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La visita inesperada de Seonghyun fue una interrupción en sus vidas que, en un principio, no significo gran cosa. Los días siguientes pasaron con la normalidad a la que ellos estaban acostumbrados, con la mínima diferencia de que no salían mucho de la casa para que Seonghwa pudiera recuperarse completamente.

En otro orden de ideas, el invierno comenzaba a desaparecer con la promesa de una temporada nueva y resplandeciente. Hongjoong comenzó a planificar los viajes que haría apenas la temporada estuviera en auge.

—Tendré que viajar a la ciudad el mes que viene, a llevar las nuevas piezas y comprar material —estaba comentando mientras realizaba anotaciones en su agenda. Se encontraban en la cocina; Seonghwa cortando papas para freír y él sentando en el mesón, dándole apoyo moral y hablando de sus planes—. Deberíamos ir juntos. Podría organizar algo con los chicos, una reunión o una fiesta, y pasar un par de días alocados.

—Hmm —el pelinegro lanzó las papas en el aceite caliente y se cruzó de brazos, mirándole con inseguridad en su semblante—. ¿Cómo es que siempre estás tan seguro de que le voy a caer bien a la gente?

Hongjoong alzó la vista y se inclinó, como si fuera a decirle una frase que nadie en el mundo podía escuchar.

—Solo lo sé.

—¿Lo sabes? ¿Y ya? —Hwa levantó una ceja con aire burlón.

—Lo sé. Y ya.

Se quedaron mirándose, a una distancia prudencial que rozaba los límites silenciosamente establecidos entre ellos. Su convivencia era así, llena de esos pequeños momentos íntimos, un lenguaje secreto que solo ellos entendían.

—Está bien —cedió por fin el cocinero, agarrando las pinzas para sacar las papas. Hongjoong había encontrado la clave para convencer a Hwa de seguirle el juego en cualquier tontería que se le ocurriera, independientemente de sí terminaban haciéndolo o no—. Pero no me hago responsable de pelirrojos ebrios. Primer aviso.

Ambos se echaron a reír, pasando de la cocina a la sala de estar para disfrutar de su cena poco saludable -papas fritas con salchichas y salsa de tomate encima-. Jugaron monopolio después de comer, discutiendo sobre quien tenía derecho de quedarse con la última casita hasta que la noche cayó. Ya era costumbre que para esa hora, sacarían a colación el tema y concluirían en que lo mejor para la seguridad de Hongjoong era quedarse a dormir allí.

El mundo que habían creado, con sus órbitas y estrellas, era tan especial que Hongjoong casi nunca pensaba en que pudiera tratarse de un universo efímero. Lo único que cruzaba por su cabeza con la estela de un meteorito veloz, mientras estaba acostado en el lado contrario de la cama y no podía dejar de mirar la espalda de Seonghwa, era que ojalá estuviera teniendo sueños agradables. Y si era posible, ojala él estuviera presente en esos sueños.

[***]

Por primera vez en el año, el sol era fuerte y casi podía sentirse calor. Hongjoong sacó la camioneta para lavarla, aprovechado el clima.

Aunque eran raras las veces en las que Seonghwa visitaba su casa, ese día el chico estaba sentado en la entrada, jugando con la nieve y ayudando cuando se lo pedía. Para el mediodía, la camioneta estaba limpia -con excepción de las ruedas que todavía tenían nieve- y Joong fue a sentarse con la ropa mojada.

—¿No tienes frío? —preguntó Seonghwa arrimándose hasta quedar sentado a su lado.

—Un poco. Si me quedo aquí por más de diez minutos, definitivamente me dará frío.

—Cámbiate. Voy a preparar té caliente, para que no te vayas a resfriar.

Hongjoong le tomo la palabra. Se dio una ducha rápida, busco un conjunto de pijama viejo que usaba cuando estaba en casa y encima se puso una sudadera gris. El agua de la regadera lo dejó temblando, la ilusión que se hizo con una taza de té humeante fue su mayor inspiración para asearse.

winter falls || seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora