8. El sueño

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Leo una vez más el mensaje de respuesta de Jareth y me sonrojo, otra vez, ¿esté de dónde ha sacado tanta confianza?

Sacudo la cabeza y me apresuró a entrar al café, Laura me espera en la puerta y cruzamos el umbral juntas, corró a la parte de atrás a ponerme el uniforme, un pantalón negro y una playera de color amarillo pastel, cuando termino de cambiarme, entró a la cocina a saludar a mi mamá.

–Hola– le doy un beso en la mejilla y ella me sonríe mientras sigue cocinando.

–Hola, ¿comerás aquí con los chicos cierto? –me pregunta solo para asegurarse, todos los días Aidan, Chris, Dei y yo comemos juntos sin excepción, solo varía el lugar y la comida.

–Si, vendrán a la hora de nuestro descanso– respondo y ella me sonríe, se que el que tenga amigos tan cercanos la hace feliz.

Uno de los miedos más grandes de mis padres conforme mi don fue manifestándose, era que al final me quedará sola por miedo a que los demás lo descubrieran y me trataran como el bicho raro que soy, tener a los chicos conmigo todo el día es un verdadero descanso para mis padres y para mí también.

–¿Me necesitas aquí o ayudó a las chicas? –preguntó antes de salir de la cocina.

–Todavía no hay tantos pedidos, ayuda a las chicas– responde luego de echarle un vistazo a los pedidos que tiene en espera.

Salgo de la cocina y buscó a Lauren, la encargada y le pido que me asigne mis mesas para ponerme a trabajar. Todas siempre asumen que la jefa y encargada de todo soy yo y lo normal sería que lo fuera, pero prefiero ser solo una ayudante más, alguien como Lauren que espera poder poner su negocio propio algún día merece la oportunidad de aprender.

Lauren me da mis mesas, todas las impares y con una sonrisa todas nos ponemos a trabajar, no hay demasiada gente pero sí la suficiente para que las tres Lauren, Tania y yo tengamos mesas que atender.

Durante unos buenos diez minutos me dedicó a tomar los pedidos de las personas que están sentadas esperando, el café de mamá está todo arreglado de forma que imita un estilo entre la Toscana en Italia y Provenza en Francia, es acogedor, familiar y muy bonito.

Cuando terminó de tomar las órdenes me apresuro a la cocina y ayudó a mi mamá a preparar las bebidas que se han acumulado, ahí dentro me pongo una cofia en la cabeza y un mandil diferente al que usó frente a los clientes, lavó mis manos una vez mas y me pongo a trabajar, preparó malteadas, batidos y jugos en un tiempo récord y con una coordinación casi perfecta mi mamá y yo terminamos todo al mismo tiempo.

Con todos los pedidos listos, cambio una vez más mi uniforme y me apresuro a repartir todo con las chicas, nos toma muy poco tiempo y luego volvemos a comenzar cuando entran más personas y otras se van, desde fuera quizá algunas veces podrá verse como un trabajo aburrido, pero es justo lo contrario, viendo todos los días a tantas personas diferentes uno siempre aprende cosas nuevas.

"Y a veces nos enteramos de cosas inquietantes también" la vocecilla de mi cabeza se burla y yo sonrío un poco.

***

Estoy llevando una nueva orden a una de las mesas en la terraza para ayudar un poco a Tania, cuando una pareja entra al lugar, al verlos les sonrió como hago siempre que entran clientes y todo parece normal, pero en el momento en que pasan junto a mí, todo cambia.

Apenas me rozan siento un frío escalofriante y terrible recorrerme cada centímetro de la espalda, sin poder evitarlo me quedo plantada a la mitad del camino y sin que pueda hacer nada para luchar contra ello, la visión me invade la cabeza.

Puedo verlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora