Cuando elevo mi vista, al cielo nocturno pareciera faltarle estrellas tras haber conocido tus ojos; y un suspiro de resignación se me escapa, porque debo volver a acostumbrarme a este cielo oscuro.
Todavía no puedo terminar el libro que nunca terminaste pero aún así me recomendaste; tampoco he podido arrancarlo de mi mesita de luz, sigue allí porque en algún punto creo que si logro enfrentarlo y finalizarlo podré desligarme de esta cosa que habita mi pecho.
Las plantas han florecido a fines de invierno y muchos de los árboles ya no tienen sus ramas desnudas, eso ayuda a que no pueda ver el celeste cielo, a que mi mente divague por caminos que me lleven a tu recuerdo.
Parece que el viento está de mi lado al menos, ya no trae tu perfume o el de tus caramelos de menta para embriagarme.
Creo que lo más difícil hasta el momento ha sido el evitar que mis ojos no se desvíen en tu dirección y el tener que tragar este extraño sentimiento que es una mezcla de tristeza con desilusión, con los bordes coloreados por indignación y enojo de ser tan tonta. Extraño sentimiento que aplasta mi corazón cada vez que tengo que observarte coquetear con las mismas frases que soliste soltarme, que solí creer que eran para mí. Frases de cartón que me apuñalan con la verdad de que nunca fui especial para ti, solo una más de tus intentos de conquista y, mierda, aunque no quiera aceptarlo en voz alta: duele muchísimo.
2023
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Caramelos de menta
ŞiirÉl tiene en sus ojos el cielo nocturno, con un millar de brillantes estrellas... pero sin luna. En su sonrisa el amanecer y en sus bolsillos caramelos de menta. Inesperadamente se coló en mi corazón; arregló algunas cosas, rompió algunas otras y al...