Era el primer día de vacaciones de invierno, por lo que no se había molestado en guardar su uniforme escolar que permanecía en el suelo junto a un collar de flores artificiales y unas sandalias de plataforma.
Kim tarareaba una canción de moda que había escuchado en la radio hace unos días mientras se maquillaba: un poco de corrector claro para resaltar alrededor de sus ojos que ya estaban perfectamente delineados de negro, un poco de rubor y un labial rosa pálido para terminar con los labios.
Generalmente peinarse y maquillarse le tomaba una hora y media, pero siempre valía la pena cuando en su reflejo veía a una chica bajita de piel morena y largo cabello decolorado hasta llegar al rubio cenizo. Sonrió ante su reflejo y sobre su tocador buscó una pequeña hojita con calcomanías con forma de estrellas de colores para ponerse un par junto a los ojos.
—Kimberly baja a desayunar— escuchó a su hermano gritar desde la cocina y rodo los ojos, no les gustaba que la llamaran por su nombre completo y justamente por eso James lo hacía.
Sentados en la mesa ya la esperaban su mamá y James, no le sorprendió la ausencia de su papá pues a esa hora ya debería de estar en su trabajo.
—Buenos días familia— saludó Kim en japonés para llamar la atención de su familia.
—Buenos días enana— le contestó James del mismo modo, pues a pesar de tener 15 años era bastante más alto y hasta lucía mayor que ella. Kim siempre había creído que cuando su hermano mayor creciera sería muy guapo y hasta el momento todo parecía indicar que tendría razón; había sacado la piel blanca de su madre y su cabello lacio que le cubría la frente, pero tenía el cabello castaño y los ojos claros de su padre.
—Niños ¿qué les hemos dicho?— los regañó su madre levantando la vista del periódico para verlos a sus dos hijos.
—Perdón— contestaron casi al unísono. El señor Whitmore había puesto como regla que dentro de la casa sólo se hablara en inglés desde el momento en que llegaron a Tokio cuando Kim tenía casi tres años y James era un bebé en brazos, pues quería que no perdieran conexión con su lado de la familia y su cultura.
—Por cierto mamá se me había olvidado decirte que voy a salir con Masumi y Tamie— agrego Kim apurándose a desayunar. —Ya deben de estar por llegar—
—¿A dónde van?— preguntó la mujer con la ceja levantada pues ya conocía la respuesta.
—De compras—
—Por favor, como si no tuvieras ya mucha ropa— se entrometió James con una sonrisa burlona pues como buen hermano menor disfrutaba de hacer enojar a Kim.
—¿Y a ti qué te importa?— le contestó Kim en japonés, a veces, cuando no pensaba lo que decía, salía naturalmente ese idioma.
—Kim en japonés no— le interrumpió su hermano imitando la voz de su madre que sólo rodó los ojos divertida ante la situación.
—Me saludas a las chicas y trata de no gastar mucho que sabes que últimamente no hemos estado bien económicamente— le dijo una vez que Kim terminó de pelear con su hermano.
—No te preocupes que más bien sólo vamos a ver y a pasar el rato— le contestó mientras revisaba un mensaje de Masumi anunciándole que ya habían llegado y la esperaban afuera.
—Y vuelve temprano que tu padre y yo queremos hablar con ustedes— agregó ya sin sonreír lo cual extraño mucho a los hermanos pues su madre siempre era muy alegre y amable con todo el mundo.
Kim aceptó y pensando en que era lo sus padres les tenían que decir salió de su casa para encontrarse con sus dos mejores amigas. Masumi era una chica de su edad a la que conocía desde pequeña que compartía el mismo estilo que ella con la piel muy bronceada y el cabello rubio platinado.
ESTÁS LEYENDO
¡¡BICHO RARO!!
Teen FictionKim no luce como las chicas a las que estamos acostumbrados ya que sigue una moda llamada gaguro y ella es feliz así, al menos en Tokio donde las personas pueden lucir como quieran sin ser juzgadas. EL problema es que a las personas de Pensilvania...