T R E C E

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Antes de que empiecen a leer, quería decirles a mis tres fieles fans jajaja, que esté capitulo me costó un poco escribirlo, sobretodo porque trata un tema que es delicado y que, gracias al destino, no me ha tocado vivir, pero que me afecta porque puedo hacerme la idea de como es vivir con esto. Espero de corazón que quién pase por estos, sepa hallar una solución. Te quiero mucho personita que lee, comenta y vive cada párrafo que escribo.❣️

***

Ethan Nash.

Cuando vuelvo a casa después de haberme dormido en todo el viaje de venida—puesto que una señorita cuyo nombre no nombraré, pero que se le da bien ponerle cara de enojada al mundo—Me ha trasnochado, siento como mi cuello recibe martillazos y concluyó que una furgoneta no es el mejor lugar para echar una siesta.

Además de que ha sido una tarde muy divertida. Ver a Nick intentando a toda costa vengarse de Ann fue entretenido, al igual que los demás jugando, bailando y tomando. Ann y yo con un poco menos de energía por no haber dormido y haber pasado derecho, pero cada vez me sentía mas incluido y con más confianza en aquel lugar.

Son demasiado unidos y se apoyan entre ellos. Desde Camille hasta Nick. Daniel y Fer son la excepción, supongo que es porque no eran parte del grupo hasta ahora, pero aún así siempre tratan de ser amigables con todo el mundo y, sobretodo, si reciben el mismo trato de la otra parte.

Se nota que Ann ha sabido escoger sus amistades.

Mientras camino de vuelta a mi nueva casa—O mansión sí quiero ser precisó—no puedo evitar prestar atención a cada detalle en ella. Desde la entrada que no proclama otra cosa que no sea "lujo" , hasta la fachada y los pisos que se abalanzan sobre mi. Es enorme. Ni siquiera me ha dado tiempo de recorrerla entera.

A mis padres les encanta eso. Mostrar y aparentar. Lo hacen siempre que pueden. Son como un cisne tranquilo en la superficie, pero con patas moviéndose frenéticamente debajo del agua.

A veces siento que nací en la familia equivocada.

Cuando paso la enorme puerta de entrada, nadie me espera al otro lado de esta en cuanto llego. La casa parece vacia, no hay ninguna luz prendida y no se oye un ruido.

Aún no me acostumbro a la casa. Así que prendo las luces que están en mi visión para poder guiarme. Todavía hay algunas cajas y cosas sin desempacar en la sala, que es enorme y conserva una pantalla plana probablemente nueva. La cocina es igual o más grande, tiene un refrigerador que parece una puerta hacia otra habitación, los taburetes son elegantes, con sus patas delgadas de madera y un asiento delgado de cuero.

Todo está rodeado de lujos, de cuadros de miles de dólares, impregnado de olores que gritan poder, lleno siempre de egocentrismo y de recordatorios que te dicen lo mucho que posees.

Pero, a pesar de todo esos lujos, siempre me he sentido que me falta algo. Nunca me he sentido lo bastante bien con mi vida, pero como no estoy sin comer por dos días enteros supongo que no tiene importancia. Al menos siempre me repito mentalmente que hay destinos peores, y es cierto.

No debería quejarme. Después de todo, soy rico, poderoso y tengo el apellido Müller. Nada es un problema si tienes esas tres cosas ¿No?

Suspiro subiendo las escalera, que puesto que es una maldita mansión y tiene mas gradas de lo que, en este momento me gustaría subir.

El ambiente es hostil y lúgubre desde mi punto de vista. Aún así, no puedo evitar sentirme como si estuviera fuera de lugar en este sitio. Por cada paso que doy, por cada nuevo objeto que veo y por cada olor que huelo, una sensación de melancolía se me instala en el estómago.

Del Amor Y Otros Desastres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora