Capítulo 10: Decepciones

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Agarro mi almohada y la lanzo hacia la pared, mis sábanas yacen en el piso, los cartuchos de videojuegos están desparramados a lo largo de mi habitación, y yo estoy en mi cama llorando de la impotencia. 

-¡Pedrito!- La abu entra a la habitación- ¿Qué te pasó?

-No quiero hablar, sólo vete.

-¿Qué pasó?- Se sienta a mi lado. 

-Nada- Me alejo-. Abu, en serio no quiero hablar ahora. 

-Es por ese chico, ¿verdad?

-No quiero hablar, en serio. 

No me hace caso, a diferencia, ella me abraza y acaricia mi cabeza. 

-Ya pasará, tranquilo no más, ya pasará.

-¿Por qué ahora?

-Te dejaré tranquilo, iré a cocinar. Luego recoge todo esto.

-Mj. Claro.

Me tiro boca arriba mirando hacia el techo, me imagino lo que podría pasar si es que le hago caso al corazón, y no me viene nada bueno. Sigo en el mismo modo durante mucho tiempo, sin pensar en nada más que las últimas palabras que dijo Ignacia, las mismas que se repiten una y otra vez en mi cabeza, intento callarla pero es más fuerte. 

-¡Pedro ya está la comida!

Me quedo en mi cuarto, no tengo nada de ganas de ir. La abu entra a mi cuarto y se sienta al lado mío en la cama.

-¿Ahora sí se puede saber qué es lo que pasó?

-Es creyente.

-¿Creyente? Pedro, mira, tuviste mala cuea no más, quizás no era el momento. 

-Él y toda su familia, y parece que lo tiene muy alto ese pensamiento, ya ni quiere salir, sólo nos juntamos en las clases que tenemos, me está alejando. 

-Sé que es difícil, pero quizás sea lo mejor, si es tan creyente como dices, el haberte alejado quizás sea lo mejor.  

-¿Me estoy preocupando de más?

-Tú preocúpate todo lo que quieras, al final el tiempo que tardes en salir de esto dependerá de ti, y yo estaré ahí para apoyarte. 

La abu sale de mi cuarto. Me quedo arropado en mi cama, y con las últimas lágrimas me levanto mirando hacia la ventana.

◉❈✖❈◉

Dejo caer la mochila a mi cama. ¿Qué más puedo hacer? No puedo regresar a ese camino, no ahora que ya estoy cerca de mi libertad. Escucho la puerta abrirse, no me molesto en dar la vuelta.

-¿Acaso no entiendes?- Es mi hermana.

-¿Entender el qué?

-No quiero que tengas las mismas riendas, ¿Me entiendes?

-¿Riendas?- Ya doy vuelta- ¿Así llamas a lo que nos inculcaron?

-Lo que nos inculcaron es una mierda...- Se detiene en seco- En algún momento entenderás que tú eres más importante, que algo inexistente.

-¿Cómo puedes hablar así tan fácilmente?

-Yo abrí los ojos, fue muy difícil dejar de ver el mundo como pensabas que era, es algo complicado.

-¿Qué te hicieron mal para que acabaras así?

-¿Mal? Pipe, no me enorgullezco por las cosas que tuve que hacer dentro de esa secta, de ambas...-Se sienta en la cama- Cambiaría toda mi vida desde ese punto.

Camino para sentarme al lado de Ignacia.

-Dios no tuvo la culpa.

-Ya lo sé...- Suspira- Sólo quiero verte feliz.

-¿Tú crees que estando con él estaré feliz acaso? Todo me lo impide, mis padres, me estaría culpando por todo.

-¿En verdad quieres creer en Dios?

La quedo viendo por un momento, procesando la pregunta más que nada.

-¿En verdad crees que exista?-Continúa- Digo, no ha hecho nada por nadie, y además, sigue siendo una deidad de hace miles de años, de una civilización que creía y que ahora está muerta. Una civilización que decía ser creación perfecta de él, y los dejó morir. ¿Tú crees que si dejó morir a sus "hijos perfectos" a ti no te hará lo mismo?

-Nosotros también somos parte de su creación.

-Por lo que a mí concierne, no somos más que un experimento para mutar cuerpos como escape de una guerra.

-Es lo que tú crees.

-Es la realidad.

-Yo también puedo decir que lo que digo es la realidad.

-Pipe, algún día te darás cuenta, es sólo cuestión de tiempo.

-Y aunque me guste, aunque quisiera estar cerca de él, sé que al final acabaremos mal.

-Pero eso es sólo por tus creencias.

-Las mías y las de ellos.- Veo la puerta- Aún me sorprende que sigas viviendo acá.

-Ellos no pueden hacerme nada, es una de las pocas cosas buenas que hay de estar metida en las manadas.

-¿Por qué yo no estoy dentro?

-Mi madre jamás quiso meterme, fueron las circunstancias de ese momento. Contigo fue diferente, cuando se casó con Roberto logró dejar la manada un poco apartada, pero se metió en otra secta, la cual no pudiste evadir.

-De todas formas, si es que estoy con él, los bautizos son en nada, me bautizaré, y le perteneceré a la iglesia, y de ahí no podré huir.

-Hay una forma.

-¿Perdón?

-Yo ya estoy atada a absolutamente todo, pero tú aún eres virgen, no tienes nada. Los bautizos son hasta dentro de cinco días, y si hasta ese entonces, tú... Deberás entrar a una manada.

-¿A una manada? ¿no es eso que te destruyó la vida?

-En parte... La cosa es que tendrías que entrar con Segundo.

-¿Segundo?

-Es el enemigo de Roberto, son manadas opuestas, pero en lo que más tengo entendido, es que allá no son tan radicales como esta parte.

-Creo entenderlo... Pero no sé, tengo miedo.

-¿Miedo de qué?

-De que me pase algo, no sé, imagina.... Imagina que en verdad todo sea real. Y no tengo motivaciones para dejar la iglesia.

-¿Quieres una motivación? Vivir en una manada no te hará ni la mitad de daño que te haría vivir en una de esas iglesias, y te lo digo yo por experiencia.

-¿Y qué hago con mis padres?

-Tú nada, recuerda siempre lo que te digo, si ellos no aprenden a vivir contigo, tal cual como eres, entonces ellos no sienten amor.

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Amantes de NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora