Capítulo 11: Respuesta Lunar

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Escribo la materia del cuaderno borrador al oficial de la materia, intento ponerle algún que otro adorno para que simplifique más la información, quizás algunas nubes y estrellas.

Escucho la puerta golpear contra la pared, quizás haya llegado papá, o mamá, de cualquier forma tengo que ir a recibirlos, y eso mismo hago, cierro los cuadernos para salir de mi habitación. Es mi mamá.

-Hola, mamá.

-¿Pedro? ¿Dónde estabas?- La escucho algo rara, sus ojos están cansados y su voz tiembla.

-Llegué después del colegio.

-¿Ah sí?- Camina tambaleándose hacia el mueble- ¿Dónde está tu padre?

-Aún no ha llegado.

-¿Mh?- Ríe para sí misma- Mírate no más cuánto has crecido... ¿Cuántos años dices que tienes?

-Mamá, ya tengo doce.

-¿Doce? Aún me acuerdo cuando tenías dos añitos, creí que serías la solución, pero mírame ahora... Anda a tu cuarto a hacer... Lo que sea que hayas estado haciendo.

-Claro...- Camino a mi habitación.

-¡Pedro, espera!

-¿Sí?- Me detengo.

-No sé a qué se habrá referido Segundo, pero me dijo que te dijera que ya está buscando a alguien más. Pedro, quiero que me escuches y me entiendas muy bien, si alguna vez llegases a abandonar esta familia, te juro por Dios que te encontraré. Recuerda, si me haces feliz yo te haré feliz.

-Mamá, algún día voy a tener que dejar la casa, cuando sea más grande...

-Sobre mi cadáver- Me interrumpe, parece estar muy molesta.- ¿Me escuchaste? ¡Sobre mi cadáver!

Camino a mi habitación, mamá ya no me está gritando, aún así cierro la puerta con llave y me apoyo, caigo con las rodillas temblorosas, en verdad me puede dar miedo su forma de ser.

◉❈✖❈◉

Saco el celular para escuchar algo mientras me quedo dormido, el sonido de la lluvia suele relajarme, los grillos, a veces, me hacen recordar al campo, donde pasé la mayor parte de una infancia decente, graciosamente sólo convivía con mis abuelos cuando mis padres estaban en una discusión que por mi edad no podría estar presente.

Bueno, con el tiempo esas discusiones fueron creciendo más y mucho más, hasta que un día dejé de escucharlas. En gran parte, es por lo que tengo miedo a Segundo, fue para mi bien, ya lo sé.

Me quito los audífonos, pongo el celular con mi bolsillo junto con las llaves y salgo de la casa. Hay un lugar cerca donde me encanta ir, se trata de un pequeño huerto que tenemos entre los vecinos. Vivimos en un caserío conformado por veinte casas rodeados por una reja que nos mantiene apartados de los demás, eso en parte nos ayudó a tener una parcela al lado, ahí está el susodicho huerto.

Entro con mucha facilidad y me dirijo al pequeño parque que tiene cerca, también dentro de la parcela. Aquí puedo ver el cielo sin interrupciones o cables que me dificulten la visión. La luna está más cerca aquí que en otros lugares, se ve grande, demasiado grande.

-Hola, papá. Años sin verte, ¿Cómo estás? Sé que estás allá arriba, mirándome y esperándome...- Siento algunas lágrimas, me seco rápido- Ya sé que no he venido antes a hablarte, pero necesito de tu consejo, por favor, por favor sólo necesito que me guíes en esto.

Ya han pasado años, pongámosle, siete años desde que mis padres fallecieron y mi abuela tomó mi custodia, pero de entre los dos, siempre he preferido hablar con mi padre, era el menos violento, graciosamente. Siempre que tenía un problema lo solía contar a él, no tenía mucho que decirme, pero las cosas que decía me han ayudado, de una u otra forma. Sólo quería ayudar.

-Ojalá poder volver a verte, no sabes cuánta falta me hace tener un padre. Ahora estoy con la Abu, ya lo sabías, ella me ayuda, pero no es lo mismo... Sólo quiero tenerte de vuelta, poder hacer bien las cosas.

-Pepito...

-¿Abu?- Doy vuelta, me seco las lágrimas- Creí que estabas durmiendo.

-No pude, también estoy intranquila...- Se acerca- ¿Por qué no me lo dijiste?

-No quería... No quería herirte, me ayudas, pero ya sabes, no eres mi madre.

-Sí lo sé, y no sabes cuánto detesto no poder serlo, pero lo intento.

-Lo sé...

La Abu se acerca más y me abraza, yo me apego a ella.

-Es por ese muchacho, ¿verdad?

-Ahora mismo, por todo... Por tener una vida de mierda -se me rompe la voz por un momento-, por estar siempre atascado en el mismo lugar.

-Pedrito, no puedo arreglar el problema de tus padres, ni tú puedes, sólo hay que aprender a vivir con ello. Pero con el tema de ese muchacho, déjame ver qué encuentro de los Huskys, y ya te digo.

-Si sólo supiera lo que él piensa de mí.

-¿No habías dicho que era creyente?

-Bueno...- Me separo del abrazo- Me lo dijo su hermana, la familia es creyente.

-La familia, pero, ¿y él?

-Supongo.

-¿Por qué no le preguntas?

-Tengo miedo.

-Pregúntale, porque quizás ese pensamiento sólo lo tienen los padres.

-Quizás, ¿Y si dice que no?

-Ya veremos eso luego, por mientras sólo enfócate en eso. Y ya vamos a dormir, que se hace tarde.

-Ah, sí.

Caminamos fuera del huerto hacia la casa, donde al entrar a mi cuarto veo por la ventana hacia la luna. Pasa poco tiempo hasta que siento un viento frío pero agradable por mi cara. Sé que no es él, pero me gusta pensarlo. Así mismo me voy a la cama listo para dormir. Mañana será el día.

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Amantes de NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora