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No habían llegado a los límites oficiales que denominaban el final del pueblo cuando vieron un arcoíris formarse en el cielo. Desde el puesto de copiloto, Seonghwa lo señaló con entusiasmo y sugirió la cosa más tonta, infantil y adorable que se le pudo ocurrir: deberían seguir el camino hasta el final del arcoíris.

-¿Si estás escuchando lo que dices? -inquirió el pelirrojo al volante, alzando una ceja acusatoria.

Hwa no le prestó la mínima atención, concentrado en no perder de vista la franja de variados colores. Era difícil dejar de mirarla, estaba en medio del cielo blanquecino, pero cuando se adentraban en un camino rodeado de árboles la dirección podía cambiar una vez que salieran.

-Quien sabe que podríamos encontrar al final del arcoíris. ¿Nunca te lo has imaginado? -el tono de voz de Seonghwa era risueño, bastante contagioso. Había cierta nostalgia en las palabras que pronunciaba mientras veía al cielo por la ventana-. De niño, me imaginaba llegando a la cima de una montaña y descubriendo el origen del arcoíris. Sería una nube colorida y esponjosa. Y, obviamente, comestible. Cada vez que miraba uno, era en lo único en lo que podía pensar. Hallar el extremo, en done se creaba o terminaba.

Los labios de Hongjoong se curvaron en una sonrisa involuntariamente. La imagen de un pequeño Hwa, con su expresión concentrada y su cabello negro puntiagudo, corriendo para encontrar la parte final del arcoíris. Un bonito pensamiento para tener en cuenta.

Llevaban al menos una hora de viaje. La meta era llegar a las afueras del pueblo, en donde se ubicaban algunos acantilados y pendientes. En uno de los bolsillos de la chaqueta de Joong estaba escondido un trozo de papel mal cortado, con algunas palabras claves para cuando el momento indicado llegase. Dicho momento no tardaría en presentarse, estaba esperando por ellos a la vuelta de la esquina.

Tras extensos caminos de tierra, arboles gigantes, una manta de nieve a medio derretir que dejaba a la vista algunos pedazos de colores naturales, y varios discos de Queen, Elton John y Madona, dieron con un claro adecuado para la ocasión. Hongjoong estacionó la camioneta y entre los dos trasladaron la comida y las demás cosas que trajeron a la parte trasera, en donde se acomodaron encima de una manta vieja.

-¿Habías estado aquí antes? -preguntó Hwa tomando una lata de refresco y un envase de ensalada de pollo. Joong tenía su envase propio, con galletas de avena y pasas. Era un verdadero quisquilloso, pero corría con la suerte de tener a un alma bondadosa y complaciente encargada de la comida.

-Aquí no. He venido a otras partes similares, un poco más al norte, y como sé que hay varias salidas alrededor de las montañas, estaba seguro de que tarde o temprano daríamos con alguna -fue su explicación, tranquila y despreocupada. La expresión que causo en el otro era el sentimiento completamente opuesto. No era nada nuevo para él tener que enterarse -de la forma más aleatoria- de las descabelladas acciones que Joong solía tomar con los ojos cerrados y la más grande de las confianzas.

-No sé como tomar eso. ¿Debería alarmarme? ¿Sabes cómo regresar? -detrás de su sonrisita escéptica, existía una cierta cantidad de inquietud que Seonghwa no podría ocultar de su vista. Joong le paso una galleta y le guiño.

-Me ofende que pongas en dudas mis conocimientos del camino -comentó rodando los ojos-. Soy un viajero casi experto. No iría a ningún sitio si no tengo idea de cómo volver al punto de partida.

-"Casi". Eso le quita peso a tu declaración.

-Al menos estoy siendo honesto -frunció el ceño al ver la mano se Seonghwa sosteniendo una cuchara llena de ensalada y moviéndola en su dirección, como si tratase de dársela de comer.

-La honestidad no siempre es buena -para esquivar el intento de Hwa de hacerle comer ensalada, se arrastró al lado opuesto de la camioneta, sentándose en el murillo. El chico le dio una mirada de incredulidad; era un prodigio en el arte de la exageración.

winter falls || seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora