C A R T A II

7 1 0
                                    

Ojalá pudiera prometer cielo.

Ese lugar, ese sentimiento, ese modo de vida.

El amor, tan patético, tan abrumador, tan condescendiente, tan poético, tan mortífero, tan efímero.

Una vez preguntes a la muerte a qué le tiene miedo, entenderás porque el amor existe en vida y no en la muerte.

La muerte lo dijo. Ella no acepta amor después de la muerte. Y creo que lo entiendo.

Ahora lo entiendo.

Regreso mi cabeza al pasado, agitando mi memoria en los recónditos huecos que tuve de felicidad. Y ahí estaba el amor. Vivo, latiendo, gritando, saltando, bailando... Estaba embriagada de placer, de armonía, del cielo que tanto me prometí iba a darme.

Porque cuando vives un paso a la vez, te das cuenta de que el océano es enorme, infinito. Y en esa incertidumbre es cuando la hoguera se enciende más. Ardiendo, quemando, destruyendo.

Mierda, amor, no puedo prometerte el cielo cuando solo se de infiernos.

Y si quieres que te explique, entonces sumérgete conmigo.

Dime, ¿estás dispuesto?

Porque estoy dejando de temerles a las estrellas, oh cariño, ahora son ellas las que observan mi baile.

Te pienso más que ayer.  Y me as(g)usta de cojones.

Del Amor Y Otros Desastres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora