C I N C O

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—Hola, buenas noches, la llamo desde la sex shop, es para confirmar la compra de 3 dildos, un lubricante con olor a menta, un viagra y un muñeco sexual...

—¿Disculpa? ¿Cómo que sex shop?

—Sí, señorita, ¿este no es el número de Gabriel Dixon?

—Sí, pero... ¿Cómo así? Yo, no entiendo... ¡Gabriel, ven aquí!

Camille empezó a alejarse de donde estábamos para poder reírse sin que la escucharan a la otra línea. Emm y Matt se revolcaban en el piso haciendo una risa silenciosa, y yo, por mi parte, me tomaba el estómago con todas mis fuerzas para que no explotara de la risa.

Nick silenció la llamada para poder tirar una risota que contagió a todos.

— Gabriel va a ser castigado de por vida. —Dijo entre risas Camille, quien no paraba de reír. —¿De dónde se te ha ocurrido el Viagra, Nick? ¡Eres un genio!

Matt y Emmy seguían riendo, mientras Nick se calmaba un poco para seguir con la llamada.

—¿Señorita? ¿Sigue en la línea?

—Sí, yo, eh... ¿Cómo que tres dildos?

—Sí, señorita, de hecho son 4, pero el cuarto es completamente gratis por ser cliente frecuente... —Dijo Nick intentando tragar la risa que casi lo delata.

—¡¿Frecuente?! —Gritaron en la otra línea. —¡¿Cómo que frecuente?! ¡Gabriel, baja ahora mismo de tu habitación!

—Señorita, la compra está en camino, necesitamos que confirme el color en la que quiere el muñeco sexual, se nos acabó el moreno chocolate, solo tenemos... —Hizo una pausa para no reírse. —Tenemos tono canela pasión, blanco algodón o amarillo pollo...

—¡¿Pero de qué demonios habla?!

—Del pedido señorita, ¿qué color lo desea?

—¡Yo no he pedido nada! Es...yo...no....¡GABRIEL! ¡ NO ME HAS ESCUCHADO!

Y colgó. Y todos explotamos en una risa.

—¿Moreno chocolate? —Dijo Emm riendo. —¿Cada cuanto compras en esas tiendas, Nick?

Nick la miró con mala cara y todos volvimos a una carcajada. Pasaron al menos 3 minutos así después de calmarnos.

—Madre mía, pobre Gabriel.

Estábamos en casa de Camille, en su habitación, nos habíamos reunido desde la mañana para mirar una película, lo que había acabado en hacer bromas telefónicas por una estúpida app que se encontró Nick en su teléfono, y ese había sido nuestro pasatiempo favorito hasta ahora.

—Yo de Gabriel no saldría jamás de mi habitación... —Dijo Matt respirando entrecortado.

—Pobre chico. —Murmuró Emm un poco más calmada.

Camille seguía retorciéndose de la risa.

—¿Un viagra con sabor a menta? —Dijo como pudo Camille —Cómo demonios se te ocurren tantas ideas, Nicolás.

—Es mi estado natural, preciosura, además de desbordar belleza, también desbordo inteligencia. —Canturreó Nick.

Decidimos hacer unas cuantas llamadas más antes de decidir que ya era hora de irnos cada uno a nuestra casa. Yo, por mi parte, al trabajo, ya que esta vez me tocaba el turno nocturno.

—Bueno, espero verlos pronto. —Dijo Emm poniéndose el bolso en el hombro.

—Ya quedan dos semanas para volver al instituto, sobrevivirán sin este bombón por dos semanas más, dulzuras. —Nick se pavoneaba con su músculo, riéndose con arrogancia.

Del Amor Y Otros Desastres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora