Los Recuerdos.

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-Ya levántate dormilona.-Me tocó el rostro con sus manos suaves. Me moví ahí mismo en mi lugar de la cama abriendo poco a poco los ojos, al abrirlos por completo sus ojos verdes conectaron directamente con los míos, sonreía.

-Buenos días.-Me lance a sus labios y los bese.

-¿Como amaneció la Caponera más hermosa?.-Pasó su mano por mi frente quitando el cabello que estorbaba.

-Bien, la verdad tengo un poco de sed.-El inmediatamente se puso de pie y camino hasta la mesita donde estaba una jarra con agua fresca sirvió un vaso y me lo dio en las manos. Bebí el líquido y limpié mi boca.

-¿Tu como amaneciste?.-Le pregunté acariciando su rostro con mi mano libre.

-Bien Gracias a Dios.-Beso mi frente.

-Quiero que hoy me acompañes, quiero pasar todo el día contigo.-

-Ora pues... ¿Y que mosca te picó a ti?.-

-Ninguna, pero hace mucho que no estamos solos, en "La Tequilera" no hay tiempo para nosotros.-Me hizo una clase de puchero y yo eche la risotada.

-Ya veo pa donde va esto.-Lo mire con una sonrisa en el rostro y luego me quede seria.-Pero y la Tequilera, ¿Quien se va a hacer cargo?.-

-Tu no te preocupes, ya deje todo arreglao con Secundino y los muchachos.-Me respondió quitándome un peso de encima.

-Ta gueno pues, me arreglo y hacemos lo que tú quieras.-El asintió y mientras yo me comencé a arrreglar él comenzó a tender nuestra cama y terminar de prepararse, después me ayudó a abrochar mi bra, falda y camisa, las botas también.

Al terminar ambos fuimos a desayunar a la cocina ahí estaba la señora Petra quien nos ayuda en la casa y nos preparo el desayuno, enseguida fuimos a las caballerizas Dionisio pidió que nos ensillaran dos caballos nos montamos y salimos a dar un paseo a caballo por la zona.

-Mira desde aquí se ve la ganadería de José y Tómas.-Me indicó con su dedo el camino y después al mirar un poco más al fondo se observaba la cerca y cruzando, el ganado bravo.

Seguimos nuestro camino y después de casi una hora arriba del caballo decidimos bajarnos y caminar un poco ambos íbamos al medio tomados de la mano.

-¿Que bonito es el campo veah?.-Dije para iniciar conversación después de un rato caminar en absoluto silencio.

-Ey, es muy hermoso, mi ama que en paz descanse me enseño a amar mucho el capo, estás tierras.-Respondió.

-Mi amá también, yo de chiquitilla era feliz jugando entre los maizales, entre el ganado, entre los arbustos. Sabes mi viejita amaba tanto las tierras que teníamos en aquel entonces ella misma cultivava lechugas, tomates, calabacitas y yo le ayudaba a recoger las verduras, amaba pasar esos ratitos con ella luego me preparaba de comer sabroso.-Tome entre mis dedos el dije con su foto que colgaba en mi cuello.

Abrí el dije  y le mostré la foto a Dionisio.

-Ella era mi viejita.-Dionisio se acercó y vio detalladamente la foto.

-Era muy hermosa como tú.-Sonreí por el cumplido y luego cerré el dije.

-¿Y tú ama?.-Pregunte.

-Mi amá era muy hermosa también, gracias a ella aprendí muchas cosas. Siempre cuando daba clases a veces nos traía pa este lado del pueblo, algunas de esas veces nos llevaba a sus alumnos y a mi a los ojos de agua que había como a 1 hora de aquí. Nombre si mi niñez fue bonita, nomas que mi apa comenzó a pegarle a mi ama y ya nada fue igual, y bueno después pasó...-Se detuvo de golpe y me miró con los ojos llenos de lágrimas.- Lo qué pasó.-Se limpió rápidamente una lagrima y yo recosté mi cabeza en su hombro para darle un poco de apoyo.

-De verdad lamentó mucho lo qué pasó con tu familia, tú menos que naiden merecía algo así, no te voy a decir que fue lo correcto pues porque él era tu apá y tú apenas un niño, pero gracias a lo que hicites le diste más años de vida a tu ama, de lo contrario quien sabe si la habría librado.-Lo mire y el asintió dándome la razón.

-Yo todo el tiempo vivía de un lado a otro con mi ama, hasta que un perro intentó matarnos quemando nuestra casita, con su ayuda logré salir de ahí.-Se me quebró la voz.- Desde ajuera me tocó mirar como se quemaba nuestra chosita y oír como mi viejita gritaba pidiendo ayuda mientras se quemaba viva.-Las lágrimas caían en mi rostro cual río embravecido, mi cuerpo comenzó a temblar al recordar todo.-Dionisio soltó el freno del caballo y me llevó  sus brazos reconfortando me. 

-Ya, ya no llores.-Me tomó de la barbilla y me hizo verlo.-No me gusta verte llorar, tú tampoco merecias ver eso, gracias por confiarme todo esto, se que son temas que no hablas con todos, y gracias por dejarme también desahogarme contigo.-Le sonreí con pucheros y luego bese sus labios como agradecimiento. Limpié mi rostro y luego acomodé nuestras ropas.

-Quisiera que me acompañaras a otro lugar.-Yo asentí y me ayudo a subir al caballo luego cabalgamos por un rato más hasta que llegamos a lo que parecía ser la fachada de una casa.

Dionisio bajó del caballo y enseguida me ayudó a mi, camine por la fachada y cerca del portón en una esquina encontré una pluma, la levanté de entre la tierra y Dionisio vio.

-Seguro esa era del Dorado.-Sonrió y yo se la di a él.

-Aquí fue donde nací y crecí.-Señaló hacia adentro de la casa.

Por las aberturas del portón de madera podías ver un gran patio, una pileta de agua y un gran árbol también, se veía linda la casita.

-Aquí pase los momentos más felices de mi infancia, y los más tristes también.-Suspiro quitándose el sombrero.

-Todo tiene que tener un principio y un final.-Le dije dando de hombros. Luego me acerqué a él nos abrazábamos mientras mirábamos adentro de la casita, pude ver que el derramó unas cuantas lágrimas más y las limpió con rapidez.



Regresamos a la hacienda después de pasar toda la tarde juntos, estábamos hambrientos y exhaustos, así que primero pasamos a la cocina y pedí que nos prepararan el cuarto de baño.

Toque el agua de la tina, estaba tibia como a mi me gusta, dejé mi bata sobre el ropero que estaba ahí y antes de entrar en ella sentí como un viento fresco toco mi espalda enseguida me jalaron hacia atrás, por un instante me asusté hasta que sentí el olor de su perfume introducirse por mis narices, y cerré los ojos un poco más calmada, su loción es imposible confundirla.

-Perdóname por asustarte.- Me susurro al oído y yo deje caer mi cabeza entre su hombro y cuello, él me abrazaba por detrás.

-¿Te encanta hacerlo veah?.-Negué con una sonrisa y me giré rápido quedando totalmente desnuda frente a él. Me miró con ternura y enseguida me tomó de la cara como con desesperación.

-Chingaaa me tienes bien pendejo Caponera.-Dijo mientras me recorría centímetro a centímetro con la mirada y al llegar a mis ojos, se abalanzó sobre mi y nos besamos con gran pasión, el resto del baño es historia...

Terminamos ambos bañados, arropados y en nuestra cama, a la luz de la luna...

El Gallo De OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora