25 - 答えてください...

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responde, por favor...

Minho cerró la puerta de su apartamento con un movimiento lento. Se giró de frente al pasillo y caminó los pasos que lo separaban del ascensor. Respiró profundo y presionó el botón. Unos segundos después, las pesadas puertas metálicas se abrieron y entró al reducido espacio del ascensor. Una vez que las puertas se volvieron a cerrar, Minho cerró también sus puños con fuerza, lanzando un grito muy poco masculino. Brincó, lanzó golpes al aire, sonrió, se carcajeó, incluso hizo algún que otro baile extremadamente descoordinado.

¡Al fin!

¡Al fin había sucedido!

La felicidad casi no le cabía dentro, no sabía lo mucho que había deseado que Felix dijera algo así hasta que finalmente lo escuchó. Si se hubiera quedado un segundo más allí, en su cuarto, con el chico, probablemente hubiera perdido la compostura. Tenía ganas de correr, de brincar, de ir bailando por la calle mientras hacía ondear al viento la bolsa que llevaba para las frutas.

Estaba feliz. Se sentía feliz por primera vez en un buen tiempo.

Cuando las puertas del ascensor se volvieron a abrir en el lobby, el doctor Minho se apeó del ascensor con paso compuesto y una expresión neutral. Saludó al encargado de seguridad de su edificio y salió a pie, rumbo a un mercado que había cerca donde sabía que vendían frutas y vegetales frescos.

Aunque no había dormido se sentía fresco, la mañana era hermosa y el sol aún no calentaba lo suficiente como para molestar.

Una llamada entrante que comenzó a vibrar en su muslo lo distrajo sorpresivamente de su ensoñación.

—Dime, Chris— contestó, sin enmascarar para nada el tono complacido de su voz.

Chris dudó por un par de segundos antes de seguir hablando, pero decidió finalmente ignorar el tono alegre de Minho y continuar.

—Me enteré de lo de Felix, de hecho, tengo los resultados del antibiograma. Puedes seguir con la piperacilina, dio sensible.

—¿De verdad?

—Sí, pasé por microbiología ya que aún no salía el informe.

—Wow, gracias. Eso es genial.

—Sí, cuando quieras. Ahora... ¿podrías explicarme qué diablos está pasando por tu mente para llevarte a un enfermo de bronconeumonía para tu casa? Aunque seas tú, eso no es algo que puedes simplemente hacer.

—Yo era el médico que lo estaba atendiendo, así que yo puedo decidir si requiere ingreso o no. Y la verdad es que no lo necesita, no está tan mal, solo estuvo a punto de entrar en shock por la fiebre.

—¿Sabes que tus segundas intenciones están más que claras?

—¿Qué segundas intenciones?— Minho se detuvo.

—No te hagas el bobo. ¿Por qué otra razón llevarías al chico a tu casa?

—Deja de pensar que soy un lobo feroz, solo quiero cuidarlo. ¿No puedo tener bellas intenciones y ser una linda persona con él?

—Sé que, aunque lo tengas en tu casa, completamente a tu merced, vas a ser muy lindo con él. Eres un cursi. Pero no se te puede dar la más mínima oportunidad porque enseguida la aprovechas.

—Me conoces bien.— Minho reanudó la marcha.

—Sí, lo hago. Así que dime: ¿Qué te pasó para que estés tan feliz?

Minho se rió.

—¿Se nota?

—Sí, ¿Qué hiciste?

White Thrill - MinlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora