D I E Z

37 6 4
                                    

Mirar a Camille sacando otra vez mis cosas de la maleta improvisada que había hecho hace apenas unas horas, en ella habia ropa para dos días.

Un mísero bikini desgastado, con manchas negras y fondo blanco. Lo había comprado hace unos años y, según Camille, parecía de mi abuelita.

Lo que me dijo Ethan fue solo la entrada a una improvisada salida a la bahía de Port Phillips. Por todo el fin de semana. La verdad es que no estaba muy segura de que fuera cierto hasta que Camille, junto con un amigo y otra chica, llegaron hasta mi puerta después de que mi turno en Crunchy Corner llegará a su fin.

Mi mueca de disgusto, a medida que volvía poner ropa de mi armario, se iba multiplicando.

Sostenía unas bragas rojas que apostaría por su rostro que pensó que lo compre en una tienda infantil. Su rostro me dio a entender que en cuanto me volteara, las mandaría al cesto de la basura.

—¿Tu abuelita compra tu ropa o que?—La pompa de chicle que estaba soplando, explota en sus labios. Dejando un sonoro "plop" de eco.

Camille, toda sofisticada, vestía una camisita muy pequeña, dejaba ver su abdomen plano, acoplado nada más ni nada menos que de unos shorts que complementan muy bien con el lugar al que íbamos. Apostaría también que esas gafas que lleva en la cabeza solo son para parecerlo aún más.

Ruedo los ojos cruzándome de brazos y apoyándome en el marco de mi puerta, viendo como sigue hurgando en mis cosas. Si tuviera cocaína oculta, no tardaría en encontrarla.

Y de seguro se la inhalaria de camino a la playa.

Si soy sincera, necesitaba esas vacaciones tanto como una buena cantidad de agua salada en mi cuerpo. Y también una buena dosis de sol veraniego. Esa fue principalmente mi motivación para aceptar.

La segunda fue alejarme de mis problemas y desconectar un rato con el mundo exterior. Creo que era lo mejor. Después de todo, Matthew dijo que no le apetecía ir a pesar de que le preguntamos varias veces. Incluyéndome. Aún así seguía sin responderme.

Era la primera vez que dejaba mi lado de orgullo parar recuperar algo que ni siquiera había sido mi culpa que se perdiera  y fallaba en el intento. 

Nota mental: no enamorarme de mis amigos jamás.

Por otro lado, no podía creer que Ethan iría de verdad, cuando menciono tan vanamente lo del viaje, pense que estaba bromeando. Hasta que siguió preguntándome cosas durante toda la semana por mensajes. Así que asumí que vendría.

Y me gustaba la idea.

Aún no comprendía tampoco como era que Ethan pudo convencer a Camille de que era un buen tipo. ¿Han escuchado el termino "suspicaz"? Pues Camille se quedaba corta con aquel termino. Al momento de conocer chicos, durante estos dos últimos años, Camille ha sido una máquina analizadora de comportamientos humanos. Más conocidos como sus Experimentados. Cada uno diferente del otro. Unos rudos, otros tímidos, otros tan atractivos que te mojas las bragas antes de siquiera cruzar palabras con él. Pero Camille siempre llegaba a la conclusión de que todos y cada uno eran imbéciles. Ninguno digno de una relación más allá de coqueteos. Porque ojo, ella no se acostaba con cualquiera, de hecho era aún más precavida con ese aspecto. Siempre aseguraba que quién sea digno de mirar más allá de su físico, sería digno de ver más allá de sus bragas.

Toda una experta en hombres. Si se movia y tenía algo colgando entre su entrepierna, Camille sabía lo que pensaba.

Tal vez eso solo hizo que confiara aún más en Ethan.

—¿Puedes apurarte?—Pregunto molesta.—Nick y Emmy no dejan de escribir que ya están listos y que nos están esperando.

Camille deja de moverse de un lado a otro para mirarme con irritación.

Del Amor Y Otros Desastres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora