Capítulo 2: Tentación

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La típica pregunta se hace presente en el desayuno, "¿Cómo les fue en el instituto/universidad?". Mi hermana cuenta cómo se hizo amiga de un grupito que al parecer saben hacer las cosas bien, pero que aún sigue buscando ese grupo que le ayude a terminar mejor parada el semestre, y me aconseja que haga lo mismo. Por mi lado tengo ese miedo de que ahora nadie quiera hacer mis amigos, también tuve un problema con un lobo y otro que es medio rarito. Obviamente no les iba a decir eso, por alguna razón mi mente me hace decir que salió todo bien, me copio de lo que dijo Ignacia pero cambiando algunas cosas, y para mi mala suerte, ella se da cuenta, y eso hace que aparte mi mirada instintivamente. 

-Felipe, ¿estás bien?- Me pregunta mi hermana.

-Sí, estoy bien, ¿por?

-No, por nada, te noté medio raro.

-¿Felipe, qué pasó?- Mi padre me mira fijamente, sin apartar la mirada- Felipe.

-No pasó nada.

-Felipe, te estoy preguntando.- Aumenta su tono de voz.

-Te digo que no pasó nada, Ignacia se equivocó.

-Papá no fue nada.

A este punto sólo quiero gritarle, pegarle a la mesa o algo, necesito desahogarme de esta situación. 

-Felipe.

-Te estoy diciendo la verdad.

Se produce un silencio incómodo, la situación sigue controlada por ahora, nadie ha dicho nada malo y el único que ha alzado la voz fue papá, así que está todo en orden. 

-Anda a cambiarte- Rompe con el silencio.

-Estoy comiendo.

-¡Anda a cambiarte, te dije!

Boto el pan cerca de mi taza antes de golpear la mesa para alejar mi silla. Salgo de la mesa y me voy a mi cuarto, lugar donde me meto en la cama, las lágrimas no tardan en aparecer. Escucho pasos viniendo y me da miedo el sólo pensar en que es mi papá, me limpio los ojos lo más rápido que puedo y me levanto, al abrir la puerta me encuentro con mi hermana. 

-Lo siento.- Inicia Ignacia.

Aparto la mirada a la vez que siento sus brazos rodearme. No es su culpa.

-Es mi culpa.

-No digas eso, tú no tienes la culpa de nada.

-Si no hubiese caído esa noche quizás...- Mi voz se quiebra antes de terminar.

-Felipe, la culpa no es de nadie. Papá es aquí el problema.- Esto ya lo dice susurrando- Tú no te preocupes por nada, llora si quieres.

-No quiero.

-Felipe,- me aleja y coloca sus manos en mis hombros- mírame, está bien, no te pasará nada.

-Estoy bien, no necesito ayuda.

-No, sí la necesitas, pero tú no eres el problema, que te quede claro. 

-Sí lo soy, sólo mírame, ¿Qué crees que pensará Dios cuando me vea? Me mandará al infierno.

-Estoy confiada en que eso no pasará, créeme. 

-¿Por qué? 

-Sólo confía en ti. Si no quieres llorar enfócate en el estudio, ¿de acuerdo?

-Mhhh... Lo intentaré.

Ignacia me vuelve a abrazar, sale de la habitación diciendo que ya me cambie, y que por este día papá no nos dejará en nuestras sedes, cosa que ya me lo esperaba, no me quejo, no quiero hablarle ni verle luego de la escena que montamos. 

Amantes de NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora