Chapitre dix

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Habían pasado ya varios días desde su último encuentro, Ángeles pasaba sus días adentro del palacio se había hecho muy cercana a Rosario quien la cuidaba devotamente como si se tratase de su hija. La Princesa Sibila por su parte se alegraba cuando tenía la oportunidad de tener alguna charla con Ángeles de quien se había encariñado. Tenía la esperanza de que fuera su cuñada pues mientras más platicaba con ella, más se maravillaba de lo dulce, vivaz e inteligente que era, pensaba que no podría haber alguien mejor para su amado hermano con quien pudiera compartir su vida y le brindara la felicidad que necesitaba para luchar contra su mal, ese rayo de luz y de esperanza Sibila lo miraba reflejado en esa visitante que había aparecido de repente.

-¿Ángeles cómo se encuentra hoy? Escuche de Rosario que disfruta mucho de estar en el jardín, ¿creo que se ha vuelto su lugar preferido?

-De hecho, si princesa, creo que no existe lugar más hermoso en este palacio, el olor de las limonarias y las flores me dan paz, no creo que haya un mejor lugar para pensar mejor y relajarse que este. He escuchado también que el Rey suele venir aquí.

-Si, solía hacerlo más , antes de que su enfermedad comenzara a consumir su cuerpo, hace mucho tiempo que no se escucha la risa por aquí que tenía mi hermano cuando se encontraba en este jardín, venia todas las mañanas para desayunar, le encantaba escuchar las melodías de los pájaros mientras lo hacía platicaba mucho con Guillermo en este lugar. Cuando la lepra empezó a dejar cicatrices no quiso que nadie lo mirara. Sé que el temor y la inseguridad se apodero de él, vera, aunque es el Rey de Jerusalén a muchas personas no les gusta cruzarse con él, la lepra es muy contagiosa y temen enfermarse. De cierta manera yo lo entiendo, pero me duele que mi hermano tenga ese tipo de rechazo, sé que si no fuera el Rey su pena seria aún más dura, estaría condenado al exilio. De cierta forma creo que Dios ha sido benevolente pues su postura en Jerusalén le permite acceder a muchos tratamientos y eso nos da la esperanza de que su salud mejore y aunque las personas no quieran estar con él, no pueden alejarse completamente pues él es el Rey. La pena que sufre mi hermano es mutua. Quisiera que las cosas hubiesen sido de otra forma, quizás estaría casado y tendría una familia. Aunque él nunca lo menciona sé que es un anhelo que el dio por finalizado.

Ángeles al escuchar todo lo que le dijo Sibila se entristeció, en su tiempo las personas enfermas de lepra podían llevar una vida normal con los tratamientos que tenía la avanzada ciencia, muchos se curaban debido a los antibióticos que atacaban la bacteria que la causaba.

No podía ni imaginar la carga que llevaba Balduino en su interior, todo lo que sufría a pesar de que se mostraba como un Rey de carácter firme, sensato y sobrio. Ella estaba segura que en su interior era un hombre sensible que sufría. Volvió en si cuando la princesa le pregunto lo que pensaba, pues lo que le había comentado la entristeció sumergiéndola en sus pensamientos.

-Princesa lamento mucho lo que sé que también sufre usted por el Rey, yo no tengo hermanos, pero amo a mis padres y no puedo ni imaginarme lo que sentiría al saber que ellos están enfermos y quizás no pueda hacer nada para remediarlo. Intento posar su mano sobre las de la princesa, olvido que Sibila lo era, con ese gesto quería transmitirle que ella estaba ahí y que le brindaría todo el consuelo. Sibila no se asombró y lo permitió, le reconforto aquello. Una amistad sincera estaba naciendo entre las dos.

En los aposentos del Rey
- Los Sarracenos gracias a nuestro Dios han respetado los acuerdos que hemos establecido, he visto que algunos también vienen a orar a la iglesia del Santo Sepulcro, los guardias en las calles han estado realizando un gran trabajo evitando que se genere algún conflicto entre ellos y los pobladores. ¿Desea que reforcemos con más caballeros de la orden la seguridad de los aldeanos? Pregunto Tiberias esperando una respuesta del Rey. Este se encontraba absorto en sus pensamientos mirando a través de la ventana de sus aposentos el cálido paisaje que ofrecía la gran Jerusalén.

Mi ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora