¿Qué hay de malo en un trabajo?
Donde Draco termina enamorandose de la persona a quien menos imaginaba y donde Emma termina enfrentando su pasado con dolor.
¿Será mas fuerte su amor que una guerra mágica?
• 𝐚 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚�...
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ALISON RIDDLE.
Un nombre que me dio náuseas escuchar y pensar.
Imagine por varios minutos el sufrimiento que Emma estaría pasando ahora mismo. Helena y Marcus no eran sus padres, nunca lo fueron. Ahora tendría que vivir con el pesar de todo eso cuando no lo merecía, y yo no podía hacer absolutamente nada por ella.
Había impedido que nos matara, aun cuando ya sabía todo lo que había pasado con mi familia, porque aunque crea que mi madre hizo mucho por ella, no tenía razones para hacerlo. Y era nuestra culpa que ahora estuviera metida en todo esto. No podía imaginarme ver aquella marca que tanto odiaba en su brazo.
Fueron varios minutos donde tuve que mirarla desecha. No fueron delicados al llevarla fuera de aquella habitación, los mortifagos solían ser personas demasiado crueles cuando no tenían ordenes directas de Voldemort. Y aunque era cierto que el señor tenebroso no le había causo dolor físico, no impedía que la trataran de esa forma, y yo tampoco podía levantar la voz para impedirlo. Me matarían.
No me permitieron verla durante dos días largos. Sin noticias sobre ella ni nada parecido, podría estar muerta y yo nunca lo sabría. Las heridas de su cuerpo me mantenían demasiado preocupado de solo pensar en la razón de como llegaron a aparecer. Si es que era cierto que fueron mortifagos los causantes de eso... entonces significaba que todo este tiempo estuvo con Harry Potter.
Y aunque odiaba con todo mi ser su simple presencia, desearía que en este momento apareciera en la Mansión y se largara hasta que tuviera a Emma entre sus manos. Pero eso sería casi imposible, seguramente esta demasiado ocupado con sus propios asuntos, o es que probablemente ni siquiera sepa que la han secuestrado.
Caminé de un lado a otro con mis manos detrás de mi espalda, mirando el suelo con la mirada totalmente pérdida. No quería pensar cosas malas, odiaba que esos pensamientos llegaran a mi mente, suelen engañarme muy fácilmente, y eso me hace sentir vulnerable.
—Draco— la voz de mi madre llego a mis oídos, poniendome alerta en cuanto apareció en la puerta de mi habitación —Ven. Quiere hablar contigo.
Sin decir ni una palabra la seguí fuera de mi habitación, pasando por un pasillo extenso y bajando por las escaleras principales. Había varios mortifagos cuidando la puerta, usando sus peculiaridades mascaras de siempre. Yo nunca tuve el valor de usar la mía y esperaba que nunca me pidieran hacerlo. Los pasos de mi madre no pararon ni un segundo, hasta que llegamos cerca de una habitación que no me permitían entrar. Uso ambas manos para abrirla y me dio el pase con una mirada nerviosa, pero oculta.
—Ya estas aquí, Draco— recorrí con la mirada el vestuario del señor tenebroso con delicadeza, queriendo no olvidarlo nunca —Me parece que tu madre sigue siendo igual de rápida que siempre.
