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Estudiar y trabajar al mismo tiempo era un trabajo muy duro. El trabajo en la cafetería le encantaba, estar con Chaemin y Seokjin era de lo mejor, pero tenía que admitir que también era muy agotador. Desde fuera podría parecer un trabajo fácil y sencillo, pero estar todo el día sonriendo y hablando con personas agotaba su batería social. Dejándolo al final del día con un cinco por ciento restante para poder estudiar.

Sin embargo, sabía que no podía quejarse. Era un buen trabajo y le pagaban bien, lo suficiente para poder cubrir los gastos que necesitaba. Además, no quería preocupar ni a sus padres, ni a Jimin ni Jungkook. Se las podía arreglar solo. Claro que podía.

Como de costumbre, se levantó el sábado temprano para ir a la cafetería. La noche anterior había dormido muy poco ya que se quedó hasta tarde haciendo un trabajo que tenía que exponer dentro de poco. Admitía que su rostro no estaba en su mejor momento, ya que en este se visualizaban unas ojeras importantes. Parecía un muerto viviente.

Se maquilló un poco, intentando disimular las ojeras lo mejor que podía. Dirigiéndose luego a la cafetería. Para su suerte, el día transcurrió normal. Para ser sábado todo estaba relativamente tranquilo, y lo agradecía porque no estaba preparado ni física ni mentalmente para soportar clientes molestos o mucha clientela.

Aunque tal vez volvió a cantar demasiado pronto victoria.

— Te he repetido mil veces que quería un café descafeinado, ¿eres sordo o qué?

— Señor, ya le he dicho que tengo apuntado que usted pidió un café amargo. E incluso me indicó, haciendo mucho hincapié, en que lo quería bien amargo.

Admitía que podía verse como un zombie, pero siempre apuntaba los pedidos en una libreta y le preguntaba al cliente si eso era lo que había pedido. Precisamente para evitar cualquier error o malentendido.

— ¿Me estás llamando mentiroso? — el hombre resopló molesto. — Esto es increíble, me sirves esta basura y esperas que me crea que yo te lo he pedido.

— Señor, lamento que el café no haya sido de su agrado, pero le repito que anteriormente yo le había preguntado si eso era lo que quería, y usted me dijo que sí.

— ¿Mis oídos escuchan bien? ¿Acaso tú, un mocoso empleaducho de cuarta, me está diciendo que soy un mentiroso? ¿Acaso buscas pelea?

«Ojalá esos oídos sirvieran para escuchar lo que los demás le dicen y no solo lo que quiere oír», pensó el castaño.

— Por favor, señor. No quiero ningún problema.

— Entonces devuélveme el dinero, yo no he pedido esta basura.

— Lo siento, pero eso no será posible, usted pidió ese café.

— Mira, mocoso, te lo voy a decir más despacio porque creo que tu cerebro es tan diminuto que no me logras entender. De-vuél-ve-me mi di-ne-ro.

Vale, ya estaba llegando a su límite, su cabeza palpitaba a más no poder doliéndole demasiado. Ese señor que podría ser su padre les estaba hablando como si fuera un niño. Tenía tantas ganas de mandarlo a la mierda, pero sabía que no podía. Malditas reglas de comportamiento.

Encima ese día era el día libre de Chaemin y se encontraba solo. Sí, Seokjin estaba ahí, pero estaba encerrado en su oficina avanzando papeleos, ajeno a lo que estaba pasando ahí afuera. Quién pudiera ser él.

— Le repito señor que eso no será posible. — su dolor de cabeza cada vez empeoraba más.

— Ya he tenido suficiente.

El hombre se encontraba furioso, parecía ser que su paciencia ya se había acabado, ya que hizo un ademán de quererle pegar. Y lo estuvo a punto de hacer si no fuera por Yoongi, el cual se encontraba llegando a la cafetería y, al ver tal escena, sintió su cuerpo actuar primero. Sentía su sangre hervir. Ese hombre se había atrevido a querer pegarle a Hoseok, el mismo Hoseok que siempre atendía sonriendo a todos a pesar de las visibles ojeras en sus ojos que demostraban lo cansado que seguro debía estar.

ANGEL OR DEVIL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora