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–¿Ya tuviste alguna noticia del Príncipe Azul? –Jisung abrió la nevera y sacó un recipiente de restos de la cena de ayer, a pesar de que solo eran las siete de la mañana.

Negué con la cabeza e intenté ocultar mi decepción.

–Probablemente sea lo mejor.

–Cuánto ha transcurrido… ¿cómo una semana?

–Ocho días. No es que esté contando. –Por supuesto que estoy contando.

Me miró de arriba abajo.

–¿Por qué estás vestido tan temprano?

–Acabo de regresar de ver el amanecer.

–Sabes, puedes configurar el fondo de tu computadora con algunos amaneceres y atardeceres muy agradables y dormir hasta tarde –Jisung abrió la tapa del recipiente Tupperware y atravesó con el tenedor una chuleta de pollo empanada como si fuera una piruleta. Mordió un pedazo.

–No es lo mismo, pero gracias. Umm… ¿Quieres que lo caliente? ¿Qué te entregue un plato y un cuchillo para cortarlo? O mejor aún, ¿te preparo unos huevos para desayunar?

–No es necesario –Se encogió de hombros y dio otro mordisco– ¿Por qué no lo llamas?

Miré a mi mejor amigo sin comprender.

–No puedo llamarlo.

–¿Por qué no?

–Porque probablemente cambió de opinión. ¿Olvidas cómo nos conocimos? Me sorprende que incluso pidiera mi número de teléfono. Estoy pensando que fue un lapso temporal en su cordura y lo pensó mejor después de mi partida. Además, tengo una cita mañana de todos modos.

–¿Con quién?

–Changbin.

–¿El chico que conociste en línea? Eso fue hace un par de semanas, ¿no?

–Sí. Se suponía que debía salir con él hace unos días, pero cancelé.

–¿Cómo es que cancelaste?

–No lo sé. –Me encogí de hombros– Simplemente tenía que hacerlo.

Jisung me miró.

–Buen intento. Pero no creo nada. Esperabas que el Príncipe Azul llamara y querías tener tu agenda libre.

–No esperaba la llamada de Hyunjin.

–¿Has revisado tu teléfono en busca de mensajes perdidos más de una vez esta semana?

–No –dije demasiaaado rápido y sonando completamente defensivo.

De hecho, lo hice un par de veces al día. Pero sabía cómo operaba Jisung. Era implacable. Aquello lo convertía en un buen abogado. Si encontraba una pequeña cuerda colgando, seguía tirando y tirando hasta que el suéter entero se desenredaba. Así que no le entregaría ese hilo en bandeja de plata.

Me estudió.

–Creo que estás lleno de mierda.

Puse los ojos en blanco.

–Sabes, puedes salir con más de una persona a la vez…

Afortunadamente, nuestra conversación fue interrumpida por el timbre de mi teléfono fijo, el comercial.

–Me pregunto quién llama al teléfono de negocios un sábado. Supongo que podría ser un proveedor en Singapur.

Jisung se rió entre dientes.

–Camino equivocado. Hoy es domingo.

–Oh.

Encontré el teléfono en la sala de estar, donde se encontraba encima de una caja de muestras. Acuné el auricular en mi hombro mientras levantaba la caja también.

Destino o Casualidad (HyunLix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora