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–No puedo hacer esto... –Me detuve a mitad de la escalera de mármol.

Jisung se detuvo unos pasos delante de mí. Caminó de regreso a donde yo estaba.

–Claro que puedes. ¿Recuerdas la vez que nos encontrábamos en escuela media y debiste hacer esa presentación sobre tu presidente favorito? Eras un manojo de nervios. Pensaste que olvidarías todo lo que habías memorizado estando ahí parado con todos mirándote.

–Sí, ¿qué pasa con ello?

–Bueno, esto no es diferente. Superaste eso, ¿no?

Jisung había perdido la cabeza.

–Todos mis miedos se hicieron realidad ese día. Me paré frente a la pizarra y comencé a sudar. No podía recordar una sola palabra que escribí. Todos en la clase se quedaron mirando y luego tú me abucheaste.

Jisung asintió.

–Exactamente. Tu peor miedo se hizo realidad y, sin embargo, viviste para ver otro día. De hecho, ese día resultó ser el mejor día de tu vida.

Negué con la cabeza, desconcertado.

–¿Cómo es eso?

–Esa fue la primera vez que estuvimos en la misma clase. Pensé que eras solo otro chico presumido como el resto de los demás. Pero ese día después de la escuela, me atacaste por burlarme de ti mientras intentabas hacer tu presentación. Eso me hizo percatarme de que no eras como los demás. Y ese mismo día decidí que seríamos mejores amigos.

Sacudí la cabeza.

–No hablé contigo durante el resto del año escolar.

Jisung se encogió de hombros.

–Sí, pero te gané el siguiente año, ¿no? Y ahora mismo te sientes un poco más tranquilo que hace dos minutos, ¿o no?

Suspiré.

–Supongo.

Levantó un codo cubierto en esmoquin.

–¿Entramos?

Tragué. A pesar de lo aterrorizado que estaba por lo que haríamos, tampoco podía esperar a ver cómo lucía el interior de la biblioteca acondicionado para una boda. Pasé innumerables horas sentado en estos escalones, preguntándome sobre la gente que transitaba.

Jisung esperó pacientemente con el codo extendido mientras yo debatía un minuto más. Finalmente, con otro fuerte suspiro, tomé su brazo.

–Si terminamos en la cárcel, deberás pagar la fianza por los dos. Estoy demasiado arruinado.

Mostró su sonrisa de estrella de cine.

–Trato hecho.

Mientras subíamos los escalones restantes hasta las puertas de la Biblioteca Pública de Seúl, repasé todos los detalles que discutimos en el Uber de camino hacia aquí. Nuestros nombres para la noche eran Choi Beomgyu y Harry Lee. Harry se encontraba en el sector inmobiliario (su familia era propietaria de Borderless House in Seoul) y yo obtuve mi Maestría en Administración de Empresas en Korea University Business School y recientemente me mudé nuevamente a la ciudad. Ambos vivíamos en Jung-gu, al menos esa parte era cierta.

Dos camareros uniformados con guantes blancos estaban en las altísimas puertas de entrada. Uno sostenía una bandeja con copas de champán y el otro un portapapeles. Aunque mis piernas de alguna manera siguieron adelante, mi corazón se sentía como si estuviera intentando escapar de mi pecho y despegar en la dirección opuesta.

–Buenas noches. –el camarero del portapapeles asintió– ¿Me pueden dar sus nombres, por favor?

Jisung no se inmutó cuando repartió la primera de lo que sería una noche llena de mentiras.

Destino o Casualidad (HyunLix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora