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Eran las cuatro de la tarde cuando dejaron el pueblo y se adentraron en el camino rodeado de pinos y variados arbustos. En la temporada correcta se podían apreciar flores de llamativos colores que pintaban el sendero.

—Parece que nevara esta noche —mencionó Hongjoong mirando el cielo, una nube gris oscura los acechaba desde lo alto.

—Seguramente —Seonghwa metió sus manos en los bolsillos de su sudadera azul marino—. El tiempo ha estado así estos días.

Unas gotas diminutas caían de forma casi imperceptible. Se sentían como una delgada seda helada sobre sus caras. Joong no dudaba que obtendría, como mínimo, un resfriado de aquella caminata. La temperatura se reducía cada vez más, por ahora todavía era soportable.

—Puedo preguntar, ¿qué hacías tan tarde en el pueblo? —para detener el castañeo que estaba comenzado a fastidiar sus nervios, el pelirrojo decidió crear un poco de conversación. El chico a su lado se tardó alrededor de un minuto en responder.

—Tenía algunos pendientes que me llevaron algo más de tiempo del que había planeado —una pequeña pausa precedió a la siguiente oración—. Y así aprovechaba de devolverte la libreta. Me acordé que mencionaste que regresarías hoy, y al ver el tablero de viajes, confirme la hora.

—Muy considerado de tu parte —Joong dijo, mitad broma, mitad serio. Aún le resultaba curioso, y por demás sorprendente, que el otro hubiera tenido la amabilidad de hacer aquello. Claro que el mismo había mencionado el día que estaría de regreso, pero le costaba imaginar a cualquier persona tomándose semejante molestia—. A propósito, ¿trabajas en el pueblo? Nunca te había visto antes.

—No. No suelo salir de la casa más que para hacer compras.

Hongjoong recordó el día que se vieron por primera vez.

—Compras de última hora, por lo que sé.

El pelinegro le lanzó una mirada que se traducía en palabras a "No eres el más indicado para decir eso"

—Ya, pero a mí no me cuesta admitirlo. Soy el ser más perezoso y desorganizado que puedas conocer en tu vida.

Seonghwa frunció el ceño y dio un exagerado y largo paso en la dirección contraria a Hongjoong.

—Eso no suena para nada bien. Podría ser contagioso.

Hongjoong no pudo evitar reírse. Los comentarios de Seonghwa contenían una inesperada dosis de humor, hacía que la idea que se había hecho en su cabeza se disolviera y le diera paso a una versión mucho más grata.

—Entonces será mejor que tengas cuidado o un día te despertaras sin ganas de hacer la cama, y luego arreglar la ropa en el armario se irá posponiendo, y después empezaras a encontrar zapatos regados por la sala y-

—¡Basta! Eso sueno espantoso —la expresión de horror en la cara del pelinegro hacía que la situación fuese más cómica aún.

Al volver a abrir la boca, Hongjoong fue incapaz de pronunciar una sola palabra. Su mirada había seguido la veloz caída de un gordo copo de nieve. La brisa sopló, moviendo las ramas de los árboles encima de ellos. Faltaba medio camino para llegar a su casa, y la nevada no se haría esperar. El pensamiento le hizo tragar saliva.

Un par de pasos frente a ellos, un sendero se abría a un lado. Habían llegado a la intercesión donde se llegaba a la casa de Seonghwa.

—Bueno, tienes suerte de que ya no estarás bajo riesgo de contagiarte de mí desorden —el pelirrojo levantó las manos como señal de que ya no podía hacer nada al respecto. Seonghwa le echo un vistazo inseguro al resto del camino que le quedaba por recorrer.

winter falls || seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora