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Al llegar a casa luego de una jornada tan emocionante, lo que más anhelaba era darse una ducha, comer y dormir. Ya había realizado dos de las tres, lo que no anulaba el hecho de que lo haría de nuevo, con la agradable diferencia de hallarse en la comodidad de su hogar.

Dejo el bolso en la sala, ya desempacaría después. En su habitación, antes de quitarse la ropa para entrar al baño, vació el contenido de sus bolsillos.

Adherido sin querer a la pantalla del celular, el papelito con el número de Seonghwa lo asusto por un segundo. Lo guardo en la lista de contactos como 'Hwa', ya que no solía agendar a las personas por sus nombres completos. No estaba seguro de bajo que circunstancia podría llamarlo, cual fuese resultaría extraño.

En su cabeza todavía resonaban las palabras que había expresado el pelinegro sin la menor consideración. No le concernía, por supuesto que no, pero eso no detenía los pensamientos de Hongjoong al respecto.

"Supongo que sigo sin ser suficiente para esta sociedad". La frase sonaba demasiado cínica, no era algo que solo se te ocurriría de la nada, hasta podría apostar que tenía algo que ver con su actitud y su modo de vida tan recluido. Porque, siendo honesto consigo mismo, le intrigaba saber la historia oculta detrás del impecable rostro y la sonrisa apagada de Seonghwa.

Soltó un suspiro y dejo el móvil en la cama. No se le ocurría ninguna forma coherente de sacarle información, cualquier intento lo haría lucir como un entrometido. Lo más adecuado sería dejarlo así, al final solo conseguiría estropear las pocas posibilidades de crear una amistad con alguien contemporáneo a él en ese pueblo.

[***]


La cantidad de invitados había sobrepasado con creces la cifra estimada por Hongjoong. No habría creído que tanta gente asistiría, y seguía apareciendo uno que otro rezagado cada cierto tiempo.

Habían dispuesto la comida en una mesa larga al fondo del salón, entre los siete anfitriones se turnaban para repartir las bebidas. Cuando San le hizo señas para que se acercara a la cocina, el pelirrojo estaba observando una partida de ping-pong en un rincón apartado de los ventanales, situado por el mismo dueño de la casa para evitar accidentes.

—Más vale que valga la pena —habló Hongjoong entrando a la abarrotada cocina.

—Te toca —San le puso una bandeja en las manos con unos diez vasos rojos, llenos con algún tipo de bebida alcohólica combinada con jugo de sandía. Hongjoong abrió los ojos alterado, odiaba llevar cosas así. No era especialmente débil, solo le inquietaba verse de repente envuelto en una situación de inmediata responsabilidad.

—Espera, espera, dame un momento —trató de poner la bandeja en un espacio aparentemente desocupado de la encimera. Fue detenido en el acto por una exclamación de Jongho, el menor estaba sacando una bandeja de galletas con formas y no dudo en interrumpir la acción del pelirrojo con una mirada amenazante.

—Lleva eso afuera, las personas se van a aburrir si no ingieren algo que los mantenga animados —le dio un empujoncito por el costado para dirigirlo a la puerta.

Hongjoong volteó los ojos y espetó cortante.

—Puedo ir solo.

—Entonces hazlo —Jongho podía verse tierno a la vista de los que no lo conocían a profundidad, era bueno para engañar a otros con su sonrisa inocente y sus juegos de palabras. Para Joong, se trataba de un zorro usando piel de oveja. Podía sentir la mirada traviesa del castaño a sus espaldas—. Y Joong, ten cuidado, sería una pena que se te cayeran todos los vasos encima.

El comentario sarcástico no podía faltar.

—Gracias por el apoyo, eh —replicó antes de comenzar a ofrecer amablemente los vasos.

winter falls || seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora