Capitulo 39. Como perder el aire.

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No estaba borracha, había estado tomando pero sólo se sentía un poco mareada. Aún podía decir con facilidad el abecedario al revés y hacer le número cuatro con las piernas; estaba todo en orden. Aunque se sentía un poco fuera de sí.

Acababan de volver a casa, después de una salida con ex compañeros a un bar para platicar y bailar. Eran las 3:47 de la mañana cuando entró a su solitaria habitación que sólo estaba decorada de su lado, respetando el de su amiga que pronto llegaría para habitarlo.

Se metió al bañar para quitarse el sudor del cuerpo y el olor a cigarrillo que se había adherido a su cabello. Cuando salió con la pijama ya puesta pudo escuchar los leves ronquidos de Taw en la otra habitación. Sus amigas habían caído profundamente dormidas a penas tocaron sus camas, pero Kim no, simplemente no tenía sueño.

Sentada en su escritorio, frente a la ventana desde la cual podía ver un poco de las calles principales de su amado Tokio: luces por todos lados y personas aún paseando por ahí a pesar de la hora; estaba segura de que Nueva York no era la única ciudad que nunca duerme.

Bajó la vista y se puso a buscar su cuaderno y unos lapices para poderse distraer dibujando mientras Morfeo llegaba a ella.

Abrió varios cajones sin mucha atención a su contenido hasta que llegó a uno que guardaba un paquete anaranjado de moño morado, llevaba varios días ahí. Casi no tenía tiempo sola para abrirlo y cuando lo tenía simplemente no se acordaba de él. 

Lo sacó con cuidado y lo abrió con cuidado de romper el papel, una manía que tenía y desesperaba a su hermano. Dejó el moño y el papel sobre su escritorio y se llevó el contenido hacia su cama para verlo con calma.

Era un libro blanco con un diseño florar en rosa y su nombre en letras grandes. No muy grande con la cubierta era pesada y de textura suave: Un álbum de fotos

Movida por la curiosidad, comenzó a hojearlo. Las páginas estaban ocupadas por fotos de su familia, con sus padres y su hermano, incluso había una con de ella con James y sus primos cuando eran niños y pasaban vacaciones juntos, siempre peleando. Sonrió con cariño.

Luego había una foto de ella con sus amigas de Tokio: estaban las tres sonriendo en algún lugar de Ginza y su cabello a penas comenzaba a ser de colores. Seguramente James había ayudado a preparar ese regalo.

Siguió viendo fotos de su adolescencia y riendo al recordar cuando fueron tomadas. Hasta que llegó a las fotos actuales y sintió que perdía el aire.

Estaba ella con su hermano y su primo el día de la fiesta de piscina; una foto de los cuatro adolescentes sentados desayunando con el uniforme de la escuela; varias de ella y Hope haciendo caras raras, que ella había tomado con su celular.

La foto que tomaron sus padres el día del fiesta de disfraces y varias que tomaron sus amigos del mismo día.  En varias salía Beck pero la que más le llamó la atención fue una donde sólo salían Hope y Matt sonriendole a la cámara, y en el fondo se podía ver ella bailando con Román, no tenía ni idea de que esa foto existiera.

 Las lagrimas comenzaron a recorrer su rostro y ella seguía pasando las hojas, deteniéndose a ver cada foto. Salía con Matt y Hope, o con sus primos y hermano, hasta había una donde ella y Claire se estaban abrazando. También había varias con Beck, de cuando eran novios.  Y la última foto, simplemente  dejó de respirar.

Ese día volvió a su mente tan sólo con ver la foto, él tenía razón habían salido bien. No pudo evitar preguntarse como es que sus primos habían conseguido la foto que tomó Román el día que la perdió en el bosque para tener un picnic juntos.

Kim lloró en silencio, volviendo a recorrer e, álbum y tratando de recordad cada momento que había sido inmortalizado con una cámara. 

Nunca pensó que se había encariñado tanto de las personas, sabía que le dolería dejarlos pero no tanto. Ya no se sentía tan bien el no tener a su familia con ella, sin su hermano que escuche sus problemas ni al cotilla de Leo hasta extrañaba a la vanidosa de Claire. Ya no más clases con Hope y Matt ni pasar tardes enteras platicando con Beck sobre cualquier tema por más estúpido que fuera, pero sobre todo no más lunes de Román en casa.

Y le dolió y supo que no podría soportarlo otra vez.

Dejó el álbum de lado y tomó su celular, tenía que llamar a su familia y a Beck para avisarles que ya no quería volver. Que no iría a la graduación pues despedirse de verdad sería imposible para ella.




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