La Familia

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La recuperación de Dionisio fue algo complicada pues las heridas en varias ocasiones se le llegaron a infectar, por fortuna lo atendía de inmediato y a los días mejoraba, de eso ya han pasado un par de semanas, casi un mes. Dionisio y Secundino seguían con sus negocios de los Gallos y la ganadería, todo poco a poco iba tomando otra vez camino.

Cuando Dionisio por fin estuvo con mejor salud, le conté de Remígio y el sin dudarlo lo acepto, estaba muy agradecido de no haberme echo daño aquella vez que me habían robado para llevarme con Lorenzo, Remígio nos contó muchas de las cosas que no sabíamos sobre el pasado de Benavides, nos dejo en claro que si o si era un hombre de armas tomar y le teníamos que haber tenido mucho distanciamiento, Remígio agradeció también haberlo aceptado en nuestra casa y juraba no defraudarnos.

Justina se tuvo que regresar con Carmela y los muchachos, quedó en regresar pa a antes de las fiestas del pueblo junto con todos.

En cuanto a los hermanos Arriaga al enterarse de lo que nos había ocurrido gracias a su estupida "venganza" se mostraron apenados pues Dionisio por poquito y no la contaba, en agradecimiento lograron llegar a un común acuerdo de que Dionisio debía quedarse con la Hacienda que antes le perteneció a Benavides pues peleamos las tierras que en su momento fueron del papá de Dionisio mostrando los papeles que le había robado.

Secundino busco junto con los peones por todos laos a Lorenzo y nunca encontraron rastro de él, por fin nos había dejado de chingar, su cuerpo había desparecido, la bravura del rio se lo había llevado, los trabajadores de la hacienda buscaron a lo largo de esté pa ver si su cuerpo había llegado hasta la orilla pero nunca lo encontraron, así que las autoridades lo dieron por muerto.

La vida en el campo comenzaba a saberme mejor, por las mañanas sacaba a la Pinzona a los jardines pa que a las dos nos diera un poquito el sol, la sentaba unos ratitos en el pastito eso a ella le gustaba, últimamente estaba muy inquieta yo creo no tarda en dar sus primeros pasitos. Mientras mi esposo estaba fuera de la hacienda yo era la dueña y encargada de llevar las riendas de todo.

Dionisio se había ido un par de días pa Aguascalientes tenia que vender unas cuantas cabezas de ganado y aprovechó pa darse una vuelta por La Tequilera, desde que sucedió lo de Lorenzo habíamos descuidado la cantina, ya ninguno de nosotros podía ir. A su regresó, recibí a mi marido como se debía, con una buena comida y unas cervezas bien muertas, Secundino y Remigio se habían quedado en la sala junto con la Pinzona.

Dionisio me pidió acompañarlo un momento a las caballerizas.

-Ven, no vea, ¿No está viendo veah?.-Me dijo mientras con una mano me ayudaba a seguir y con la otra tapaba mis ojos.

-No hombre, no veo nadita.-Le asegure.

-Quietecita ahí, no veas.-Me dijo y me soltó colocándome en una posición.

-Ya abra los ojos.-Dijo a lo lejos y cuando abrí los ojos, Dionisio tenía un caballo cuarto de milla color alazan lucero con las patas pintas, las crines largas, estaba precioso.

-Es pa ti.-Me dijo y yo me acerqué corriendo a los dos.

-Dionisio esta muy chulo, no lo hubieras echo.-

-Uste se merece todo mi vida.-Me dijo mientras con una mano tomaba el freno del caballo y con la otra me tomaba de la cintura.

-Gracias Pinzon.-Me giré y le planté un beso bien dado, con ambas manos lo tomé de la cara.

Mire a mi alrededor sin ver un alma por ahí, lo jale de la mano hasta encontrar una caballeriza sola, cerré la puerta de esta y lo comencé a besar desenfrenadamente, la pasión consumía nuestras ganas, Dionisio me descubrió los pechos de un jalón y desabotono mi camisa, besaba mi cuello, dejando un camino hasta llegar a mi boca, me tomó de la cara y me miró, amaba cada vez que antes de hacerme el amor conectábamos miradas como el premio más grande hasta el momento.

El Gallo De OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora