Amor en línea [Love#3] (En proceso) (Últimos capítulos)

♡Capítulo 20♡

"¿Le temes a un nuevo amor o le temes a un viejo dolor?"

-Mario Benedetti.

CAPÍTULO 20
♥︎Superación♥︎

Mi corazón late desesperadamente, mi pecho sube y baja con rapidez y todo por culpa del estupido de Ignacio, al que se le ocurrió aparecer después de meses sin ningún tipo de indirecta o algo por el estilo.

Con mucho pánico presioné la pantalla de mi celular y atendí la llamada, sin poder pensar en otra cosa que no fuera escuchar su voz.

–Hola –Hablé y mi voz salió un poco aguda.

Cerré los ojos maldiciendo. Genial, ni siquiera la conversación empezó y yo ya la cagué.

Tranquila, respira hondo y sin miedo. Es solo un chico...

Un chico que te encanta desde hace tiempo y con el que no hablas desde hace semanas.

Gracias por alterarme todavía más conciencia.

—Hola Cam.

Me congelé en ese instante, ¿esa es su voz?

Mierda, que linda voz que tiene, parece de esas que salen en la televisión.

Son dos palabras las que dijo, no te alteres ni exageres.

—¿Cómo anda el chico desaparecido?

—Nada interesante, tratando de recuperar la amistad de una chica con la que se ha encariñado bastante.

No pude evitar sonreír como una idiota, su voz si que es jodidamente atractiva.

—Qué linda voz que tenés, Nacho —dije, sin pensar demasiado.

Abrí los ojos en grande cuando me di cuenta de lo que dije y sentí una leve punzada en el estómago en el instante que escuché como él rió bajito.

Solo espero que todo lo que me dijo sea verdad, porque más allá de mis sentimientos hacía él; si decidí darle una segunda oportunidad fue porque siendo la excepción aquella vez, siempre se portó de maravilla conmigo y tuvo el valor de decir de una vez por todas que es lo que realmente quiere y de qué manera lo quiere.

—Opino lo mismo de ti, gracias por el cumplido.

Mierda, pero qué acento. Cada vez que dice algo mis latidos fallan y siento mis mejillas acaloradas, no puedo evitar sentirme como una idiota.

Y eso que solamente estamos hablando por teléfono...

Pero no puedo sacar de mi cabeza todo lo que me escribió aquella vez, hace casi cuatro meses. Pensar en eso me tranquiliza un poco, al menos lo suficiente como para actuar con normalidad.

—¿Qué estuviste haciendo todas estas semanas?

Hubo un ligero silencio del otro lado, no supe bien si volver a hablar o aguardar una respuesta. Se escuchó como exhaló entrecortado y apreté los labios.