41- 情け

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...lástima

Las manecillas de aquel reloj sonaban demasiado fuerte.

O tal vez había demasiado silencio.

En aquella habitación parecía que no circulaba el aire. Felix se sentía asfixiado, exaltado y lo único que lo detenía de volver a golpear a Changbin era cierto sentido de la responsabilidad. Sabía que ya se había metido en un buenísimo problema. No valía la pena empeorarlo. Al menos no por aquel interno que, sentado del otro lado del sofá, no dejaba de hacer muecas de dolor y de limpiarse la sangre de la nariz con pañuelos de papel.

Estaban en el lobby de la oficina del subdirector docente. A Felix esto le resultaba ligeramente sospechoso. No le extrañaba que el jefe de la sala les hubiera llamado la atención, pero había sucedido todo demasiado rápido, usualmente convocar al consejo disciplinario tomaba un par de días, a lo sumo, unas cuantas horas. Nunca minutos. Y sin embargo, allí estaban ellos, esperando a que terminaran de debatir en la oficina del subdirector docente, para después decirles que medidas tomarían con ellos.

A lo largo de toda su vida estudiantil, Felix nunca había tenido una pelea, y menos una de aquel tipo. En realidad no se reconocía a sí mismo en ese momento. Su sangre aun hervía, y si Changbin volvía a abrir la boca, probablemente le volviera a partir el tabique. Tal vez tenía demasiado estrés acumulado, o simplemente Changbin había colmado el profundo vaso de su paciencia. Fuera la razón que fuera, estaba dispuesto a aceptar las medidas que decidieran tomar con él. No era como si no las mereciera, después de todo, estaba en un hospital, formándose como un profesional de la salud, ese no era lugar para dejar que sus frustraciones, o emociones, salieran a luz, y mucho menos dar un espectáculo como aquel. Estas consciente de lo que había hecho y pretendía asumirlo.

El sonido de aquel segundero dando su recorrido a lo largo de los sesenta segundos de cada minuto era rítmico e irritante. Desde afuera de la habitación apenas podía oírse el murmullo del pasillo. El horario de salida se acercaba y eso solo provocaba que el silencio se hiciera más y más profundo.

Pudo ver con el rabillo del ojo como Changbin se soplaba la nariz en el pañuelo, rompiendo, como si eso fuera un hechizo, aquel aplastante silcencio.

Un grueso coágulo de sangre fue a parar al ya rosado trozo de pañuelo y una pequeña maldición se escuchó por lo bajo. Changbin respiraba con dificultad y los hematomas de su rostro ya estaban adquiriendo una tonalidad demasiado preocupante.

Felix sabía que era el causante de eso, pero, aun así... Changbin debería haber, al menos, ido al cuerpo de guardia, o a la enfermería de la sala. Aun podía recordar la sensación del rostro del interno crujir bajo sus nudillos...

Así que una radiografía también podía ser útil.

Se puso de pie, consiguiendo que Changbin lo mirara, inclinando su cuerpo lejos de él, por puro instinto. Felix se reprimió mentalmente, pero salió, dejando a Changbin solo, aun con un pañuelo contra su nariz. Regresó en cuestión de minutos, con un pomo de alcohol y un kit de primero auxilios que había tomado de la sala.

Se acercó nuevamente al sofá, Changbin lo seguía con la vista, en sus ojos, casi podía leerse la interrogación.

—¿Qué mierda crees que estás haciendo?— le espetó el mayor, alejándose lo más que podía.

—Solo cállate.— Felix le contestó con el mismo tono, arrancándole el ensangrentado pañuelo de la mano.— No te muevas.— rebuscó una torunda entre las cosas que tenia y la humedeció con alcohol.— Esto te va a arder.

—Y tú muy triste...— ironizó el interno, rodando los ojos, sin embargo, permaneció quieto, dispuesto a permitir que Felix le limpiara la sangre de la cara.

White Thrill - MinlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora