Sentí frío, parpadeé un par de veces intentando incorporarme, pero todo estaba borroso y muy oscuro, una punzada en mi cabeza me hizo quejarme de dolor, llevé mi mano hasta la zona y cuando toqué sentí mojado, mire mis dedos en tanto la obscuridad me permitía ver y noté que estaba sangrando.
Mire a mi alrededor totalmente desorientada, estaba tirada en un petate frente a mi la ventana estaba rota y ya era de noche. Me abracé a mi misma. Los recuerdos llegaron a mi mente rápidamente, sintiendo esa sensación de desesperación. Otra vez estaba encerrada, comencé a temblar y llorar, estaba asustada, desde pequeña si hay algo a lo que más le temo es a la muerte y al encierro, es algo que simplemente me trae recuerdos de malas vivencias.
Cuando intente moverme noté que estaba encadenada al piso, negué con desesperación y lágrimas en mis mejillas, Lorenzo través me tenía en esta situación horrible pa mi. Me arrastre un poco hasta poner mi espalda en la pared y ahí hundí mi cabeza entre mis rodillas, me abracé con fuerza.
-¿A donde me trairian estos cabrones?.-Dije apenas en un susurro mientras apretaba los ojos por la constante pulsación en mi cabeza.
-Estamos en la casa de Lorenzo a orillas del rio.-Se oyó del otro lado en una esquina del cuarto.-Apreté los ojos para ver si lograba ver de quien se trataba.
-¿Remígio?.-Dije y este se movió un poco para el lado de la ventana la poca luz que entraba dejó ver que taba todo ensangrentado de la cara.-¿Que te pasó?.-
-Aurelio me golpeó.-Se movió una vez más para que ya no lo viera más perdiéndose en la obscuridad de esa esquina.
-¿Pero mira como te dejo ese cabron?.-Estire la mano simulando tocarlo.
-No se preocupe Capo, yo estoy bien. ¿Usted cómo está?.-Me dijo entre dientes.
-Me duele un chingo el madrazo que me metió en la cabeza Aurelio.-Movi un poco la cabeza.
-Necesito salir de aquí, no... no quiero quedarme encerrada más tiempo.-Le dije con la voz temblorosa de miedo.
-Nos vamos a ir.-Dijo y por un momento hubo absoluto silencio solo se oían los grillos cantar y a lo lejos parecía ser agua corriendo.
-¿Donde... dónde está Aurelio?.-Pregunte mientras intentaba quitar el fierro de mi tobillo.
-Deja eso, no vas a lograr nada más que cansarte. Hace un buen rato que nos vino a aventar aquí, supongo que fue a buscar a Lorenzo.-Mencionó entre quejidos.
Había un pico tirado del otro lado, pero ninguno de los dos lo alcanzábamos.
-Necesitamos alcanzar el pico de allá, quizá eso nos pueda servir para abrir las cerraduras.- Ambos buscamos algo con lo que pudiéramos alcanzarlo pero no había nada, en el cuarto solo estábamos nosotros encadenados, los petates y un par de palas recargadas pero del lado donde lo llegábamos.
-Si estuvieras de nuestro lado, nada de esto te hubiera pasado.-Le dije y el asintió mostrándose cansado y derrotado.
-Me paso esto por pendejo.-
-Te pasó por estar con la gente equivocada, si tú quieres ¿Podrías venirte con nosotros?.
-Gracias.-Asintió.
Después de estar un rato intentando alcanzar el pico, lo logré con ayuda de mi bota, tomé el pico y comencé a abrir la cerradura a la que estaba atada.
Me levanté aun con la cabeza sangrando y abrí el cerrojo de la cadena de Remígio, le tome por debajo del brazo y lo ayude a ponerse de pie.
-Corre, debemos irnos.-Le dije bajito y el solo se quejó al ponerse totalmente de pie.
ESTÁS LEYENDO
El Gallo De Oro
FanfictionEl destino o les juega una mala partida o la vida les regala la mejor de las partidas, esta historia esta contada por Bernarda Cutiño "La Caponera" una mujer fuerte, valiente, ágil, bronca, con ilusiones, libre por la vida, capaz de salirse con lo q...