, y danzaba en prismas arisados que recorrían su rostro y su cuello y descendían por sus brazos. Refulgía con tal intensidad que tuve que entornar los ojos, como si estuviera mirando directamente al sol.

Sentí el impulso de arrodillarme a propósito. Aquella era del tipo de belleza digna de adoración. El tipo de belleza por el que se erigían templos y a la que se le ofrecían sacrificios. Deseé tener algo, cualquier cosa, en mis manos vacías que ofrecerle, pero ¿que podía querer un dios de un mediocre como yo?
Tardé un rato en alcanzar a ver más allá de su incandescencia, la expresión de su rostro. Me miraba con los ojos muy abiertos, casi como si tuviera miedo de algo. Yo avancé un paso en dirección a él y él se estremeció levemente.

-¿Te duele?- susurré-

-No- me respondió también en susurro-

Avancé en segundo paso hacia él. Volví a tener la sensación de que era un imán y yo un impotente trozo de burdo metal. Dejó caer a un costado la mano con la que me advertía que no avanzara. Lo rodeé muy lentamente, manteniendo la distancia, pero necesitaba aprehender aquello, observarlo desde todos los ángulos posibles. El sol revelaba su piel, refractando e intensificando todos los colores del espectro de la luz. Mis ojos tuvieron que acostumbrarse a aquella maravilla y, cuando lo hicieron, se me abrieron de par en par a causa del asombro. Sabía que había elegido a propósito la ropa que llevaba aquel día, que estaba decidido a mostrarme aquel espectáculo, pero la pose que había adoptado en aquel momento, con los hombros tensos y piernas rígidas, hizo que me preguntara si no estaría arrepentido ahora de su decisión.
Cerré el círculo que estaba describiendo a su alrededor, y avancé los últimos metros que nos separaban. No podía dejar de mirarlo, ni siquiera para pestañear.

-Taehyung- suspiré-

-¿Ahora si te asusto?- susurró-

-No-

Clavó sus ojos inquisitivos en los míos, intentando escuchar mis pensamientos.
Yo me acerqué a él con una lentitud deliberada, observando su rostro en busca de algún signo que indicara que me daba permiso para hacerlo.
Sus ojos se ensancharon aún más, si cabe, y permaneció inmóvil. Con suavidad y cautela dejé que las yemas de mis dedos rozaran la reluciente piel de la parte trasera de su brazo. Me sorprendió notarlo tan frío como siempre. Mientras mis dedos lo rozaban, los reflejos del fuego también titilaban contra mi piel y, de repente mi mano ya no apareció una mano ordinaria. Era tan asombroso que tenía incluso la capacidad de hacer que yo fuera menos anodino.

-¿Qué estás pensando?- susuró-

Me costó mucho encontrar las palabras adecuadas.

-Estoy... No sabía...- inspiré hondo, y por fin me salieron las palabras- Nunca había visto nada tan hermoso. Nunca había imaginado que tal belleza pudiera existir-

Sus ojos aún se mostraban recelosos, como si pensara que estaba diciendo lo que pensaba que él quería escuchar. Pero solo era la verdad, quizá la cosa más cierta y menos sometida a censura que había dicho en mi vida. Estaba demasiado abrumado para filtrar mis pensamientos o para fingir.
Empezó a alzar la mano, y entonces la bajó. El resplandor refulgió:

-Lo cierto es que es muy extraño- murmuró-

-Es asombroso- jadeé-

-¿No te repugna mi manifiesta carencia de humanidad?- Sacudí la cabeza-

Crepúsculo K.T×J.JDonde viven las historias. Descúbrelo ahora