El Entierro.

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Todos se portaban más atentos de lo normal conmigo y con Dionisio por las circunstancias, momentos antes de que Secundino fuera a recoger al doctor a casa de él, pasó a hablar con nosotros, yo me encontraba de pie a lado de Secundino y ambos quedamos frente a Dionisio.

-Bueno y en dado caso que el Doctor no lo deje viajar ¿Que piensan hacer?.-Pregunto.

-Pues quedarnos aquí resguardados, después cuando le dé el alta había pensado movernos del estado, quizá irnos a Querétaro, o a Guanajuato.-Di de hombros.-Necesitamos mantenernos seguros.- Coloque mi mano en mi vientre.

-Creo que eso estaría bien, al menos hasta que nazca su bebé.-Dijo y Dionisio afirmó moviendo la cabeza.

-Si el doctor me diera más tiempo de reposo, me gustaría hacer lo que teníamos planeado.-Respondió Dionisio dirigiéndose a Secundino.

-Claro, entonces estaré atento a lo que diga el médico y ustedes.-Mencionó alzando un poco su sombrero.

-Gracias Secundino.-Le dije moviendo la cabeza.

-Para eso estamos lo amigos.-Estiro su mano y yo la tome dándole un apretón.

Enseguida salió de nuestro cuarto y yo me volví a sentar en la cama junto a Dionisio. Moví un poco los hombros sentía que todo este asunto me tenía preocupada más de lo normal y la espalda ya me dolía un poco, no solo tenemos que cuidar de nosotros sino ahora también debemos cuidar de esta criatura que llevo dentro mío y todo es más complicado con esto.

-¿ Todo bien?.-Pregunto Dionisio pasando su mano por mi espalda.

-Es solo que, me preocupa más todo ahora, tengo que cuidarme el doble y me da miedo la situación.

-No permitiré nunca... Óyelo bien... Nunca, que Lorenzo nos haga daño, ni a ti, ni a ese bebé mucho menos a mi.-Dijo y yo me hice para atrás quedando abrazada a él con mi cabeza recostada en su pecho.

Un rato más Secundino llego con el médico, esta vez decidí quedarme pero sentarme en la pequeña sala que había en nuestro cuarto.

Cuando el doctor comenzó quitando la venda del brazo de Dionisio, este se comenzó a quejar un poco, la herida aún supuraba sangre miró la herida y curó con algo de alcohol, él como el más macho aguantó recio todo lo que el doctor le hizo, me acerqué cuando vi que terminaba de colocar el vendaje nuevo.

-Bueno, se que mi comentario es muy importante para ambos, la herida en el brazo, tiene algo de mejoría pero, sigue siendo demasiado pronto para que el señor sufra movimiento bruscos en carretera, así que me gustaría que reposara al menos 3 días más, sin movimiento alguno.-Nos miró a los 3 que estábamos ahí y no nos quedó de otra más que aceptar quedarnos. El médico quedó que regresaría dentro de dos días para volver a revisar su brazo.

Secundino y él salieron, y Petra llegó con nuestra cena, al terminar de merendar coloqué mi ropa para dormir y me metí en la cama, Dionisio estaba apunto de dormir, pero sentí que me observaba así que abrí los ojos.

-¿Que pasó?.-Le dije ya con mi cabeza en la almohada.

-Quiero que estes tranquila.-Me dijo con seriedad y yo me levanté un poco para besar sus labios.

-Lo intentaré.- respondí.-Buenas noches intenta descansar.-Mencione y el estiro el brazo que estaba bien para ponerlo en mi vientre, una sonrisa leve se asomó en sus labios y yo también sonreí discretamente con ternura.

-Tu también descansa, velaré tu sueño.-Mencionó y comenzó a acariciar mi cabello hasta que me quede profundamente dormida.


A la mañana siguiente me reuní con los muchachos en la sala después de desayunar con Dionisio, les comente lo que nos había dicho el doctor, y los planes que teníamos Dionisio y yo después de eso, sé rehusaban a separarnos pero termine haciéndoles entender que corríamos peligro estando todo juntos, así que ellos decidieron refugiarse en Cuquio en casa de Carmela.

Enseguida de estar un rato platicando acerca del tema, cada uno regreso a sus cosas y yo aproveche para salir a tomar un poco de aire al patio trasero de la casa. Me refugié del sol bajo uno de los mezquites.

-¿Esta agusto el fresco aquí veah?.-Escuche a Dionisio al acercarse a mi, y yo lo mire algo indignada.

-¿Pinzon qué haces aquí? Debes estar en la cama.-Le dije y el nego.

-Ya me canse de estar todo el santo dia postrado en esa cama, aparte mi brazo está bien, mientras no lo sangolotie mucho.-Bailo las cejas y yo negué.

-Te quería decir que, pos por fin le daré a mi viejecita el descanso que se merece en una caja como debí haberlo echo desde un principio.-Lo vi tragar saliva fuerte la voz se le entrecortó.

-¿Quieres que te acompañé? Se lo que significa eso pa ti.-Pase mi brazo por su espalda, la acaricié, mientras me hundía entre su cuello y respiraba su loción.

-Si me gustaría, pero no quiero arriesgarte, ni a ti ni a nuestro bebé, no sabemos realmente, si Lorenzo sigue en San Marcos, es mejor que vaya yo solo, si lo que te preocupa es mi brazo, tate tranquila que me llevare a los muchachos pa que me ayuden con todo.-Beso mi cabello mientras ambos veíamos el campo.

-Esta bien.-Respondi, me separé un poco de él y lo mire.-Gracias por siempre protegerme y hacerme sentir segura en tus brazos.-El me regalo una sonrisa y luego tomo mi barbilla para besarme.

Se lo difícil que es todo esto pa él, la pena que llevaba en su cara aquel día que lo vi arrastrar el cuerpo de su viejita envuelta en el petate siendo juzgado por la gente, me dio harto pesar. Él me contó que en el pueblo siempre lo habían tratado mal por su condición. Cuando regresamos aquí y comenzó a codearse de fama como uno de los mejores galleros de la región, San Marcos comenzó a respetarlo y verlo como lo que ahora era, un adinerao gallero de esos a los que se le tratan con harto respeto.

Dionisio se despidió y se fue con los muchachos directamente a San Marcos para hacer todo lo del entierro. Yo me quede en casa junto con Justina y Carmela.

Al regreso de los muchachos junto con Dionisio, se echaba de ver notablemente que le había afectado lo que había echo, lo tome de la mano y lo lleve hasta el despacho, cerré la puerta detrás de nosotros y lo senté en el sillón, le serví un trago y se lo di en la mano.

-Solo quiero que sepas, que tu viejita, seguro esta orgullosa en lo que te has convertido, haz sabido salir pa delante, mírate, te ganaste con tu propio esfuerzo, el respeto de San Marcos, ahora estás escribiendo tu nueva historia, tienes una esposa que te quiere, y próximamente tendrás una de las alegrías más bonitas que alguien puede darte, un hijo.-Sus ojos no tardaron mucho en llorar.

-Y es por eso que me pongo así pues, chillon, porque después de la muerte de mi viejita, haberte conocido a ti ha sido mi golpe de suerte, la vida después de muchos años, me sonrió y eso no tengo como pagarlo.- Dijo entre lágrimas.

-Con que tú sigas siendo así, es más que suficiente Pinzon, sigue haciendo las cosas bien, solo eso pues.-Le dije y me recosté a su lado.

Lo acompañe hasta que se termino el trago y luego salimos a cenar junto con todos, como siempre hicimos sobremesa y platicamos de tantas cosas y anécdotas subiéndole el ánimo a Dionisio.

El Gallo De OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora