El Anillo.

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Al llegar a Aguascalientes después de una extensa peregrinación por casi toda la República, merecía unos días para retomar energía, últimamente me sentía cansada y con mucho sueño, tantas desveladas en los palenques me estaban haciendo rendir cuentas.

Dionisio y Secundino quisieron abrir La Tequilera, aunque no había necesidad, gracias a Dio nos ha ido muy bien en todas estas semanas y económicamente estamos bastante estables, Justina y Carmela decidieron irse un par de días a La Capital querían visitar la Basílica de Guadalupe ya que Carmela le había encomendado a su mamá quien estaba muy grabe en el dispensario de su pueblo. Los demás muchachos seguían por aquí cerca, ellos regresaron a Cuquio querían visitar a un viejo amigo.

Me encontraba por la hacienda lista para comenzar a ayudarle a Petra a preparar la comida pero me aviso que Dionisio había dejado dicho que no hiciéramos nada de comer, que me quería ver en La Tequilera, eso si no me lo esperan pero no tuve otra opción que hacerle caso al canijo.

Tome el coche y me fui directo a la cantina, lo estacioné afuera y al entrar no había ni un alma ahí.

-¡Pinzon!.-Lo busque.- ¿Hay alguien?.-Caminé hasta la barra de la cantina y aquí parecía pueblo fantasma, hasta que uno de los chamacos que nos ayudan salió detrás de la bodega.

-Patrona, que gusto verla ¿Cómo le va?.-Pregunto amablemente el jovencito.

- A Dio gracias todo bien, de pura casualida no has visto a Dionisio, o a Secundino?.- Le pregunté cruzándome de brazos.

-Me dijeron que no tardaban, más no me dijeron a dónde iban.-

-¿Se irán a tardar?.-Pregunte mientras me servía un vaso de agua.

-Desconozco Patrona.-Dio de hombros y luego se disculpo, saliendo de la cantina y dejándome sola.

Minutos después mientras me tomaba el vaso de agua afuera comenzó a oírse un mariachi me quede quieta oyendo, hasta que comenzó a oírse una voz muy peculiar que yo conocía a la perfección así que dejé el vaso en la barra y salí apresuradamente.

Cuando salí estaban los 12 mariachis a las puertas de la cantina muy bien vestidos, y al medio estaba Dionisio cantando con un enorme ramo de rosas:

Te amaré toda la vida
Todos los años, los meses y los días
Todas las horas y todos los instantes
Mientras pueda latir mi corazón

Te amaré toda la vida
Todos los años, los meses y los días
Todas las horas y todos los instantes
Mientras pueda latir mi corazón

Se acercó hasta mi y me entregó un ramo de rosas rojas, y luego me hizo que tomara su mano para llevarme al medio de todos.

Tendrás las flores
De mi amor en primavera
En el verano aumentará el calor
Con mi pasión

En el otoño cuando las hojas caigan
Tendrá tu vida una nueva ilusión
Y en el invierno, tendrás el fuego de mi corazón

Tendrás las flores
De mi amor en primavera
En el verano aumentará el calor
Con mi pasión

En el otoño cuando las hojas caigan
Tendrá tu vida una nueva ilusión
Y en el invierno, tendrás el fuego de mi corazón
Te amaré toda la vida...

Me abrazo fuertemente y luego se separó un poco de mi para quitarse el sombrero charro que portaba, me miraba embelesado. Y yo no paraba de sonreír, la gente que se encontraba cerca comenzó a acercarse para no perder detalle de lo que pasaba.

Dionisio siguió cantando, cosa que yo nunca lo había visto hacer, y si, no cantaba mal las rancheras pero definitivamente lo suyo lo suyo son los gallos, canto al menos 4 canciones más todas románticas al terminar me desviví en aplausos para él y el mariachi que lo acompaño, todo estuvo tan bonito que realmente me dejaron sin palabras. Para terminar me canto "Entrega Total".

-¿Te gusto?.-Se acercó tomándome de la mano.

-Me encanto.-Le respondí y lo jale de la chaquetilla de charro, le robe un beso.

-¡Que felicidad! Bueno yo... Realmente tengo que decirte algo.-Carraspeo nervioso su garganta como agarrando calor.

-Que desde que te vi, algo dentro de mi inquietaste que ya no volvió nunca más a ser lo mismo, como te dije aquella vez que tomaste mis manos en tus manos, has sido la primera y la única en mi vida que me ha tocado sin sentir que me quema la piel, con quien he sentido paz, y con quien me he sentido más acompañado que nunca. Se que tú no estás dispuesta a atarte a ningún hombre pero pos, Bernarda yo... Yo te amo y mi vida no la veo sin ti, ¿Me... me entiendes?.-

-Yo estoy dispuesto a todo con tal de seguir de tu mano, pa siempre, no quiero volver a sentirme solo nunca más.-Sus ojos se llenaron de lágrimas y yo tampoco pude evitar comenzar a llorar.

Yo sabía que Dionisio no tenía la malícia que otros hombres habían tenido conmigo, algo en mi sabe que Dionisio es bueno y de buen corazón, con buenos sentimientos, el nunca me ha visto como un objeto como los otros cabrones que me han tenido a su lado, sus palabras realmente tocaron la fibra más sensible de mi corazón, y es que así como él se sinto en su momento solo, yo también lo he sentido y es la sensación más horrible que alguien pueda experimentar.

Me acercó a mi y limpió mis lágrimas, él no paraba de sonreírme, beso mi frente y después de su chaquetilla, sacó un anillo de compromiso.

-Caponera... ¿Quisiera usted casarse con este humilde gallero?.-Mosto el anillo estirando su mano frente a mi y sin pensarlo mucho.

-¡Si, si quiero!.-Respondí lanzándome en sus brazos, él me cargó por la cintura y dimos varias vueltas, la gente a nuestro alrededor comenzó a aplaudí y hacer bullicio, Dionisio no paraba de gritar emocionado. Se detuvo y me besuqueó toda la cara.

-Te amo Caponeraaaaaa!!!.- Grito y enseguida coloco el bonito anillo en mi mano, observé rápidamente el diamante en él y sonreí.

-Yo a ti Pinzon.-Le acaricié el cabello y luego me volvió a cargar para darme varias vueltas.

Yo nunca me di cuenta pero, Justina, y los muchachos estaban tocando ahí mismo con los demás mariachis, así que se acercaron a felicitarnos, Secundino también se unió, Carmela y Pepito el joven que nos ayuda en la Tequilera también se acercaron.

-Bueno esto no se puede quedar así, hay que celebrar esto, ¿Que no?.-Dijo Secundino.

-Tequilita para todos, la primera va por nuestra cuenta.-Respondió Dionisio llevándome de la mano hacia adentro de la cantina.

Entramos y todos ahí ya hacían felices tomando su tequilita, unos cantando al ritmo de lo que tocaban los Vagos, Javier era el que estaba cantando, estaban animando muy bien el lugar. Justina, Carmela y yo observávamos todo sentadas desde la barra, Dionisio no se me despegaba ni por un momento.

-¿Tas feliz?.-Me pregunto tomándome de la barbilla obligándome a verle directo a los ojos.

-Si, y mucho, realmente pos no me esperaba nada de esto.-Le di un pequeño golpe en el brazo.

Después de eso seguimos festejando, Justina no paraba de echarme flores con Dionisio, bailamos, cantamos y seguimos bebiendo hasta altas horas de la noche, hasta que decidimos ir a descansar.

El Gallo De OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora