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Si no recordaba mal, la última vez que acudió acompañado de alguien a estudiar fue en primaria. Cuando aún sus padres lo llevaban. De eso hacía ya bastante tiempo. Por eso, luego de años, Hoseok volvía a tener compañía. Específicamente, la de un ángel y un demonio. Qué rara es la vida, ¿no?

Aún no se acababa de creer toda esa situación, parecía todo tan irreal que más de una vez tuvo que pellizcarse a sí mismo. Es decir, no siempre se te presentan en tu casa dos criaturas místicas que solo escuchas o ves en cuentos e historias.

Mas todo era real, ellos en verdad estaban ahí por muy loco que pudiera sonar. Los veía con sus propios ojos, los sentía con sus propias manos. Todo era real.

Su mirada no podía dejar de observar a ese par. Le resultaba curioso que, a pesar de sus respectivos atributos como ángel y demonio, no había mucho que los distinguiera de él. Ambos parecían dos niños pequeños, revoloteando de aquí para allá. Podía ver como sus miradas recorrían cada rincón de ese gran edificio donde estudiaba, fascinados por cada pequeña cosa que notaban.

Para Jungkook y Jimin todo era tan distinto comparado al lugar de donde venían. Las aulas, pasillos y paredes no eran blancas como en la escuela de los ángeles, ni negras como la de los demonios. Al contrario, tenían distintas tonalidades e incluso algunas paredes estaban adornadas con muchos dibujos.

Hoseok escaneó el lugar, vigilando que no hubiera nadie más aparte de él. Bueno, al menos no otro humano. Suspiró tranquilo, no había ni un alma. Era normal, aún era muy pronto como para que alguien más estuviera por ahí.

— ¡Chicos! Mi salón está aquí, ese es el cuarto del conserje.

Demonio y ángel se detuvieron, mirándose avergonzados, no le contarían al castaño que habían pensado que ese cuarto se traba de algún lugar secreto. Rápidamente, fueron hasta donde se encontraba Hoseok, situándose uno a cada lado.

Hoseok se sentó en su pupitre. Abrió su mochila y de ella sacó un libro. Leería mientras esperaba a que su resto de compañeros llegaran y la clase empezara. Por su parte, Jungkook y Jimin se encontraban aburridos. Había tanto por explorar, pero no podían dejar al castaño ahí solo.

— Si queréis poder iros a explorar, estaré bien — habló Hoseok sin despegar la mirada del libro.

Había escuchado los suspiros de aburrimiento de ese par mientras leía. No quería aburrirles, así que pensó que lo mejor sería dejarles explorar por ahí. Lo menos que quería era que lo abandonaran por aburrido o, peor, que se molestaran con él por obligarlos indirectamente a estar ahí a su lado. Sabía que su compañía no resultaba muy entretenida, precisamente no se caracterizaba por ser el alma de la fiesta.

— No, nos quedamos aquí — habló Jimin.

Con una mano sujetaba el cuello de la camisa de Jungkook, deteniendo su vuelo. Y es que al demonio no le habían faltado ganas de alzar el vuelo y salir a explorar. A veces podía llegar a ser demasiado curioso y aventurero.

— ¿Verdad, Kook?

El demonio asintió resignado, sus brazos permanecían cruzados.

Hoseok notó la molestia del pelinegro. Estaba a punto de volverles a insistir en que podían marcharse, pero justo llegaron más personas. Cada uno se iba sentando en su pupitre, mientras hablaban y reían entre ellos, seguro acordándose de alguna anécdota que habían vivido ese fin de semana. Algunos bromeaban, otros bailaban. Todos en su propio mundo con sus amigos.

La mirada del castaño reflejaba tristeza y anhelo mientras veía como sus compañeros se divertían juntos, al menos es lo que pudieron notar tanto Jimin como Jungkook.

ANGEL OR DEVIL?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora