O N C E

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—¿Por qué siempre apareces así?.

Ethan se encoge de hombros desde la entrada de la cabaña. Casi suelto la cerveza del susto. Pero pude mantenerla en mis manos. Y al igual que mi manojo de nervios anticipados, no sé qué más decirle.

—¿Así cómo?

—Así, de repente.

Me da otra sonrisa mientras rueda los ojos en un acto amistoso.

—¿No deberías estar embutiéndote de malvaviscos? —Le digo, acabándome la cerveza mientras conecto el hecho de que me esté sintiendo rara con lo tomada que estoy. Mis neuronas no están acostumbradas a beber y eso me hace alucinar. Debe ser eso.

De todas formas, verlo en la entrada de la cabaña a pasos de mí, me dice que no es buena idea que esté tan cerca de él solo con un bikini y 5 cervezas encima. Necesito salir ya o no me haré responsable de lo que pase.

Suelen decirme que Sampler sale cuando el alcohol la posee.

—Es que Nick y Fer querían demostrar cómo asesinar a un cadáver y adivina quién fue el objetivo principal. Exacto ¡Yo!. No conozco a tus amigos, así que me dije a mí mismo que contigo estaría seguro. —Camina en mi dirección y mi pulso, sin que lo venga venir, se acelera. Me obligo a mí misma a controlarme. ¿Qué mierda me pasa?

Aún así, me rodea y va directo a la nevera para abrirse un energizante.

—¿Qué te asegura que yo no quiera asesinarte? —Advierto con suficiencia, ignorando los latidos de mi corazón.

—No matarías a alguien que usa gafas ¿No?

—No tienes gafas.

Antes de poder reaccionar, roba mis gafas de sol y se las pone conservando su energizante en la otra mano.

—Ahora las tengo.

Me cruzo de brazos mientras rodeo la barra para alcanzar a quitarle mis gafas.

—Son mis gafas, Ethan. Devuélvemelas.

Él levanta una ceja con una sonrisa traviesa y se aparta un poco, manteniendo las gafas fuera de mi alcance.

—Oh, pero si te ves mucho mejor sin ellas. Además, le dan un toque de estilo a mi atuendo.

Ruedo los ojos con exasperación mientras intento arrebatarle las gafas de las manos. Él se mueve ágilmente para esquivarme, jugando al gato y al ratón.

—A tu horrible atuendo querrás decir.—Señalo con horror sus shorts de patos y él me pone mala cara.

—Horribles y todo pero no puedes despegar tus ojos de ellos.—Dejo de intentar quitarle mis gafas para apartarme bruscamente de su lado.—¿Qué pasa listilla? ¿La seductora Ann ha perdido el aliento o qué?

Así que por ahí va el jueguito ¿Eh? ¿Quiere jugar? Pues juguemos.

—Yo te imito nada más, además, eres tú el que no para de verme.—Respondo encogiéndome de hombros. Eso lo hace alzar mucho las cejas. —Y para que sepas, era una prueba. Tú no me interesas.

—Una prueba...—Repite más para él que para mí. Enarca una ceja y de pronto su burbuja se ve interrumpida por sus pensamientos.

—No te lo tomes a mal, pero no me enrollo con personas que aún no superan a su ex.—Explico sin pensar. Pensé que se reiría. De hecho esperé su sonrisa, y esperé y esperé... pero no salió. Por el contrario, una cara de Ethan que jamás había visto se posa en su rostro y una fina línea se posa en sus labios.

Me mira como si no pudiera creer lo que digo. Y es que yo tampoco lo creo. Es decir, tal vez me apresuré al decir eso. Tal vez debí decirlo de otra forma, tal vez debí haber conectado mi cerebro y mi sentido común. Pero como cada decisión que tomo en mi vida, ya la he cagado.

Del Amor Y Otros Desastres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora